viernes, 29 de julio de 2011

Artículo sobre adolescentes e Internet

En el número 75 de la Revista Proyecto -editada por la Asociación Proyecto Hombre- acaba de salir publicado el artículo de investigación Adolescentes e Internet: del uso problemático al uso provechoso, que realicé junto al también médico preventivista Antonio Piñeyroa. En él recogemos una serie de consideraciones referidas al uso problemático de la Red por parte de jóvenes y adolescentes, así como alguno de los resultados del trabajo desarrollado a propósito del tema, por el que el pasado año nos concedieron uno de los Premios Nacionales Ulysses a la Investigación.
Por si estáis interesados, adjunto su enlace y el primer párrafo del mismo.

Internet forma parte de nuestro día a día, al igual que el de nuestros adolescentes. De hecho hay ya una generación completa -la llamada Net generation, que incluye los nacidos entre 1977 y 1997- que por vez primera ha crecido en casa rodeada de ordenadores personales, videojuegos y cuantas prestaciones ofrece la Red. Hay también en ella espacios específicos dedicados desde muy temprano a los más jóvenes, que presentan un seguimiento extraordinario. Es el caso del portal Webkinz, que invita a los pequeños a cuidar una mascota virtual; de la red social Togetherville, orientada específicamente a niños entre seis y diez años; o de las muchas salas de chat infantil que permiten “hacer amigos de tu edad en cualquier parte del mundo”...

lunes, 18 de julio de 2011

En este verano...

En este verano tan fresco que estamos pasando por el norte, cuelgo estas líneas para -además de saludaros-, pediros que disculpéis mi retraso a la hora de ir subiendo entradas y compartir con vosotros el primer párrafo de la que será mi próxima novela: Siete paraguas al sol. Estamos en proceso de lectura y relectura con la mente puesta en su publicación a finales de año. Os mantendré informados.
Buenas vacaciones para todos.

Sol, moreno de piel, mercadillo los jueves y domingos, alguna tormenta a media tarde, calor, mucho calor. Mil y una normas cumplidas a rajatabla: las cosas del suelo no se cogen, hacer la digestión dos horas antes del baño, no interrumpir nunca cuando hablen los mayores... En frente tantos amigos de vacaciones, tantos juegos por jugar. Y detrás la ilusión por repetir lo irrepetible, disfrutando hasta el límite de estos parajes como lo hicimos el año pasado... como lo haremos al año que viene.

viernes, 8 de julio de 2011

Otra reseña chocolatera

Gané esta novela al ser finalista del concurso Apadrina un libro del blog Aventarte, en el que participé con mi reseña de Taradas, de Viviana Fernández García. Y conocí a los niños de Morelia gracias a Ale y su Bibliobulimica`s Blog. Esta novela habla de esos niños españoles a los que el Gobierno de la República trasladó a otros países para alejarlos de la Guerra Civil.
Para protegerlos, para ayudarles a sobrevivir, aunque eso significase alejarlos de sus familias, de sus amigos, de sus casas y, en definitiva, de la vida que habían conocido hasta entonces. El protagonista de esta historia es Benito Expósito Expósito, un niño de ocho años que no conoce a sus padres porque fue abandonado y criado por los frailes. En el monasterio estudia poco y hace muchas travesuras y, sobre todo, muchos amigos, entre niños como él, pero también entre los frailes. Todos intentarán ayudarle a crecer y a recorrer el duro camino de la vida y, ante todo, le darán consejos que no olvidará jamás. Cuando debas elegir entre dos opciones, toma siempre la que tenga chocolate.
Porque al pequeño Benito, un niño travieso, despierto, risueño, al que es imposible no cogerle muchísimo cariño, lo que más le gusta del mundo es el chocolate. Por eso todos los días y todas las noches sueña con viajar a América, el país del chocolate. Y no sabe que al final lo conseguirá, aunque no como él había imaginado.
Cuando estalla la Guerra Civil, Benito cambia el monasterio por la compañía de un peculiar tendero, la de milicianos republicanos y, más tarde, la de refugiados españoles que son trasladados a Francia. Pero siempre, a pesar del miedo, la muerte, la soledad y todos los horrores que conlleva la guerra él consigue sobrevivir, siempre con la ayuda de alguien, porque es imposible no querer ayudar a este niño que se gana el cariño de todos los que le rodean. Por su inocencia, su imaginación, su amistad, su generosidad y, por supuesto, su amor al chocolate.
Y al final Benito será uno de los 455 niños que el miércoles 26 de mayo de 1937 fueron trasladados a México desde Burdeos en el buque Mexique. Y así se convertirá en uno de los niños de Morelia, este pequeño pueblo mexicano que acogió a estos pequeños refugiados españoles y a sus profesores, unos mejores y otros peores, unos cariñosos y otros duros, pero todos deseando cambiar las bombas, la sangre y la muerte por la tranquilidad, la paz y el chocolate.
Y así, conforme pasamos las páginas, vamos descubriendo la vida de Benito en México, en América, el país del chocolate, pero también de la distancia, la añoranza, las despedidas, la madurez, la vida adulta.
Me ha encantado esta historia, su protagonista y el estilo del autor. Es una historia triste y alegre, angustiosa y esperanzadora, dura, cruel, injusta, pero también divertida, inocente y, sobre todo, entrañable. Nos transmite todos los horrores y la crudeza de la Guerra Civil, de los que luchan en el frente y los que lo hacen en la retaguardia, de los que no conocen a sus padres y de los que tienen que despedirse de ellos. De los que quieren marcharse lejos, muy lejos y de los que sólo piensan en volver.
Y todo nos lo cuenta desde los ojos de un niño encantador que sólo quiere hacer realidad su sueño y que hará todo lo posible para conseguirlo, que luchará, buscará y peleará hasta el final, durante años, para vivir en su planeta de chocolate. Una historia que nos seduce, nos fascina y nos atrapa desde la primera hasta la última página, que nos hace reflexionar sobre los sueños, la familia, los amigos, el lado bueno y el malo de la vida. Una historia que hay que disfrutar, paladear, saborear y degustar poco a poco. Una historia que nos deja un sabor de boca del que nunca nos cansamos. Una historia tierna, dulce, irresistible, deliciosa. Una historia que sabe a chocolate.

Nota: Reseña sobre Mi planeta de chocolate realizada por Goizeder Lamariano Martín -otras mil gracias, otras mil y una sonrisas- y publicada en su blog: http://cuentatelavida.blogspot.com/2011/07/mi-planeta-de-chocolate-de-manuel.html#disqus_thread
La fotografía corresponde a la presentación del libro en la Librería Oletvm, de Valladolid, y a su sesión de cuentacuentos posterior.

viernes, 1 de julio de 2011

Una reseña con sabor a chocolate

Los libros nos llegan de distintas formas, ¿verdad? No hace mucho tiempo participé en un concurso que realizaba el Blog Aventarte, y gané un marca-páginas muy bonito realizado a ganchillo por mi amiga Anabel; también, y (perdona Anabel) lo más importante, recibí un libro, Mi planeta de chocolate, firmado y dedicado por el autor, Manuel Cortés Blanco.
Un Libro al que ya le he tenido que hacer un huequito en mi estantería de lecturas especiales para releer y recomendar.
Con este libro el autor fue finalista del II Premio Internacional Vivendia de Relato y en palabras del Jurado, la obra contiene “extraordinarias descripciones del alma infantil, la intrahistoria del pueblo o de la guerra, muerte y espíritus conturbados por la violencia del mundo. Todo a través de la vivencias de un huérfano, que podría ser cualquiera de nosotros o cualquiera de la generación de nuestros padres, y esa forma suya de ver la vida”. ¡Qué bien lo expresa!
Un libro que se queda para siempre en el recuerdo de aquel que se acerca a él ya que, siempre que tenga que hacer una elección en la vida, recordará a Benito Expósito Expósito, ese niño huérfano criado por unos buenos monjes en un monasterio de Galicia. La música, los cuentos y el placer del chocolate son los tres legados que ellos le dejaron. Y Benito ya nunca dudó sobre qué opción debía elegir en la vida: la que tenga chocolate.
Al iniciar la lectura empecé a marcar, como suelo hacer siempre en los libros, las páginas que me parecían interesantes para recordar en una posible reseña del mismo, pero al llegar a la página 100 me di cuenta de que llevaba como 25 marcas puestas, cuando lo normal es que lleve un par de ellas. ¿Qué me estaba pasando con este libro?
Manuel Cortés, con un estilo realista y directo, y a través del pequeño Benito, nos cuenta un hermoso cuento, un cuento repleto de refranes y dichos, que de tan bien traídos, parece que surjan de nuestra propia historia personal, de nuestros propios recuerdos y del recuerdo social colectivo.
Benito nace en Galicia y es abandonado en la puerta de un monasterio, corrían malos tiempos en España, los años treinta. Estalla la guerra y empiezan las decisiones de Benito que, tras pasar por el frente y los campos de refugiados franceses, embarcará en el Mexique, y junto a otros 445 niños y niñas de entre cinco y doce años, les llevará a México. ¿Debemos ver este libro un homenaje a todos aquellos niños, hijos de republicanos, que debieron abandonar España durante la Guerra Civil? Probablemente sí, pero para mí ha sido un homenaje a todos aquellos niños que de verdad son quienes sufren las guerras, todas la guerras.
Veremos en el libro personajes reales, el general Lázaro Cárdenas del Río, presidente de México, que se sintió muy implicado en el proyecto de acogida de los niños, y su esposa Amalia Solórzano, que presidía el Comité de Ayuda a los Niños del Pueblo Español en México, y que, curiosamente, recibió la Gran Cruz de la Orden de Carlos III (el máximo reconocimiento que otorga el Gobierno español a extranjeros distinguidos) el mismo día en que hacía la presentación oficial en León de Mi planeta de chocolate.
Pero no busquen historia en este cuento, aunque la hay, busquen ustedes sensaciones, reflexión, filosofía, y pensamientos tan puros como ese chocolate adorado por Benito.
Manuel Cortés es un médico y escritor comprometido que ha trabajado en Benin, uno de los países más pobres del continente africano, en los Balcanes, y más recientemente en Afganistán, conoce bien quienes son los que cargan con los desastres de las guerras y la injusticia: los Niños. Y a través de ellos nos hará sonreír durante la lectura de este libro, pero sobre todo nos hará pensar que la vida, si queremos, puede tener sabor a chocolate.
Un libro que os recomiendo leer porque os gustará, y que os recomiendo comprar porque el autor ha cedido todos los derechos de la venta de estos libros a una asociación benéfica infantil.

Nota: Reseña realizada por Susana Hernández -mil gracias, mil y una sonrisas- y publicada en el blog de reseñas y noticias literarias Libros y Literatura.es:  http://librosyliteratura.es/mi-planeta-de-chocolate.html
La fotografía corresponde a la presentación de Mi planeta de chocolate en el VI Salón del Chocolate "Moda Shopping", celebrado en Madrid.