sábado, 27 de agosto de 2011

Cerrado por inventario

Por distintos motivos personales y profesionales, no podré atender este blog durante un tiempo aproximado de tres meses. Por eso lo cierro temporalmente.
En estos momentos de pequeña despedida quisiera agradecer vuestra confianza y deciros hasta pronto de la mejor manera que sé: con un cuento africano, incluido en el que será mi próximo libro.
Mil sonrisas a todos y, como siempre digo, que nos sigamos contando.

Al principio de los tiempos había gran controversia sobre cuál era el animal más veloz de la tierra. Para unos, el antílope, sin duda; para otros, el guepardo. Sumidos en esa discusión, el Creador propuso que ambos cruzaran la sabana corriendo, y el primero que llegase a su frontera sería el campeón. Los dos mostraron su acuerdo, disponiéndose a tomar la salida. A mitad de carrera ambos iban muy parejos, no acertándose a saber qué pasaría al final. Pero en ese momento, el antílope tropezó y cayó… El guepardo, en vez de seguir corriendo para aprovecharse de tal circunstancia, dio media vuelta y asistió a su contrincante. Tal gesto conmovió inmensamente al Señor quien, en correspondencia, coronó al guepardo como el ser más rápido sobre la tierra… Y por añadidura, le dio un pelaje extraordinario que le distinguiría ante el resto de los felinos.

viernes, 19 de agosto de 2011

Chocolate con cuentos

Mi planeta de chocolate no deja de darme alegrías: mi editor acaba de anunciar una próxima reimpresión, las aventuras de su protagonista siguen siendo la base de esa sesión de cuentacuentos a la que puse por título Chocolate con cuentos -la última de ellas realizada a finales de julio en Maspalomas, en la maravillosa isla de Gran Canaria-, diferentes reseñas positivas han aparecido recientemente en portales literarios de prestigio… Y lo mejor: cada vez son más los lectores que comparten conmigo lo que han sentido durante su lectura.
Desde mi agradecimiento, hoy quisiera ser yo quien comparta uno de esos relatos que aparecen en mi obra y que, por supuesto, también forma parte de este tazón rebosante de Chocolate con cuentos al que antes hacía referencia.

Costa Rica destila naturaleza por sus siete costados. Colibríes de diez colores, tucanes de cien colores, quetzales de mil colores. Iguanas, caimanes, perezosos, guacamayos. Tortugas desovando en la arena de sus playas, volcanes que escupen lava al por mayor. Un millón de parques naturales, un billón de especies protegidas, un ejemplo para todos… Y el aroma de esa taza de café pintando de arcoíris los hogares. ¡Pura vida!
Además del chocolate, el gallo pinto (frijoles con arroz y especias), los casados (plato de casi nada a base de casi todo) y los guaros (una variedad de ron que regala la caña de azúcar), Costa Rica es el país de los ticos. ¡Que por algo con tal gentilicio se conoce a sus habitantes! Ticos por tener un territorio reducido para tanta biodiversidad. Ticos por usar y abusar del diminutivo en sus conversaciones. Ticos al fin y al cabo porque las cosas complejas, las mismas que rondan en noche de insomnio, saben allí más sencillas: las prisas son prisitas; las penas, penitas; e incluso el patrón parece chiquito. ¡Qué grande vivir en un sitio así!
Cuenta la leyenda que cuando Dios creó el mundo se encontró con un tico.
- De entre todos los soles que te ofrezco, elige uno para ti -le dijo el Señor.
Y para su sorpresa, aquel hombrecito opta por el más pequeño.
- ¡Qué extraño! -pensó-. A cuantos pido que escojan, toman para sí el mayor.
Entonces volvió a comentarle:
- De entre todas las lunas que te ofrezco, elige una para ti… Inclusive la grande, para que tus noches sean de luna llena.
Sin embargo, aquel hombrecito prefiere nuevamente la menor.
Otro tanto acontece con el árbol, con un monte, con su mar. De entre todo, la mínima expresión.
El Creador no salía de su asombro. Nunca vio a persona tan humilde, tan poco avariciosa. Por ello, en recompensa, decidió regalarle un trocito de edén. De ahí que el país de aquellos ticos sea tan verde, tan hermoso... De ahí que Costa Rica sea un reflejo del paraíso.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Diccionario para una noche de verano

Adulto: Persona a la que los niños tratan de usted.
Amanecer: Primer milagro del día.
Amor: Aliño, aglutinante, levadura. Especia que hace posible ese menú extraordinario llamado vida.
Circo: Lugar donde suceden los milagros.
Conciencia: Voz interior que nos recuerda qué hicimos mal y lo que es mucho peor… qué hicimos bien.
Desierto: Kilómetros y kilómetros sin un árbol. No confundir con desamor: kilómetros y kilómetros sin una ilusión.
Discreción: Virtud consistente en no hablar demasiado pues puede que a tu enemigo le interese lo que digas.
Éxito: Vivir de lo que te gusta.
Honestidad: Anteponer los ideales a los intereses.
Humildad: Don por el que no me siento más que nadie ni menos que ninguno.
Inteligencia: Vivir donde te va bien.
Odio: Sentimiento más alejado de la ley natural porque nace, crece y se reproduce, pero le cuesta mucho morir.
Pasión: Epidemia de cariño.
Pacer: Forma verbal de la palabra paz.
Perfección: Estado que solo alcanzas cuando alguien se enamora perdidamente de ti.
Previsión: Tenerlo todo pensado para cuando no haya nada que pensar.
Suerte: Querer ser lo que soy… y si es posible, contigo.
Sufrimiento: Padecimiento carente de humildad. Siempre somos nosotros quienes más sufrimos en el mundo.
Vida: Periodo de tiempo entre nacer y morir que llenamos a base de casualidades.

lunes, 1 de agosto de 2011

Diez greguerías a orillas del mar

1. Mar es un diminutivo de maravilla.
2. Amar es una extensión del mar.
3. Quiso el diccionario que entre mar y mal haya una sola letra de diferencia. Nunca tan poco para distinguir tanto.
4. Hola y ola. Otra única letra, aunque suenan igual: a armonía, a cobijo, a cercanía.
5. El mar es azul; el amor también. El mar es fuente de vida; el amor también. El mar es eterno; el amor tampoco.
6. ¿El mar o la mar?, ¿el mar o los mares? No lo entiendas, vívelo.
7. El mar tiene memoria de elefante. Por la manera en que me trata, sé que se acuerda de mí.
8. La amistad se parece al mar. Si es verdadera podrás ver su principio, nunca su final.
9. Las lágrimas son un vestigio de océano en el alma de las personas.
10. La imaginación se transforma en magia a la orilla del mar. La magia se transforma en sonrisa a la orilla de tu corazón.

Nota: Fragmento correspondiente al relato Los mares de mis abuelos, incluido en mi libro Cartas para un país sin magia.