martes, 26 de enero de 2021

A propósito de "Catorce lunas menguantes"

Aun cuando no corran los mejores tiempos para la Literatura -tristemente, para casi nada-, comparto algunas de las reseñas recibidas por distintos medios a propósito de mi último libro Catorce lunas menguantes (MAR Editor), recientemente galardonado con el II Premio Liliput de Narrativa Joven y, sobre todo, con el cariño de sus lectores.
Manuel, librero de Zaragoza, escribía: "Catorce lunas menguantes" es uno de los mejores libros que he leído por sus cuentos y sus mensajes que llegan al corazón para ser activos y poner nuestro granito de arena para ayudar al planeta Tierra... Contigo el mundo es más bonito.
Ana, quien fuera tantos años mi dentista, comentó: Me ha sorprendido gratamente el tema que has abordado en tus cuentos, esa Naturaleza y ese planeta que todos debemos cuidar. Excelentes las narraciones desde los diferentes puntos del mundo. Me encantan los cuentos de la Creación de la Naturaleza; con qué sencillez y hermosura los cuentas. Eres un genio. No dejes nunca de escribir.
De mi colega Enrique, he sabido: Recién finalizada la lectura de un delicioso "Catorce lunas menguantes". Leído en altura, rodeado de nieve y silencio. Enhorabuena y gracias por regalarme esta experiencia.
Con esa amiga leonesa, he sonreído porque me encanta y a mi madre también, incluidas las ilustraciones de Raquel... De Andrés, profesor de instituto en Madrid, que debería ser de lectura obligatoria, y no solo para mis alumnos... De Sofía, allá por tierras del sur, que agradezco infinito una aportación tan bonita y con esos relatos para ayudar a salvar nuestro planeta.
Y es que, como sugiero en el prefacio del libro, este es uno de los objetivos de nuestras Lunas. Porque allá donde quede corazón, cabeza y manos, aún existe una posibilidad para la Esperanza.

lunes, 25 de enero de 2021

Dr. Juan Antonio Abascal Ruiz, In Memoriam

Honrar a tus maestros es uno de los principios fundamentales de cualquier buen alumno. De ahí que siempre que tengo ocasión procure dar las gracias a todos aquellos que me formaron, nos ayudaron y de una u otra manera me acompañaron hasta llegar a la persona que hoy mismo soy.
Aun cuando algunos se fueron, nunca olvidaré a los profesores Felícito García-Álvarez -a quien, además de director de mi tesis doctoral, considero mi padre en la Medicina-, Luis Gómez Lus -hombre de Ciencia de la cabeza a los pies-, al pediatra Manuel Bueno, María Castellano -la primera mujer en obtener una cátedra en España, concretamente en Medicina Legal de mi Universidad de Zaragoza-... Y en el terreno de la Medicina Preventiva, a mi compañero, el doctor Juan Antonio Abascal, quien además de una excelente persona fuese un gran docente e investigador, galardonado entre otros con el Premio Nacional y Europeo de Medicina Preventiva 2019. De ahí que al saber de su adiós, ocurrido a principios de este año, haya sentido una notable tristeza. 
Desde mis clases en la Facultad hasta el último proyecto de investigación en estos tiempos del Coronavirus, recuerdo su generosidad para compartir -tanto conocimientos como sonrisas-, su paciencia para con mis dudas, su disponibilidad porque siempre estaba ahí... Sin duda, fue profesor en toda la extensión de la palabra.
Dr. Juan Antonio Abascal Ruiz. Descanse en Paz.

domingo, 24 de enero de 2021

Seguimos cuidándonos

En estos últimos días he recibido distintos correos por diferentes medios interesándose por nuestro estado, dado que últimamente he dejado de aparecer en las redes sociales, incluido mi blog. Los agradezco de aquí a Zaragoza, como diría mi Sirenita. Lo que pasa es que apenas me queda tiempo. Hay mucho que atender, muchísimo que decidir. 
De salud andamos bien, y aun cuando podría atraparnos en cualquier momento, nos hemos empeñado en ponérselo difícil a este maldito Coronavirus: salimos poco, nos juntamos poco si no hace falta juntarse, hablamos poco cuando no se precisa hablar... Y de trabajo, os lo podéis suponer. Sin embargo, en este sentido no quisiera hablar de mí, sino de tanto personal sanitario y no sanitario que lo está dando todo en esta lucha. De esos profesionales que sin solución de continuidad asisten cuanto les llega a su Servicio de Urgencias, de cada rastreador repescando contactos estrechos entre listados para que cumplan su cuarentena, de esa enfermera que me envía wasap a las seis de la mañana con las previsiones de vacuna que empezarán a poner a las ocho... Admito que en estos tiempos del Coronavirus hay muchas personas poniendo en este envite lo mejor de sí mismos. Por ellas también, seguiremos cuidándonos.

martes, 12 de enero de 2021

Y sin embargo es redonda...

Hace muchos años -tantos que parece cuento-, en un lejano país llamado Benin, el chamán de cierta tribu pretendía demostrarme ante los suyos que nuestro planeta era plano. Para ello, en otra ceremonia repleta de magia, colocó un coco sobre una tarima y, viendo que permanecía inmóvil, gritó ante los ojos atónitos de todos:
- Kusenjalo... Ukube umhlaba bekuyindilin bekuzonyakazaga -Está quieto... Si la Tierra fuera redonda, se movería-.
Al ritmo del tam-tam, aquel hechicero regresó a su choza sin atender a ninguno de mis razonamientos. Mas tampoco insistí demasiado, a sabiendas de que al margen de su opinión nuestra Tierra es como es, con el añadido de que nunca le podría convencer.
Hace unas horas -tan pocas que parece que estuviéramos en la era de Internet- recibía un email de cierto amigo cercano que negaba ese calentamiento global que cito en mi libro Catorce lunas menguantes (MAR Editor).
- Asómate a la ventara y verás cómo nieva. 
Al ritmo del teclado de mi ordenador, he decidido no contraargumentarle. No decirle que, precisamente, las olas de frío glacial son consecuencia de dichos cambios, que tantos desajustes en el clima tienen efectos extremos y poco previsibles, que ese calentamiento general es consecuencia directa de la actividad humana... ¿Para qué? Tristemente y con independencia de nuestra opinión, ese calentamiento está ahí y, si no hacemos algo por remediarlo, sus repercusiones serán irreparables... Pero es que además, sé que nunca podré convencerle. 
Eso sí: al igual que le dijera a aquel brujo de Benin, Futhi nokho kuyindilinga... -Y sin embargo es redonda...-.

lunes, 11 de enero de 2021

Segunda edición de "Catorce lunas menguantes"

Sé que entre las noticias que nos traen la Meteorología y esa disciplina mía llamada Epidemiología, tenemos razones de sobras para quedarnos helados.
Sin pretender distanciarme de tal realidad y con el fin de aportar cierta dosis de calidez, aunque sea literaria, comparto que esta mañana ha entrado en imprenta la segunda edición de mis Catorce lunas menguantes (MAR Editor), ilustradas por nuestra amiga Raquel Ordóñez Lanza.
A la espera de que salgan, nos seguiremos cuidando, nos seguiremos abrigando... Para que pronto así, nos podamos volver a contar.

domingo, 10 de enero de 2021

La vuelta al cole

Mañana lunes será la vuelta al cole de mis hijos, tras casi tres semanas de vacaciones por Navidad. Y por primera vez si no recuerdo mal, ninguno de los dos quiere regresar. No es ni por la nieve, ni por sus clases ni por tener que levantarse más temprano, sino por tantas horas seguidas de mascarilla en esas jornadas partidas que se han mantenido a lo largo de la pandemia. El Principito se queja además de que no puede -en este caso, atendiendo a la normativa vigente- practicar ese balonmano que tanto le gusta, durante esa hora larga que tiene libre después del comedor; la Sirenita, del eritema facial que le genera su máscara.
Sin duda, no haberles podido ayudar a conseguir una jornada continua ha sido mi mayor fracaso como epidemiólogo desde que todo empezó, a pesar de contar a mi favor con el sentido común, ese principio de precaución que debería regir en cualquier intervención de Salud Pública, el ejemplo de otras Comunidades e incluso el voto favorable de la mayoría de padres/madres de nuestro colegio. De hecho, cualquiera que nos conozca sabe que me he desvivido ayudando en lo posible -siempre dentro de mis competencias- a cuantos lo han requerido... Sin embargo, ayudar a mis propios hijos me ha resultado imposible. Por encima de mi nivel técnico hay otro superior en el que se toman las decisiones, al que ni tengo acceso ni muchas veces comprendo.
De ahí que al cansancio que en estos momentos acumulo, sume esa decepción personal. Y de ahí también que admita que esté moviendo hilos para cambiar, para dejar mi puesto de epidemiólogo en cuanto pueda, para emprender otra labor en la que sentirme más realizado. Nadie es imprescindible en ningún cargo y de seguro que quien venga lo hará tan bien o mejor que yo.
En lo que sí que no cambiaremos nunca es en esa costumbre familiar de contarnos un cuento antes de dormir. Eso depende de mí, sin ningún cortapisas ni nivel por encima. Y en eso, Principito y Sirenita, sabéis sobradamente que jamás os fallaré.  

sábado, 9 de enero de 2021

Mi Caballito de Mar

Cuentan que se cuenta por ahí que, en aquellos primeros días de la Creación, la Madre Naturaleza decidió premiar la virtud de algunos animales otorgándoles un título acreditativo. Así, atendiendo a su comportamiento, nombró al Perro representante de la Fidelidad; a la Golondrina, de la Constancia; a la Cigüeña, de la Piedad; al Búho, de la Prudencia… Y así, una a una a cada bestia que pudiera merecerlo.
Cuentan también que después de haber despachado al Loro con un diploma por su Indiscreción, aquella Tierra se fue a dar un baño al fondo del océano. Y estando allí, sumergida entre la espuma, contempló maravillada una danza que escenificaban dos Caballitos de Mar. En semejante cortejo, macho y hembra emiten una serie de chasquidos peculiares durante horas, dándose caricias y abrazos hasta acabar entre piruetas enganchados por sus colas.
- ¡Qué movimientos tan sincronizados! –exclamó-… ¡Y qué románticos!
Luego es la hembra quien deposita sus huevos en una bolsa del macho, encargándose este de su fertilización, de su incubación y de su alumbramiento.
No obstante, lo que más llamó su atención es que ambos viven juntos para siempre. Uno pendiente del otro, al lado del otro; ofreciéndose protección, compartiendo su alimento, dedicándose continuamente detalles de afecto. Todas las mañanas repiten entre corales esa danza que les une. Y cuando uno de los dos fallece, la pareja se queda al lado dejándose morir.
Tal derroche de cariño gustó tanto a esa Madre Naturaleza que aquella misma tarde decidió conceder al Caballito de Mar un título que desde entonces ostenta con orgullo: el de símbolo del Amor. Y de paso –a sabiendas de su delicadeza y del sentimiento que representa- transfirió a los seres humanos la responsabilidad de cuidar ese hábitat, de ser respetuosos con sus aguas, de preservar cada espacio natural.
Esta historia sucedió como te digo… Si te ha gustado mucho, cuéntasela a algún amigo.

Nota: Cuento incluido en mi libro Catorce lunas menguantes (MAR Editor), con ilustraciones de Raquel Ordóñez Lanza.

miércoles, 6 de enero de 2021

La magia de una palabra

Fiel a esa tradición que cultivo desde hace años, en esta Noche de Reyes he escrito un nuevo cuento. Quizá se quede en eso, en una sola historia... o acabe formando parte de cualquier antología. Y al terminarlo, casual o causalmente, he escuchado en la voz de la artista Isamil9 aquel relato mío titulado La magia de una palabra que compuse hace tanto en otra víspera como esta.
Mil gracias a Isamil9, sencillamente genial, por pintarle con tanto sentimiento... A Marcelo Óscar Barrientos por vestirlo con esas fotografías -¡qué cierto que desde su cámara una imagen vale más que mil palabras!-... A las Bibliotecas Municipales de León por sumarse a tal regalo, incluido en la actividad Préstamo de Letras de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de León.
Y como los presentes se disfrutan más compartidos, adjunto el enlace a Youtube por si lo quisierais escuchar:
A pesar de las circunstancias -o precisamente por eso- Feliz Noche de Reyes. 
https://www.youtube.com/watch?fbclid=IwAR3PUcAj2ubxz-RtkM2VW8QbLHWrKZPtgBQfJI9kqgGaSC-bnHP1aEbe8Jo&v=RSUZbJib5ls&feature=youtu.be

martes, 5 de enero de 2021

La materia de los sueños

En esta víspera de Reyes que siempre he vivido con tanta emoción, empecé la mañana recibiendo otra crítica preciosa a propósito de mi último libro, Catorce lunas menguantes (MAR Editor), que termina con un halago entrañable: Manuel, gracias por escribirlo. Estás hecho del material con que se hacen los sueños. Es cierto que tales palabras procedían de una lectora amiga y poeta, pero no es menos cierto que me consta que le ha encantado.
Al mediodía mi editor nos aseguraba que su primera edición está a punto de agotarse y que en nada se ponen con la segunda. ¡Otra sorpresa de lo más agradable en estos tiempos que corren!
Por la tarde, una artista como Isamil9 pondrá voz a mi relato La magia de una palabra, dentro del ciclo Préstamo de Letras, que organiza Bibliotecas Municipales de León. ¡No sabéis cuánto agradezco que lo hayan elegido en este día!
Y por la noche, siendo fiel a mi propia tradición, empezaré una nueva obra. Después de tantas Lunas, ¿qué tal un poco de Sol? En cualquiera de los casos y a pesar de las circunstancias, ¡que nunca perdamos la ilusión! Es el único remedio que conozco para conservar esa materia con la que dicen que se hacen nuestros sueños.

domingo, 3 de enero de 2021

Secuencia de un brote

Terminé aquel 31 de diciembre recibiendo una alerta epidemiológica relacionada con COVID19 y -media hora después, pero en un año distinto- empecé el 1 de enero atendiendo otra. Y es que, estando de guardia como estaba para dos provincias y tres Áreas sanitarias, eso era algo que podía ocurrir.
Así se lo decía esta tarde a mi amigo Nicasio durante el paseo que compartimos. De hecho, le explicaba la secuencia del último brote declarado. Una pareja joven decide venir a nuestra ciudad desde otra Comunidad a pasar la Nochevieja con sus padres respectivos. El día 30 de diciembre ella amanece indispuesta, con febrícula y cuadro catarral. Se toma un paracetamol y, pese a todo, se ponen en camino. Él está asintomático. Llegan a casa de sus suegros y almuerzan con ellos. Pasan esa sobremesa con más familia. Al día siguiente prosiguen en su tour visitando parientes. Por la noche se reúnen para cenar junto a otras ocho personas. Nadie usa mascarilla y reconocen que tampoco mantienen ninguna distancia de seguridad. Y es que, como dijera el hombre, estando con los míos, me niego a llevarla. La mujer controla su sintomatología a base de más paracetamoles. 
El día de Año Nuevo, ella continúa con fiebre alta, por la que acude al Servicio de Urgencias del Hospital. Ante la sospecha diagnóstica, le realizan una PCR que resulta positiva. A la mañana siguiente, se le indica esa misma prueba al resto de comensales por considerarse contactos estrechos: seis de ellos son positivos. No se descartan otros contactos. Ayer por la noche el padre de él debuta con fiebre y esta misma mañana ha ingresado en el hospital con una insuficiencia respiratoria. Se trata de otro brote familiar en toda regla. ¿Se podría haber evitado?
Por principios, nunca hablaré de culpables, mas sí de responsabilidades. Y es que queda claro que o no nos hemos sabido explicar o muchos siguen sin comprender en qué consiste la recomendación de una Navidad segura.