viernes, 14 de agosto de 2015

Cerramos hasta septiembre

Me tomo una quincena de vacaciones. La necesito. Y aunque en esta ocasión no tenga previsto realizar grandes desplazamientos, prometo seguir viajando con lo que escriba para volver a compartirlo a partir de septiembre. Al igual que en este último día de trabajo, comparto la reseña que salió publicada ayer en el portal Lecturafilia a propósito de mi libro Cartas para un país sin magia.
Mil sonrisas y... ¡nos seguiremos contando a la vuelta!

La magia se ha perdido con las nuevas tecnologías, con los avances que dicen hacer nuestra vida mejor, con las cocinas electrónicas, con el hablar a través de una pantalla. Y claro, los avances pierden su sentido para hacernos sentir pobres al perder la esencia básica de la vida, la cual se resume en MAGIA, según el escritor Manuel Cortés Blanco. En los dos libros que he leído de él, Mi planeta de chocolate Siete paraguas al sol, ya se atisba un cariz mágico, con novelas que parecen continuos microcuentos y aforismos donde se ve lo mejor del ser humano, el mantenimiento de la esperanza como motor del avance de nuestras vidas, y de la literatura y la escritura como una necesidad para mantener intacta la capacidad de pensar.
En Cartas para un país sin magia todo lo anterior se acentúa, y por eso es un libro de diez, de los que me gustan, de los que defienden a ultranza la literatura, la fuerza de las palabras, y de los magos de la escritura que son capaces de emocionar con buenas y esperanzadoras historias. De profesión médico, y con una infancia en un pueblo, Cortés se sincera en este libro para ofrecernos una serie de anécdotas de su recorrido vital y de los cuentos, cartas y relatos que han empapado sin querer su vida y sus momentos imprescindibles. Porque son cuentos en medio de otros cuentos, por lo que Cartas para un país sin magia se postula como un cuaderno de bitácora, donde encontraremos al Manuel Cortés más íntimo, sincero y esperanzador. Esta última característica es lo que hace que su literatura se vea tan positiva, y por eso viene bien recurrir a ella siempre, aunque sobre todo en los momentos bajos.
La experiencia vital de este autor evoluciona desde su infancia y sus amigos en el pueblo hasta su llegada a Madrid, sus viajes por África y el mundo para ayudar como médico, el amor por su mujer, la ternura inspirada por sus sobrinos, y otras tantas anécdotas que semejan pequeños relatos , aunque el protagonista siempre sea él y sus circunstancias. Y de fondo, esa nostalgia por un pasado que era más mágico, y en el que las personas estaban más unidas.

jueves, 13 de agosto de 2015

Laura, Marina: descansen en paz

Lo escuché en la radio a primera hora: ayer por la noche se encontraron los cadáveres de las dos jóvenes de Cuenca que estaban en paradero desconocido desde hace una semana. Se me encogió el corazón. La policía busca al exnovio de una de ellas como presunto asesino. Otra noticia más para un verano especialmente trágico en el que ha habido agresiones, parricidios, violencia de género, crímenes, abandonos... Demasiados sobresaltos para una sociedad que, definitivamente, está al borde de la locura.
Hecho el diagnóstico, tocaría poner remedios al mal: lamentar y reflexionar profundamente sobre lo ocurrido (aunque por sí solo no basta, también es necesario), mostrar todo nuestro apoyo y solidaridad para con las víctimas, proporcionarles consuelo tanto a ellas como a sus familias, no escatimar esfuerzos para llevar ante la Justicia a los culpables (¡pero una Justicia de toneladas, no de gramos!), trabajar aquellos casos que fueran posible en el ámbito de la prevención... Y por supuesto, perseverar en la educación en valores no solo a nuestros niños, sino a todos. Porque, a la vista de las noticias, cualquiera podría estar necesitado de ellos.
Laura y Marina, otras dos vidas segadas por la barbarie. ¡Que cuanto suceda no nos deje indiferentes! Descansen en paz.

martes, 11 de agosto de 2015

S4LA DE ESPERA

Hay personas que por la ilusión que ponen en sus proyectos merecen que estos les salgan bien. Personas que trabajan con entusiasmo, que son colaboradoras, que buscan mejorar día a día sin tiranteces, que apuestan por la innovación, que aportan mucho, que se enfadan poco y, lo más importante, que cuando comentan cualquier aspecto lo hacen con una sonrisa. Utilizando el símil de esa variedad de uva reinante en mi comarca -de múltiples propiedades beneficiosas, por cierto-, son las que yo llamo personas garnacha.
Una de ellas es mi amigo Jesús Vidal, licenciado en Filología Hispánica, actor (se ha formado con el dramaturgo Alfredo Sanzol, dentro del Laboratorio Rivas Cherif del Centro Dramático Nacional), y creador de la compañía JesusVidalTeatro, entre otros detalles.
Este próximo sábado 15 de agosto, a las diez de la noche, representará su obra S4LA DE ESPERA en la Casa de la Cultura del municipio leonés de Villademor de la Vega, organizado por su Ayuntamiento y con entrada gratuita hasta completar aforo.
Por supuesto que estaremos allí para agradecerle su invitación, apoyarle en su propuesta y -conociéndole- compartir un rato entrañable de teatro, buen humor, reflexiones y, de seguro, el mejor ambiente garnacha.

lunes, 10 de agosto de 2015

Templados por el sol, mecidos por el viento

Hace tiempo que no hago comentarios sobre libros, a pesar de que considero que tenía un buen tino para ello. No en vano, presumo de haber recomendado a algunos autores por sus óperas primas, sin que hubieran alcanzado todavía los éxitos que luego llegarían. Reseñé a Dolores Redondo antes de que publicara su famosa Trilogía del Batzán, a Mercedes Pinto antes de convertirse con todo merecimiento en la escritora que es hoy, a ese Andrés Pascual que cada verano nos fascina con cualquiera de sus novelas... Sin embargo, hace unos meses, me encontré en una de esas críticas con un autor al que no le gustaron alguno de los detalles de lo que ponía y, tras una serie de reproches por su parte -además de una evidente falta de autocrítica-, decidí darme una tregua antes de volver a reseñar.
Aun cuando siga inmerso en ella, quisiera recomendar expresamente a una escritora cuya primera novela ha llegado a mis manos desde la plataforma Amazon, casi por casualidad: Marta Currás, autora de Templados por el sol, mecidos por el viento. En esta, mi lectura del mes de julio, se combinan distintos ingredientes cargados de interés: un viaje fascinante, dos tramas que se entrecruzan y que acabarán "encajando como las hebras de una trenza", ese diario con una protagonista misteriosa, tantas descripciones a modo de guía de el Gran Cañón del Colorado, un tributo al fotógrafo Edward Curtis (quien a principios del siglo XX inmortalizase con su cámara la cotidianidad de las tribus nativas de Norteamérica), una reflexión a través de sus personajes sobre nuestros miedos y nuestro destino, otro desenlace sorprendente en el que -efectivamente- todo acaba cuadrando.
Había disfrutado ya con algún cuento suyo, y auguro que este no será el último libro de Marta Currás que me atrape. Y es que, como ella misma advierte en alguno de sus párrafos, "hay que seguir leyendo. Al final lo entenderás todo".

jueves, 6 de agosto de 2015

Sueños en traspaso

Hoy va a ser un día triste para mi hijo, aunque él todavía no lo sepa. La tienda en la que habitualmente compramos sus chuches cierra de manera definitiva. Eran unas golosinas sin azúcares ni aditivos, hechas a base de frutas, que no han podido resistir la competencia de otros productos menos cuidados pero a un precio claramente inferior. Y sin duda, también lo será para las dos jóvenes emprendedoras que, cargadas de ilusiones, hipotecas y esperanza, inauguraron hace un año ese establecimiento.
Aun cuando nos hablan de recuperación económica, lo cierto es que sigue costando mucho -¡muchísimo!- mantener un negocio abierto. Los gastos, la carga impositiva, la falta de ayudas, tantos miedos por la crisis y tanta competencia, continúan cerrando demasiados anhelos. "Se alquila" o "Se vende" se erigen en los anuncios predominantes en muchos locales comerciales de mi ciudad, de cualquier ciudad.
Son sueños que se traspasan, a los que no ha llegado la anunciada mejoría... Y que a veces, tristemente, acaban convertidos en una pesadilla.