lunes, 28 de diciembre de 2015

Una década escribiendo

Tal día como hoy hace diez años, sin que por la fecha se tratara de una broma, la entonces Editorial Amares publicaba mi ópera prima titulada El amor azul marino. Con ella había obtenido meses antes el Premio Literario Amares 2005, convocado por dicha editorial.
Aquella fecha supuso el pistoletazo de salida a mi carrera de escritor. No en vano, desde entonces apenas he dejado de escribir. Ha sido una década estupenda con cientos de recuerdos imborrables: la condición de finalista en algún que otro premio, esa presencia en la Feria del Libro de Frankfurt, tantas sesiones de cuentacuentos... Y alguno más personal que, sin duda, condicionaron mi vida para bien.
Durante este tiempo he asumido que mi Literatura es la que es, que vende lo que vende mas no la quiero cambiar, que sigue fiel a esa máxima de escribir para compartir,  y que por fortuna -como en cierta ocasión me dijo un librero durante aquella feria del Libro- "la gente no viene al stand a preguntar por tus obras... ¡Viene a preguntar por ti!".

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Feliz Navidad de Luna llena

Mañana, en la noche de Navidad, lucirá la Luna llena. Hacía 38 años que esta coincidencia -conocida como Luna llena fría o helada, por acontecer durante el principio del invierno- no se producía. Como proclamaban los antiguos, quizá sea un augurio de buena suerte a sabiendas de la influencia que este satélite ejerce sobre nuestras vidas.
En este próximo año 2016 prometo contaros muchas novedades acerca de esa Luna. Pronto sabréis el porqué. Entre tanto, recibid todos mi felicitación más sincera para estas Navidades, deseándoos en ellas lo mejor de lo mejor.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Mi amigo, MagoMigue

Desde niño he querido ser mago. De hecho, y aunque me sienta médico de vocación, soy y seré siempre un apasionado de la Magia. A veces pienso que mi literatura me compensa, pues escribir no deja de ser otra forma de vivir entre ilusiones. Y más desde que descubrí con alegría que el genial Gabriel García Márquez y yo tenemos ese punto en común: ambos queremos ser magos cuando seamos mayores.
Asumo que en mi caso nunca he logrado hacer bien ni un solo juego; cuando los naipes no se caían, el doble nudo me dejaba en mal lugar. Tal vez por eso, mientras crecemos, he recurrido a esa otra forma de Magia a base de palabras que en el fondo me ha llevado al mismo objetivo: a que mis amigos me quieran más.
De entre todos los magos que conozco, hay uno para mí que resulta especial: Miguel Puga, MagoMigue. Y no solo porque haya sido campeón mundial de cartomagia, por haber tenido la suerte de verle en distintas actuaciones -desde la Expo de Zaragoza hasta el Hocus Pocus Festival de Granada-, porque esté entre los mejores o porque fuera el prologuista de mi libro Cartas para un país sin magia... Lo es porque, además de un ilusionista extraordinario que combina como nadie la Magia con el humor, el cabaret, la sorpresa o el teatro, conmigo siempre ha sido una excelente persona.
MagoMigue actuará los próximos días 26 y 27 de diciembre en el Festival de Magia Ciudad de León con su espectáculo El maravillador. Estamos deseando verle. Además, queremos presentarle a otro niño que de mayor también quiere ser mago: mi pequeño Manuel. ¡Quizá hasta sea él mismo quien le entregue a este su primera varita! Y es que, conociendo los ases de esta baraja, estoy totalmente convencido de que será un encuentro de lo más ilusionante.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Cartas para África

La Asociación Cultural la Fragua Bohemia, junto con la editorial La Fragua del Trovador y las asociaciones ATORE (Asociación de Togoleses Residentes en España) y FULBE-Aragón, promueve una campaña de recogida de libros que durante el primer trimestre del próximo año se destinarán a la biblioteca de la Universidad de Lome (Togo) y a la creación de un club de lectura en San Luis (Senegal).
Ante los objetivos de dicha iniciativa, he decidido sumarme a ella aportando varios ejemplares de una de mis obras más viajeras: Cartas para un país sin magia.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Panorama Kids

Alguien me dijo una vez en sentido figurativo que no podía morirse sin ver una actuación de la Orquesta Panorama. Con ello quiso sugerir la espectacularidad de la misma, en un grupo al que consideraba el número uno en su género. En principio, esa afirmación me resultó exagerada... pero cuando tuve la suerte de verla me pareció, efectivamente, de lo más acertada. Desde aquella primera ocasión, he tenido oportunidad de disfrutarla en otras muchas; la última, este pasado septiembre en el municipio de Valencia de Don Juan, con motivo de sus fiestas patronales.
La Orquesta Panorama combina excelentes profesionales, factor sorpresa, efectos especiales, algunas escenas de riesgos, empatía con el público, decorados muy cuidados, un derroche de luces y sonido. Ciertamente, ¡son los mejores!
Por todo ello, cuando supe que este fin de semana presentaban en el Auditorio de León su espectáculo para niños Panorama Kids, no dudé en asistir a verlo junto a mi pequeño Manuel.
Admito de entrada que me gustó, pero no tanto como esperaba. En mi opinión (y lo digo con el mismo corazón que sé que ponen sus actores en cada escena) aun cuando el show lleva el sello Panorama, lo encontré artísticamente flojo, con un hilo argumental insulso, poco trabajado y sin apenas contenido pedagógico, hasta convertirse en una sucesión de canciones inconexas en el contexto de una explosión de colores y vatios (a veces demasiados para tratarse de un espacio cerrado). Daba la impresión de que todo se hubiera preparado en muy poco tiempo, sin la suficiente maduración. Desde luego, lejos en el contenido de sus actuaciones de verano.
No obstante, reconozco que la fórmula funciona, resulta pegadiza y, salvo a cuatro críticos raros como yo, el musical encandiló a casi todos pues el público terminó entregado. Tampoco pedían más.
Pese a ello, aún quedaba por superar la prueba más importante para mí antes de editar esta reseña: preguntarle a mi hijo qué le había parecido Panorama Kids. Al fin y al cabo, ¡llevamos todo el año disfrutando juntos de espectáculos de este tipo!... Y para mi sorpresa, al margen de lo que puedan pensar los demás, Manuel pequeño respondió en el mismo sentido que yo. ¡Está visto que cada día tenemos los gustos más parecidos!

viernes, 11 de diciembre de 2015

Alicia en el país de los timos

Hace unos años estuve a punto de caer en un timo muy bien montado. Me escribieron vía email desde la organización de un presunto certamen de cuentacuentos a celebrar en Túnez, solicitándome como participante. El evento disponía de web oficial, de su logo correspondiente y de una persona de contacto que te informaba puntualmente de cada detalle. Aun cuando quedé sorprendido porque contaran conmigo, admito que me alegró. En principio todo marchaba según lo previsto, llegando a incluso poner fecha y hora a mis actuaciones... Hasta que poco después me pidieron cierta cantidad de dinero (unos mil euros, a devolver en destino) en concepto de gastos de organización.
Fue entonces cuando desde la propia Red Internacional de Cuentacuentos advirtieron de que dicho certamen era falso y que se trataba de un montaje en el que, por suerte, no llegué a caer.
Hace unos meses leía en la prensa que un grupo de hombres esperaba en vano en el Aeropuerto de Barajas la llegada de sus novias respectivas procedentes de Rusia, con las que habían mantenido durante meses una relación por email. Después de adelantarles los gastos para el viaje, no se presentó ninguna -probablemente nunca existieron- al tratarse de otro engaño.
Hace unas semanas oía por la radio que a un anciano le habían desvalijado sus ahorros al picar en el llamado timo del tocomocho. Le ofrecieron a cambio un décimo de lotería agraciado con el primer premio, que al final resultó ser una copia fraudulenta.
Y hace unos días, otro vecino mayor se quejaba de que cierto revisor del gas le había cobrado cien euros por una inspección que, después de comprobarlo, resultó ser también falsa.
Sin duda, no corren buenos tiempos para la honradez. Aún hay demasiados sobres bajo mano, demasiadas comisiones vergonzantes, demasiados amaños, demasiados listillos... Y es que tristemente, como escribía en uno de mis relatos, seguimos teniendo más posibilidades de que nos quiten la cartera que de perderla.

martes, 8 de diciembre de 2015

Cantabria infinita

¡Qué rápido pasó este puente! Fueron cuatro días festivos que aprovechamos para realizar una escapada en familia. Hacía cinco meses que no salíamos de los límites de nuestra provincia y eso, conociéndome, constituye un récord de tiempo casi absoluto. Por suerte, la elección del destino no pudo ser mejor: esa Cantabria infinita que además de un sol espléndido nos ofreció el encanto del Parque de la Naturaleza de Cabárceno, tanta magia del Museo de Altamira, el señorío de Santillana del Mar, esas playas de Suances... E incluso otra sesión de cuentacuentos en una de sus casonas, tan entrañable como improvisada.
De aquella tierruca nos trajimos otro montón de vivencias, varios amigos y un refrán de la zona: A perro ratoneru no se le pone campanu. Tomo nota de ello hasta nuestra próxima visita.

viernes, 4 de diciembre de 2015

En este siglo nuestro

Nuestro siglo XXI es el siglo de los cambios. Ya no hay escritores, ni filósofos, ni artistas. Ni siquiera sobrevivieron los inconformistas. Ante cualquier compromiso preferimos escondernos en la masa, que es amorfa y apática por naturaleza. En estos tiempos, son los padres quienes no quieren parecerse a sus hijos. Si no lo veo en Internet, no me lo creo. Las nuevas tecnologías se hacen viejas enseguida. Y no vivo de sueños, sino de soñarte.
Antes bebíamos de las fuentes; ahora del grifo. Antes lo preocupante era lo que hacían los niños en la calle; hoy, lo que hacen en casa. Las mascotas han sustituido a los hermanos: hurón, iguana, hamster siberiano... Muchas plantas se han hecho carnívoras y muchísimas personas vegetarianas. Los psicólogos han perdido la razón, los oftalmólogos siguen creyendo en el amor a primera vista, los oculistas no miran más allá de lo que ven, los dermatólogos se dejan la piel en cada consulta y los psiquiatras tienen precios de locura. A este ritmo, no hay bien que cien años dure. Con la salud tan enferma, los pacientes han perdido la paciencia. Quien no sufre es porque reparte sufrimiento; quien hace trampas, gana… La vida va por un sitio y nosotros nos empeñamos en que vaya por otro.
Además, tenemos contratos basura con los que pueden echarte cuando quieran, comida basura que mata y engorda, telebasura a base de morbo. Y últimamente demasiados amores basura que acumulan lo peor de lo descrito. Anclados en los bares de nuestro corazón, uno acaba encontrando cualquier cosa; incluso lo que busca. A menudo nos quedamos sin empleo en el seno de un sistema que liga el triunfo personal al éxito profesional, y que en tiempos de crisis muestra sus vergüenzas. Y aunque -por fortuna- no todos los ojos lloran al mismo tiempo, estamos en una época en que es más probable que te quiten la cartera que perderla.

Nota: Párrafo perteneciente al capítulo titulado Desde las puertas del cielo, incluido en mi libro Siete paraguas al sol.

martes, 1 de diciembre de 2015

En otro Día Internacional de la Acción contra el Sida

Hoy, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Acción contra el Sida, recuerdo mi época de profesor universitario, cuando realizaba intervenciones para la prevención de esta enfermedad. Recuerdo también tantas charlas en tantos centros educativos, y aquella tesis doctoral que acabé dirigiendo a mi amiga Patricia sobre un análisis de eficiencia de la terapia antirretroviral.
Por entonces insistíamos mucho en que la mejor vacuna es la prevención... que no hay grupos de riesgo sino prácticas de riesgo... que si el Sida no discrimina, no discriminemos nosotros a quien lo padezca.
Ahora, por otros imperativos, ya no participo en aquellas sesiones. Pero eso sí: si recordar significa literalmente volver a pasar por el corazón, sigo recordando con mucho cariño aquel periodo de mi vida y en especial a todas las personas que en él conocí.