jueves, 14 de agosto de 2008

Cerrado por vacaciones


Recuerdo que siendo un niño los vecinos me cantaban esta letanía: "A Manolito Cortés, corriendo siempre lo ves". Pues bien, creédme: hoy en día me la podrían seguir recitando ya que no he dejado de correr.
Quizás por eso agradezca tanto las pausas, los descansos. Y, sin duda, hoy es un día para parar. A partir de las dos de la tarde comienzan mis vacaciones y las pienso invertir en descansar .
De aquí al 7 de septiembre, alternaré León con algún pueblo de su provincia. Sin más. ¡Será un verano tranquilo! Si os parece, a partir de ese día nos lo contamos.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Un regalo para Lida


Este relato, escrito la noche de un cinco de enero a miles de kilómetros de aquí, está incluido en mi libro Cartas para un país sin magia.

Sabb bekbair:
Esta noche es noche de Reyes; y como tal, pese al frío intenso que corta los pensamientos, quisiera pedirles un regalo especial. Me encantaría pillar el gordo de una primitiva, que mi equipo de fútbol ganase un millón de copas, que la cosecha de trigo de mi comarca sea la mejor de entre todas las comarcas. ¡Pero no! Lo que pido esta vez no será para mí, sino para Lida.
Lida Hezzatullah ha nacido esta madrugada. Le dicen bebé afortunado: con apenas dos kilos de peso, sobrevivirá a un mundo en el que no se permiten tales ligerezas. Sus padres tuvieron la ocurrencia de acudir en mulo a este hospital, donde hay algo tan extraordinario como unos sanitarios y una incubadora. Ese detalle tan nimio le ha salvado la vida.
Se ve muy pequeñita, mucho más que cualquiera de mis sobrinos cuando llegaron. Luce igual de preciosa.
Pues bien, queridos Magos, me gustaría que esa niña, y en ella todos los pequeños de este país, tuvieran otra cosa aparentemente extraordinaria: INFANCIA.
Me encantaría que su esperanza de vida fuera la de cualquier chaval español aunque, tal vez, aumentarla de repente en los cuarenta años que hoy les separan resulte un imposible.
Daría cualquier cosa porque sus probabilidades de fallecer antes de los cinco años no fuesen, como son, del 25%. Que la fiebre tifoidea, una enfermedad cuya vacuna no vale más que una ronda en cualquiera de nuestros bares, no asome a sus juegos. Que la polio, prácticamente erradicada de nuestro planeta, no la deje coja. Que su perro no muerda con rabia, que su agua oliese a cloro, que en su mesa hubiera siempre primer plato.
Cierro los ojos y pido para que nadie la discrimine por el mero hecho de ser mujer, porque no se case adolescente con un anciano de conveniencia, porque ninguno la humille si se enamora de la persona equivocada.
¡Qué bien si tuviera un trabajo digno, parques sin minas que desvelen su sueño, asistencia sanitaria cuando tosa, voz y voto en las reuniones de vecinos! ¡Que su casa de adobe luciera dormitorio, leña su estufa, tizas para la pizarra!
Me da que estoy pidiendo demasiado. E incluso puede que, cuando regrese a España allá por el mes de marzo, Lida sea sólo un nombre, una foto, un recuerdo.
No sé... Hace mucho frío, si bien esa pequeña ha llenado de Magia nuestro corazón. Porque, sin duda, de magos es luchar así por la Vida.
Os envío un poquito desde aquí.
Ruz bekhair.

martes, 12 de agosto de 2008

Cartas para un país sin magia


Aquí va la ficha de mi segundo libro, Cartas para un país sin magia, publicado por Ediciones Irreverentes:

Cartas para un país sin magia constituye la segunda obra de Manuel Cortés Blanco. Fiel a un estilo cálido y original, el autor repasa distintos viajes que ha realizado en su vida hilándolos a través de una historia personal. A modo de misivas, reflexiona sobre sus experiencias: el viaje de estudios a Roma, las charlas con un niño soldado en África, su perspectiva del puente de Mostar, el nacimiento de Lida en un hospital de Kabul. Son aspectos tan entrañables de su pasado y su presente que podrían ser los de cualquiera de nosotros. Imposible no identificarse con sus vivencias. Todo ello desde la ironía y la sensibilidad que le caracterizan, a sabiendas de que no dejará a nadie indiferente.
Cartas para un país sin magia es un cuaderno de viajes, una sucesión de relatos, el manual de un prestidigitador. Un libro que tiene magia, pues de magos es el don de escribir con y para el corazón.

lunes, 11 de agosto de 2008

El amor azul marino (cuento)


Hoy comparto con vosotros un cuento, El amor azul marino, que pertenece y da título a mi primer libro.
Deseo que os guste.

Dios hizo el mundo en seis días y el séptimo descansó. En un alarde de imaginación creó las estrellas, las nubes, el hombre, la mujer. Apenas había dormido y, sumido en su cansancio, se acostó sin pintar las cosas.
Paradójicamente había creado el Arcoíris, y en él cada uno de los colores. Sin embargo, el resto del mundo se debatía en una gama de grises impropia de un trabajo tan extraordinario.
Aquellos colores decidieron avisar al Señor de tal circunstancia, advirtiendo que el universo sería más bonito si pudieran pintarlo a su albedrío. Pero Él dormía plácidamente y no le quisieron despertar.
Fue entonces cuando al Fucsia, el más original entre ellos, se le ocurrió una idea estupenda:
- ¿Por qué no lo pintamos nosotros y sorprendemos a Dios cuando se despierte?
Su iniciativa fue acogida con alegría y todos los colores expandieron sus pinceles: sobre los ríos, las estrellas, los amaneceres. Aunque, sin orden alguno, superpusieron sus tonalidades llenando la galaxia de borrones.
Fue entonces cuando el Fucsia, el más original entre ellos, tuvo una nueva ocurrencia:
- Haremos un sorteo de manera que cada uno de nosotros, conforme vaya saliendo, pintará con su gama aquel objeto que elija.
Pese a las reticencias del Gris, rey de reyes en un país de claroscuros, la idea fue aprobada por mayoría. Así que metieron el nombre de cada color en una saca y dio comienzo el sorteo.
El primero en salir fue el Azul:
- ¡Qué suerte la mía! -dijo dando saltos de contento-. Porque yo quería pintar el mar…
Y el Azul pintó el mar.
El segundo fue el Verde:
- ¡Qué suerte la mía! -repetiría también con regocijo-. Porque yo quería pintar los campos en primavera…
Y el Verde pintó los campos en primavera.
Tercero, el Amarillo:
- ¡Qué suerte la mía! Porque yo quería pintar el sol…
Y el Amarillo pintó el sol.
Y así, uno a uno, fueron saliendo todos los colores para acabar rotulando todas las cosas.
¡Qué bonito ha quedado el mundo! Lleno de luces, contrastes, tonalidades. Pero Dios sigue durmiendo.
- ¿Qué hacemos?, ¿le despertamos?
- No -dijo el Fucsia, el más original entre ellos-. ¿Por qué no hacemos tiempo y pintamos también los sentimientos? Así su sorpresa será mayor cuando se despierte.
El Gris objetó pues, en su opinión, algo tan banal no merece semejante privilegio. Sin embargo, la propuesta fue aprobada por mayoría.
Decidieron entonces utilizar el mismo sistema que el habido para las cosas. De manera que, tras meter el nombre de cada color en una saca, dio comienzo otro sorteo.
Esta vez, el primero en salir fue el Rojo:
- ¡Qué suerte la mía! -exclamó satisfecho-. Porque yo quería pintar la pasión…
Y el Rojo pintó la pasión.
El siguiente fue el Verde.
- ¡Qué suerte la mía! Porque yo quería pintar la esperanza…
Y el Verde pintó la esperanza.
En tercer lugar salió el Gris que, ante su enfado, decidió colorear la Indiferencia (por eso las personas indiferentes resultan ser tan grises). Y así, uno a uno, fueron asomando los colores hasta llegar al que cerraba lista.
En esta ocasión, y a diferencia de lo ocurrido en el primer sorteo, el Azul salió en último lugar correspondiéndole el único sentimiento que faltaba por escoger. El más esquivo, el más complejo, el menos maleable: el Amor.
Cuando el Creador despertó de su letargo quedó admirado con lo que contemplaba. Su obra era un panel de contrastes que desbordaba belleza por todas sus aristas. Tal vez Él habría teñido el cielo de Naranjas o la amistad con tintes Violetas, pero quiso respetar lo que en su reposo le había regalado el Arcoíris. Tan sólo pidió a sus colores que siempre, en cada momento, fueran coherentes con la elección que hubiesen realizado.
Por eso el Amor y el Mar son tan similares; porque ambos fueron elegidos por un color que nunca se olvidó de aquella petición: el Azul. Ambos son fuentes inagotables de vida y, pese a ello, capaces de matar. Sucumben al hechizo de la luna, dan coartada a los amantes, inspiran a los poetas que pretenden describirlos.
Y por ello, cuando un mar o un amor nace, constituye para todos un motivo de alegría.

domingo, 10 de agosto de 2008

El amor azul marino


Buenos días de domingo:

Os presento la que fue mi primera obra, El amor azul marino (Editorial Amares), un libro de cuentos dirigido preferentemente a jóvenes y adultos. Cada uno de los 35 relatos que componen su colección invita a un paseo por el fascinante mundo de los afectos, valores y sentimientos. Desde la perspectiva que ofrecen mis vivencias, imagino en ellos en qué se diferencian los tipos de Soledad, por qué la Pasión fue ciega, desde cuándo el Enamoramiento viste tonalidades celestes. Es, sin duda, un libro de amor. Una obra cargada de ilusión, ironía y fantasía que nos habla de su origen, de sus detalles, de su romance secreto con el mar. Y siempre con el trasfondo de una historia personal que empieza y termina en mí. Es mi ópera prima. Una relación de cuentos que, lejos de dejar indiferente, anima a la reflexión dibujando en su lector una sonrisa. ¡De color azul marino, por supuesto! Del color de las personas que, incluso en estos tiempos, siguen creyendo en el Amor.


Nos seguimos leyendo, nos seguimos contando.

sábado, 9 de agosto de 2008

El gerundio del verbo contar


Hola y bienvenidos a este blog:

Soy Manuel Cortés Blanco y empezaré haciendo una confesión: no importa que me llamen cuentista. Que a mi condición de médico, psicólogo y escritor se añada sin complejos esta última cualidad. Cuentista porque utilizo el cuento para expresar lo que siento (tanto en los libros como en mis sesiones de cuentacuentos), por pertenecer a una familia que se cuenta las cosas, porque ingenio e imaginación cuentan siempre en mis relatos. Y así procuro manifestarlo en aquellos eventos en los que participo: Maratón de los Cuentos (Guadalajara, 2007), Salón Internacional del Libro Iberoamericano (Gijón, 2007), Fiesta Literaria Irreverentes (Elche, 2008) o Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil “Leer León” (León, 2008), entre otros.
Pese a habérseme comparado con distintos autores en este género, prefiero cultivar un estilo propio: cercanía en las historias, una sencillez cuidada, cierta ironía que invite a pensar. Y quizá el más importante: convertir lo cotidiano en literatura.
Entrañable, original, reflexiva y risueña, son algunos de los calificativos que han dicho de mi obra. Aunque yo, con independencia de las etiquetas, prefiera ser fiel a esta máxima: escribir para compartir.
Con mi primer libro El amor azul marino (Editorial Amares) obtuve el Premio Literario Amares 2005. Soy también autor de Cartas para un país sin magia (Ediciones Irreverentes). Con el último, Mi planeta de chocolate, he sido finalista del II Premio Internacional Vivendia de Relato 2008.
Deciros que colaboro con la ONG Aldeas Infantiles SOS, a la que he cedido los derechos de autor de mi obra. Y que podéis encontrar algún otro enlace mío en las siguientes direcciones electrónicas:

Nos seguimos leyendo, nos seguimos contando.