Al Ayuntamiento de Fabero -con Mª Paz, su alcaldesa, a la cabeza-, al Museo de la Siderurgia y Minería, al Museo de Historia Pozo Julia -habiendo conocido a Chencho, quien compartió con Lolo la historia de un personaje como María la Crica-... y, por supuesto, a Begoña, concejala, amiga y grandísima persona.
Sinceramente, quedó un acto emotivo en el que hablamos del libro, contamos algún cuento, estuvimos casi una hora dedicando ejemplares y recordamos al alma mater de toda esta historia: ese jambo sin boina que vivirá siempre en una viñeta, llamado Lolo.
Mil gracias también a Laia y a Marina por SER y por ESTAR, a ese público por acompañarnos... Y al municipio de Fabero, por haber convertido una tarde gris de lluvia en otro recuerdo maravilloso.
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