sábado, 30 de noviembre de 2013

Mi Medicina, mi Literatura

¡Cómo cambia la vida! Hace unos años me perdía en seminarios relacionados con la Medicina Preventiva y Salud Pública, mi especialidad. Y ahora, me encuentro entre jornadas literarias con el objetivo de intentar escribir mejor.
Si ayer presentaba ponencias a congresos sobre enfermedades infecciosas, drogodependencias u otros temas de interés epidemiológico -de hecho, llegamos a llevarnos más de un premio a la mejor comunicación-, hoy propongo mis relatos en los cursos de escritura a los que asisto. Si antes me alegraba publicar artículos médicos en revistas científicas de primera línea, ahora disfruto presentando alguno de mis cuentos a la última antología.
En este sentido, acabo de participar en un taller sobre técnicas creativas -"Tirar del hilo"-, dirigido por el escritor Raúl Vacas Polo. De entrada, diré que ha estado fantástico. En él abordamos la literatura como herramienta de aprendizaje y comunicación, descubrimos la poesía como recurso para el aprendizaje, trabajamos el juego como elemento dinamizador... Francamente interesante.
Ante tal entusiasmo, alguien podría pensar que he pasado de ser un médico que de vez en cuando escribe a un escritor que en sus ratos libres se pone la bata blanca... Pero no. Ambas disciplinas, Medicina y Literatura, forman parte de mi vida. La primera es mi vocación; la segunda, mi afición. Las dos conviven juntas, sin celos ni tensiones. Y las dos, de uno u otro modo, contribuyen a que sea la persona que quiero ser.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Cuentos del Mundo en el "Juan del Enzina"

En la mañana de este próximo viernes 29 de noviembre, en el IES. Juan del Enzina (León), presentaré a una parte de sus alumnos mi sesión de cuentacuentos Cuentos del mundo, en la que combino mis experiencias como médico y escritor por los cuatro continentes en los que he trabajado. Con el billete de preferente que proporciona nuestra imaginación, viajaremos a Benin (África), los territorios de la Antigua Yugoslavia (Europa), Perú (América), la India y Oriente Medio (Asia). Desde ese asiento privilegiado que otorga la experiencia, reflexionaremos sobre las epidemias, los campos de refugiados, esas catástrofes naturales, tantas y tan tristes guerras... Y por supuesto, compartiré los cuentos y vivencias que los habitantes de aquellos lugares compartieron conmigo.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Chocolate para la Feria de Guadalajara

Entre el 1 y el 5 de diciembre, mi editorial Ediciones Irreverentes participará en la Feria del Libro de Guadalajara (México), la más importante del mundo de habla hispana. En el Centro de Exposiciones de la Feria -Expo Guadalajara, Avda. Mariano Otero 1499, Col. Verde Valle- compartirá stand con la editorial MAR Editor -en cuya Antología de relatos sobre Praga también he participado- y con la distribuidora internacional Panoplia Libros.
Sé por mi editor que uno de sus objetivos es negociar in situ los derechos de sus autores con editoriales y agencias internacionales... Y sé también que mi persona como escritor y Mi planeta de chocolate como libro de cabecera ocupan un lugar preferente en ese catálogo que ha elaborado y que, además de buena literatura, rebosa de ilusión.
Mucho ánimo ante tal iniciativa y, por supuesto, toda la suerte del mundo... A ver si, además de difundir las aventuras de Benito Expósito Expósito -el pequeño protagonista de mi novela-, conseguís llenar la Feria de ese estupendo chocolate que de una u otra manera le acompañó por la vida.

viernes, 22 de noviembre de 2013

En el Día de la Música

Érase una vez un trío de músicos ambulantes que viajaban de pueblo en pueblo: Lera al clarinete, Lali con el violín y Lino desde el trombón. Cada día su furgoneta destartalada llegaba a una plaza nueva. Aparcaban muy cerca de la iglesia, almorzaban huevos fritos en el bar de los huevos fritos y empezaban a tocar. La recaudación del platillo, sin ser exagerada, permitía ese nivel de vida.
Alguna vez la guardia urbana solicitó sus permisos pero nunca tuvieron mayores problemas; ¿o sí...? En una ocasión acabaron declarando en el cuartelillo delante del sargento.
Aquella mañana de febrero hacía mucho frío: apenas dos grados al sol y un viento lacerante caído de las montañas. Era una aldea perdida, de esas que ignoran las guías de viajes. Su plaza estaba vacía, sin ropa en los tendederos ni caños en su fuente. No había jardines, chatos de orujo, perros en los vertederos. Lera comentó algo sobre aquel lugar:
-  Aquí viven dos hermanas. Una reside al norte, en pleno bosque, y la otra al sur, junto al río. No hay nadie más. Si queremos que alguien nos escuche debemos ir a verlas...

Nota: Párrafo perteneciente a mi cuento titulado Que se llama Soledad, incluido en mi libro El amor azul marino. Está dedicado a todos esos amigos músicos con los que últimamente comparto vida. ¡Feliz Día de Santa Cecilia, Patrona de la Música!

martes, 19 de noviembre de 2013

Las personas garnachas

En Puerto Nuevo de las Cerezas abunda un tipo de uva llamado garnacha, cuyas vides pintan de morado cada amanecer. Es una cepa rústica, resistente a la sequía, plagas y enfermedades. De color negro y racimo para mesa, su grano resulta dulce, ovalado, de piel fina, pulpa jugosa. El vino que produce –sea tinto o rosado- tiene cuerpo, solera, color granate y un aroma exquisito a base de especias. Los viñateros suelen mezclar su mosto con otros, aprovechando ese poder de adaptación. Así, da cuerpo al que no lo tiene, textura al aguado, tonalidad al pálido, dulzor al amargo. Y tanino –principal fuente de vida- a todos sin discreción.
En cualquier sitio anhelamos ese tipo de persona llamada garnacha, cuya presencia dibuje sonrisas en cada atardecer. Hombres y mujeres que facilitan, que destensan los conflictos sin perder sus convicciones, que no llenen de trabas cuanto le propongas. Gestos que den confianza a quien desconfía, aliento al abatido, un hombro en el que apoyarse a quien precise de apoyo... Sabiendo que a su lado parecemos mejor de lo que somos.

Nota: Párrafo perteneciente al capítulo titulado Cien paraguas al sol, incluido en mi libro Siete paraguas al sol.

domingo, 17 de noviembre de 2013

El color del cielo

Santiago Morata es otro de esos amigos que me ha proporcionado la Literatura. El hecho de que empezáramos a escribir casi al mismo  tiempo  ha permitido que coincidiéramos en distintos foros, presentaciones, firmas de ejemplares y alguna que otra feria. Asimismo hemos compartido proyectos, pudiendo presumir de haber leído los cinco libros que hasta la fecha lleva publicados.
Santiago es un hombre polifacético: viajero empedernido, apasionado de la fotografía, diseñador, pintor de óleo, escritor… Y en todas esas actividades cultiva una innegable capacidad de sorprender. Sus cuatro primeras obras pertenecen al género de la novela histórica, habiéndose sumido con acierto en los orígenes del Reino de Aragón o en los entresijos del Antiguo Egipto.
Con estos antecedentes, llega a mis manos su último libro: El color del cielo (Ediciones Nowtilus). Un texto que mantiene muchos de los indicativos del sello de Morata: la intención clara de entretener, un ritmo fluido desde el principio, unos personajes tan cercanos como elaborados, esa fina e inteligente ironía, el factor sorpresa para su final… Pero sin embargo, resulta diferente a los demás. No en vano, el propio autor se ha referido a él como un “divertimento propio”, una “fábula”, un “desahogo”.
Para empezar, El color del cielo es una novela de ficción protagonizada por dos personajes distantes en el tiempo –Pol en el pasado y Peter en el futuro-pero próximos en sus vivencias, capaces de comunicarse e interactuar a través de los sueños. El de Peter es un mundo caótico, en el que las grandes ciudades han ido desapareciendo a consecuencia de las guerras, los desastres naturales, la contaminación. El de Pol es un mundo anterior que sobrevivió a un cataclismo similar. Ambas historias paralelas que acabarán convergiendo se narran en primera persona, alternando episodios de vigilia y sueño. En ellas, el color de sus cielos respectivos juega un papel fundamental.
La trama incluye referencias a la novela negra –desde secuestros a asesinatos, que ayudan a mantener su tensión argumental-, elementos apocalípticos –describiéndose con crudeza una Tierra al borde de su fin-, apuntes ecológicos, licencias sensuales tratadas siempre con delicadeza e incluso un guiño probablemente intencionado al mito de la cueva de Platón –dado que es ese el refugio al que recurren ambos protagonistas. Contiene además una aguda crítica a la intolerancia social –como ocurre con la tribu de Pol- y un claro mensaje de concienciación medioambiental –a caballo entre el terror y la esperanza- sobre el trato que estamos dispensando a nuestro planeta.
En definitiva y en mi opinión, El color del cielo es una novela interesante, ágil, entretenida, fiel al estilo de su autor que –si bien resulta especialmente recomendable para los amantes del género de ficción- sorprenderá a cualquiera de sus lectores, invitándoles de paso a esas mismas reflexiones.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Encuentro con la Literatura y Música Aragonesa

Este próximo domingo, a partir de las 18:30 horas, organizado por la Asociación Aragonesa de Escritores, se celebrará en la Casa de Aragón en Madrid (Pza. República Argentina, 6) un Encuentro con la Literatura y la Música Aragonesa. El acto incluirá dos homenajes: a Javier Tomeo y José Verón, y a seis autores que han recibido el Premio de las Letras Aragonesas, a través de la lectura de sus textos por parte de miembros de la Asociación. De entre los participantes, destacan el actor José Luis Pellicena y el escritor Ángel Guinda -Premio de las Letras Aragonesas 2010-, en tanto que la rondalla de la Casa de Aragón será la encargada de poner sus acordes a las palabras.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

"Aldeas Infantiles" con Filipinas

Cedo el espacio de esta entrada al mensaje que Aldeas Infantiles SOS ha colgado en su muro de facebook con motivo de la calamidad que en estos días está viviendo Filipinas:

"Emergencia en Filipinas, ¡necesitamos tu ayuda!
Desde que el pasado 8 de noviembre el tifón Haiyán arrasara con todo, millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente. Medio millón han sido desplazadas y miles de niños se encuentran en una situación especialmente vulnerable. Una de nuestras aldeas en Filipinas ha sido gravemente dañada aunque, afortunadamente, los niños, jóvenes, madres SOS y equipo de Aldeas se encuentran a salvo.
Ante esta devastadora situación, hemos puesto en marcha un plan de emergencia y todos nuestros equipos están trabajando para proporcionar agua, alimentos y refugios en Tacloban y otras zonas afectadas. ¡Colabora! ¡Ayúdanos en esta terrible situación!".
http://www.aldeasinfantiles.es/Conocenos/actualidad/Emergencia-en-Filipinas/Pages/default.aspx

domingo, 10 de noviembre de 2013

Tardes de compañía

Desde el Proyecto Solidario Los Argonautas, con el que participo regularmente desde mi condición de médico y psicólogo, se viene desarrollando en distintos centros para personas mayores de Madrid una iniciativa digna de mención: Tardes de compañía. Su objetivo es "romper la monotonía, acompañar, entretener, alegrar y transmitir afecto a dichos mayores desde la igualdad y la empatía" a través de actividades lúdicas y socioculturales, tales como sesiones de juegos, talleres de todo tipo, salidas y visitas, actuaciones musicales...
El proyecto cuenta para ello con un cuerpo sólido, motivado y bastante heterogéneo de voluntarios, lo que avala su desarrollo. Por eso no es de extrañar que Los Argonautas fueran finalistas de los V Premio Jóvenes Emprendedores Sociales, convocados por la Universidad Europea, destacando el jurado técnico "su seriedad, alta dedicación y alto poder de movilización".
Tardes de compañía, una actividad solidaria y entrañable que -junto a mi más sincero reconocimiento para estos voluntarios- me apetecía mucho compartir.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Luces en el canal

Como médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, sé que leer constituye un factor positivo para la salud que rebosa beneficios: mantiene activo nuestro cerebro, induce patrones de sueño favorables, mejora la memoria, reduce el estrés, facilita el desarrollo emocional… E incluso ayuda a ocupar adecuadamente nuestro tiempo libre, erigiéndose en un factor de protección frente a determinados hábitos nocivos.
A leer libros se aprende desde niño. Por eso resulta tan importante hacerlo a edades tempranas y con los textos adecuados: tramas sencillas pero cercanas, un escenario atractivo, personajes que transmitan valores con los que sea fácil empatizar, ilustraciones favoreciendo su comprensión… Todas esas características las cumple sobradamente Luces en el canal, una obra recomendada para lectores a partir de los ocho años, con los que David Fernández Sifres ha obtenido el Premio El Barco de Vapor 2013.
Luces en el canal cuenta la historia de una amistad: la entablada por Frits –un niño que perdió su pierna izquierda en un accidente de bicicleta- y Jaap Dussel –un viejo vagabundo que vive junto a su mujer en una barca-. Una amistad cómplice, sincera aun cuando a veces se ayuden a escondidas, y sin condiciones, a través de la cual y utilizando otros personajes secundarios –como  la madre de Frits- el autor pone en tela de juicio alguno de nuestros prejuicios sociales. Esa historia se desarrolla en Ámsterdam, la ciudad de los canales, las bicicletas y las cigüeñas, con el trasfondo de ese misterio de los destellos que cada noche salen de la barca de aquel señor con nombre y sombrero que la protagoniza.
Su lectura resulta fluida, las ilustraciones de Puño tan oportunas como atractivas, y su final sorprendente, imaginativo e inimaginado, si bien conociendo a David Fernández Sifres era de prever que acabara siendo así.
En definitiva, Luces en el canal es un libro muy recomendable para esos niños a los que va dirigido y para aquellos mayores que nunca dejarán de serlo, desde otra convicción que comparto al cien por cien con su autor: “En la vida las cosas pasan y hay que aceptarlas… Aunque parezcan increíbles”.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Presentando a David Fernández Sifres

El próximo viernes 8 de noviembre, a las 20:00 horas, en la Librería Casla (C/ Velázquez 17) de León, tendré el gusto de presentar a uno de esos amigos que me ha regalado la Literatura: David Fernández Sifres. Allí -además de otras muchas cosas- hablaremos de su última obra, Luces en el canal, con la que ha sumado a su palmares de galardones (Premio Alandar 2011 y Premio Ala Delta 2012) el Premio El Barco de Vapor 2013.
A través de este libro, sé que a David le encanta viajar. En uno de sus últimos viajes visitó Ámsterdam -la ciudad de las bicicletas- y pensó que le gustaría escribir una historia que pasase allí, con sus canales y sus barcas. David vive en León, en un noveno, y desde la habitación en la que escribe ve un nido de cigüeña. Cada año, cuando nacen los polluelos, los observa con prismáticos. Una vez, también pensó que le gustaría escribir una historia con cigüeñas. Al final escribió esta, mezclándolo todo, como las recetas de su madre. Y doy fe de que quedó muy rico.
Amigo David: ha sido un placer leerte y será un placer acompañarte en esa presentación a la que -por supuesto- estáis todos invitados.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Un relato en mi chistera

En ese discurrir que marca la vida, son muchas las personas que nos van dejando huella. Aquel sabio profesor al explicar el universo con lentejas, un tal Miguel Labordeta que descubrí en clase de Literatura, ese primo mío con el que comparto confidencias, la hilandera de algún barrio de Kabul. Y es que hay gente que tiene el don de transmitirnos parte de sí mismo.
Resulta evidente que algunos más que otros; y que hubo quien me enseñó de tal manera su lección que jamás la olvidaré. Así ocurrió con mi primera maestra. La señorita Charito, a pesar de la redundancia, fue quien nos detalló el proceso de la concepción humana en aquella aula de segundo de EGB -la antigua Educación General Básica-. Solo a los pequeños, eso sí, que por entonces las niñas iban a otro colegio:
- Imaginaos que papá coge una semilla de melón y la pone en la tripita de mamá. Luego la riega, le da mimos, le hace carantoñas... cada noche durante nueve meses, hasta que nace un precioso bebé.
Reconozco que aquella explicación me impactó de tal modo que siendo como éramos cinco de familia, sin posibilidad de compartir más espacio en el dormitorio, cada vez que mi madre ponía en la mesa una pieza de aquella fruta me afanaba por retirarle las pepitas:
- ¡Que no las vea papá –les decía a mis hermanos-, o nos veo durmiendo en el pasillo!

Nota: Párrafo perteneciente al prefacio titulado Un relato en mi chistera, incluido en mi libro Cartas para un país sin magia.