viernes, 23 de abril de 2021

Y en el Día del Libro

Para quienes pintaron El amor azul marino, escribieron sin remite algunas Cartas para un país sin magia, se vinieron conmigo a Mi planeta de chocolate, desplegaron en domingo Siete paraguas al sol, acunaron tantas ilusiones con esas Nanas para un Principito, soñaron en otra noche de Catorce lunas llenas, creyeron apasionadamente en El amor en los tiempos del Mindfulness, o incluso se fueron a dormir durante Catorce lunas menguantes... A cuantos aman y amamos la Literatura... ¡Feliz Día del Libro! 
https://www.youtube.com/watch?v=kgKNd_RWYX4

jueves, 22 de abril de 2021

En el Día de la Tierra

De entre el refranero de mi abuela Concha, destacaba aquel dicho que insistía en que las cosas del suelo no se cogen. Ella era capaz de reconocer la belleza, de encontrar la frase exacta para cada momento, de ser viento bajo nuestras alas. Pese a ello, mi abuelo Ildefonso nunca le hizo demasiado caso. A fin de cuentas, en aquellos tiempos de posguerra, él solía recoger colillas que los fumadores tiraban a la acera para desmenuzarlas y revender de nuevo su labor del tabaco. Esa misión de estraperlo era, sin duda, un método infalible para llevar algo más de dinero a casa que –por entonces, con cuatro hijos y una cartilla de racionamiento- buena falta les hacía. A fin de cuentas, los puertos quedaban lejos y, aun sin olvidarse nunca de su mar, hubo de reconvertir aquella profesión en maletero de una estación del ferrocarril.
Cierto es que –como su mujer le recordara- el dinero del pobre va dos veces al mercado, pero también que cuando la Vida te presente una razón para llorar, hay que demostrarle que tenemos miles para sonreír.
Paralelamente, cincuenta años después y aun cuando sea por distintos motivos, me encuentro como él: sin hacer caso a nuestra abuela y recogiendo colillas de diferentes espacios naturales. Cada vida es propia, pero estoy convencido de que las vidas resuenan. Unas veces de forma organizada, a través de esa asociación a la que pertenecemos y que dedica parte de su esfuerzo a limpiar de basura tantas riberas de río… Otras de manera improvisada, como esas batidas junto a mis hijos y algunos de sus amigos, en aquellas playas en las que pasamos cada verano.
En cualquier caso, esas colillas de cigarrillo son el objeto más arrojado en todo el mundo, incluyendo hábitats tan sensibles como nuestros bosques, montañas, ríos, océanos, ciudades... e incluso, dedicándole otro guiño a mi abuelo, estaciones de tren. Por poner solo un ejemplo, se calcula que de los 32.800 millones de cigarrillos que se consumen cada año en España, el 15% acaba directamente en nuestras playas. ¡Unos 4,5 billones de colillas en todo el mundo! Y en su conjunto –además de ser un posible desencadenante de incendios forestales, productor de miles de toneladas de anhídrido carbónico con efecto invernadero y en su cultivo una de las primeras causas de deforestación selvática-, resultan de los más contaminantes, con el agravante de que son dispersadas por el viento y la lluvia.

Nota: Texto incluido en el epílogo titulado Recogiendo colillas, de mi libro Catorce lunas menguantes (MAR Editor).

miércoles, 21 de abril de 2021

"Catorce lunas menguantes" en los bibliobuses de León

En la Biblioteca Pública de León, en las Bibliotecas Municipales de León, en la biblioteca de El Teléfono de la Esperanza-León... Y desde esta semana mis Catorce lunas menguantes (MAR Editor), con ilustraciones de la genial Raquel Ordóñez Lanza, se hallan también a disposición del público en los bibliobuses de esa provincia, gracias a la adquisición realizada por el Instituto Leonés de la Cultura, dependiente de su Diputación Provincial.
Sin duda, un motivo de satisfacción al permitir que su mensaje y sus cuentos en favor de la Naturaleza lleguen a todos los municipios, por perdidos que parezcan. Y es que además, parafraseando al mago Borges, siempre imaginé el trayecto al paraíso en una especie de bibliobús.

lunes, 19 de abril de 2021

Ganadlo en el terreno de juego

Desde pequeño, cuando acudía junto a mi padre al fondo norte de aquella Romareda, el fútbol ha sido una de mis pasiones. De hecho, lo vivo así: apasionadamente. Hasta el punto de que quienes me conocen acaban sorprendidos de que sea tan alemán ante un informe de mi trabajo y tan griego después de que nuestro equipo marque algún gol. Y es que el carisma de este deporte traspasa cualquier límite imaginable.
Mi abuelo nos contaba que en tiempos de la Guerra ambos bandos se permitían ciertas treguas para disputar entre ellos algún partidillo. Y recuerdo que otra vez, ejerciendo mis labores de médico en aquel país lejano, uno de los traductores me pidió un balón de fútbol, pues no halló mejor elemento que simbolizará sus deseos de paz.
Ante el anuncio de la creación de una Superliga Europea de este deporte por parte de doce clubes fundacionales, al margen de las simpatías que pueda tener por cualquiera de ellos e incluso de las antipatías que pudieran generarme la UEFA o la propia Liga española, declaro como aficionado mi firme postura en contra. Y lo hago haciendo mías las palabras de un hombre de fútbol de la cabeza a los pies; de ese entrenador argentino que dio ejemplo de fair play cuando jugándose el ascenso con el Leeds United ordenó a sus jugadores que se dejaran meter un gol, porque previamente habían marcado otro estando un contrario lesionado. Para el maestro Bielsa, los poderosos son los que producen, pero el resto son indispensables. Lo que le da salud a la competencia es la posibilidad del desarrollo de los débiles. Los ricos quieren serlo más a costa de que los pobres sean más pobres. Una de las razones por las que el fútbol es el deporte más famoso del mundo es porque el débil puede vencer al fuerte
Y en verdad, así es, pues el balompié no puede medirse solo con el prisma de un negocio. Por ello sin avaricias -siempre insolidarias-, y como lucía esta noche en una de las pancartas de su estadio, que cada cual gane sus derechos sobre el terreno de juego.

domingo, 18 de abril de 2021

De lumbalgos y fortalezas

Ocurrió hace un mes en cierto parque de mi ciudad. Allí, subida en aquel columpio, la Sirenita improvisó otro salto al aire que me obligó a sujetarla a peso, sintiendo en ese momento un fuerte dolor de espalda. Desde entonces arrastro esa lumbalgia que se ha venido de okupa a vivir conmigo. Y aun cuando al principio apenas le diera importancia, al final he tenido que rendirme a su constancia.
Nuestra amiga Soraya afirma que el cuerpo, -siempre sabio- nos habla en todo momento, si bien a menudo nos negamos a escucharlo. Y quizá con esta dolencia, el mío me gritase que parara. Así lo acabé haciendo, teniendo que dejar de trabajar, aplazando mi participación en la Semana Cultural de un colegio leonés y suspendiendo mi asistencia al Día del Libro en Zaragoza. 
Por suerte, ese lumbago parece ir a mejor. En verdad que he sido un paciente de lo más aplicado. Pese a ello, pese a todo, seguiré fiel a esa cita que -paradójicamente- conforma otra señera de nuestra vida: No pido cargas ligeras, sino una espalda fuerte.

jueves, 15 de abril de 2021

¡Quédate, Mr. Marshall!

Uno de esos amigos garnacha que me ha presentado la Literatura es, sin duda, Asier Aparicio. Además de excelente persona, es autor de casi 60 obras de teatro, seis novelas, tres discos, dos recopilaciones de relatos, decenas de artículos, estanterías de versos... habiéndome permitido el honor de presentarle en mi ciudad en la puesta de largo de un par de esas creaciones. 
En la biblioteca de nuestro salón asoman varios de sus libros. Entre ellos, ese ¡Quédate, Mr. Marshall! (Ediciones Irreverentes), con el que obtuviera su enésimo reconocimiento: el accésit del VI Premio Irreverentes de Comedia.
En estos días de reposo forzado, esa precisamente ha sido mi apuesta. Y no me equivoqué. Ambientada en aquel Villar del Río que popularizara el genial Berlanga, Asier aborda el drama de la España vaciada desde ese humor y con ese espíritu crítico que le caracterizan. No en vano, la principal empresa del municipio -una multinacional norteamericana- amenaza con cerrar, provocando otra catarata de problemas que sus fuerzas vivas tratarán de evitar. Entre sus personajes se perfilan distintas personalidades que se repiten generación en generación, diferentes perspectivas ante una misma tragedia, que en su trama se abordan con sapiencia e ironía. 
¡Quédate, Mr. Marshall!, de Asier Aparicio. Un homenaje a los cien años de Luis García Berlanga, para disfrutarlo, para sonreír. Y sobre todo, por si alguien aún pensara que leer Teatro no resulta entretenido.

miércoles, 14 de abril de 2021

Mi papá garnacha

Papá fue quien me explicó qué era la uva garnacha, cuyos racimos pintaron de morado los viñedos de su infancia. Se trata de una cepa rústica, resistente a la sequía, plagas y enfermedades. El vino que produce -sea tinto o rosado- posee cuerpo, solera, color granate y un aroma exquisito. Los viñateros suelen mezclar su mosto con otros, aprovechando ese poder de adaptación. Así, da fuerza al que no la tiene, textura al aguado, tonalidad al pálido, dulzor al amargo... Y tanino -principal fuente de vida- a todos sin discreción. 
Yo solía replicarle medio en broma que nosotros teníamos un papá garnacha, pues al igual que sucede con esa uva homónima, a su lado todos nos sentíamos mejor. 
Hoy hubiera sido su cumpleaños. Admito que el mundo ha cambiado bastante desde que marchó. Antes ni siquiera sabíamos qué era una pandemia. Ahora gritamos mucho, escuchamos poco; todos nos creemos en poder de la razón. Los teléfonos son móviles; las bicicletas, estáticas... La televisión se viste con toga, reservando a su carta de ajuste la presunción de inocencia... Puedes maldecir una vacuna a la vez que presumes de pasarte de la raya... La Antártida se derrite mientras el vertido de plásticos al mar resulta inasumible, pero realmente a pocos parece importarnos... Y esa Luna a la que escribo -al igual que el sentido común- se sigue alejando cuatro centímetros al año de la Tierra, quizá en busca de algún otro planeta donde habite la cordura. A veces, cuando sueño, pienso que yéndose en aquel accidente junto a mamá, ambos hicieron algo parecido. 
Por suerte, también sigo encontrando gente garnacha como él: personas con quienes somos sencillamente mejores; que siembran sonrisas, entierran rencillas, se entregan sin intereses... Y en estos días, en los que ando noqueado por esa lumbalgia que se vino de okupa a vivir conmigo, me cuidan con su presencia en cualquiera de sus formas. 
¡Feliz cumpleaños, papá! Por cierto, a ese Principito y esa Sirenita que rondan por la casa se le notan mucho tus genes. Y es que, al igual que tú, son niños garnacha.

martes, 13 de abril de 2021

Presentación online de "La memoria del Jardín"

Aunque por razones personales no pueda participar, a las ocho de esta tarde se presentará online vía Zoom una antología de relatos sencillamente extraordinaria: La memoria del Jardín, capitaneada por la genial Miriam Alonso. En ella estarán diversos autores de la misma, compartiendo sus vivencias al respecto y hablando entre otras cosas de cada flor que abordaron en su historia.
Sinceramente está siendo un placer disfrutar de este Jardín junto a personas como Miriam Alonso -coordinadora-, Medusa Dollmaker -ilustradora-, Scarlett de Pablo -maquetadora-, María de Miguel -prologuista-, Laura López Alfranca, Mª Dolores García Pastor -una de mis próximas lecturas será su El pasajero 2228-, Enara de la Peña, Luis Fernando González, Alberto González Llamas, Carolina Corvillo, José A. Bonilla, Salvador Calvo Oliva, Laura Morales, Estelita Lara, José Javier Carrasco Álvarez, César Palacios y María Martínez.
Para todos los que estéis interesados, podéis remitir un correo electrónico de inscripción a la siguiente dirección: miriamalonsocc@gmail.com

viernes, 9 de abril de 2021

De Brujas y de Lunas

El programa literario de Radio Nacional de España, Sexto Continente, dirigido por Miguel Ángel de Rus, es sin duda un referente en su género, no solo por ser el más escuchado, sino sobre todo por la calidad de sus contenidos.
En el emitido esta tarde bajo el título ¿Está la Atlántida 100 metros bajo el nivel del mar?, he tenido el gusto de participar junto a otros autores a los que admiro, recomendando en mi caso el último libro que leí con el Principito: Las Brujas (Alfaguara) de Roald Dahl... Anunciando que esas Catorce lunas menguantes (MAR Editor), con las que obtuvimos el II Premio Liliput de Narrativa Joven, se está introduciendo poco a poco en distintos centros docentes para trabajar el respeto a nuestra Naturaleza... Y como siempre, perfilando alguna sorpresa más.
Adjunto el enlace al programa de hoy por si os pudiera interesar:
https://www.rtve.es/alacarta/audios/sexto-continente/sexto-continente-esta-atlantida-100-metros-bajo-nivel-del-mar-frente-cadiz-12-04-21/5837437/?fbclid=IwAR1lSm6RFGRZGFQVSTdEn5V5rm_8OqIwkclJ8Hqsy7NiDGGfefIThUM8FBU

miércoles, 7 de abril de 2021

Sintiendo balonmano

Al igual que me pasara de pequeño, cuando decidí ser médico para curar a mamá de tantas toses, mis hijos tienen muy claro lo que les gustaría ser de mayor. La Sirenita nos dice que bailarina; el Principito, jugador de balonmano. A veces alguien insiste en que ninguna de esas opciones son realmente una profesión; entonces este último le replica: queremos ser lo que más nos gusta hacer.
Y es que a Manuel pequeño ese deporte le apasiona, echándolo de menos como nadie en estos tiempos de pandemia. No en vano, se siente muy orgulloso de jugar en el equipo de su colegio -Maristas San José, con el que fue campeón escolar hace dos años- y de formar parte de la Base de su querido club ADEMAR -categoría alevín-. Por eso, el día que le aseguraron que reiniciaba el deporte extraescolar y que de haber al menos diez niños se constituiría grupo de balonmano, emprendió entre sus compañeros de curso una campaña de captación. Para ello utilizó estrategias de empatía -Jugar te va a encantar-, saludables -¡Verás lo bien que te viene!-, disuasorias -En fútbol o baloncesto habrá demasiada gente- e incluso de lo más tentadoras -A lo mejor a final de temporada, mi padre nos invita a ver un partido en el Palacio de Deportes-. El caso es que, aun siendo solo nueve, finalmente ha salido grupo y este viernes -cumpliendo con las oportunas medidas preventivas- comenzarán a entrenar. 
Y así, mientras comparto su sueño, hago mía aquella frase que ideara ese novelista llamado Joseph Heller: He llegado por fin a lo que quería ser de mayor: un niño.