- Llevo tiempo recopilando información de gente mayor de las cuencas mineras sobre muchas criaturas fantásticas que, según dicen, habitaban allí. Son duendes, hadas o diablillos que vivían en las minas a principios del siglo pasado, pero que con la Guerra primero, la censura de la postguerra después, las nuevas tecnologías y el cierre definitivo de los pozos se han ido perdiendo poco a poco. Las últimas generaciones de mineros ni siquiera las conocen... Si no las rescatamos, caerán para siempre en el olvido.
Yo escuchaba atentamente, sin saber todavía los motivos de tal revelación. Entonces, a bocajarro, me preguntó:
- Si yo te diera un dibujo de esas criaturas con alguna de sus características, ¿serías capaz de escribirles un cuento?
Y es que su idea para ese rescate era volver a darles vida a través de mis relatos.
Respondí de inmediato que sí, pues me sentía honrado con su propuesta... Sin embargo, no siendo yo de León ni teniendo vínculo con ese sector primario, ¿por qué me has elegido? Lolo respondió que cuando todo estuviera terminado, nos lo aclararía.
Así, de uno en uno, fueron entrando en mi vida el Agarrapelos, el Hada Negra, el Diantre Azul, las Yarishs, el Diannu del Grisú... Y también, una a una, fueron saliendo sus historias.
Tras cierto seminario de Literatura que compartimos en un colegio de nuestra provincia, recapitulamos sobre el tema. Él me mostró sus nuevos bocetos, que ya superaban la treintena; yo le presenté un borrador de mi prefacio. Le pusimos incluso título: Cuentos de Carbón. Y entre trazos de carboncillo, le volví a preguntar agradecido: ¿por qué me elegiste?
- En cuanto esté publicado, te lo explicaré.
A principios de octubre compartíamos charla en una céntrica plaza de nuestra ciudad. La obra está finiquitada, Mariposa Ediciones ha apostado por ella y apenas quedan detalles por cerrar. Misión cumplida: ¡el Lampazos y su cuadrilla han vuelto! Como aragonés tozudo, indagué de nuevo sobre aquella duda... Y él, como leonés obstinado, me volvió a contestar:
- ¡Eres un prisas!... Te lo diré en la Feria Esotérica de Fabero, el día de su presentación.
Al final, nunca sabré en vida por qué Lolo me hizo tal regalo. Apenas unos días antes de esa fecha, se llevó consigo demasiadas cosas; entre ellas, su secreto. Más conociéndole, sé que es solo una excusa para que en otra ocasión nos volvamos a encontrar. Quizás allá arriba, donde ahora estará volando... Quizá para compartir nuevos misterios a los que, de seguro, él pondrá sus tiras y yo mis cuentos... O quizá para revelarme por fin algo a lo que las circunstancias ya me han respondido: sencillamente, porque somos AMIGOS.
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