martes, 22 de septiembre de 2015

En Toral de los Guzmanes

Aun cuando viva en la ciudad, me da que mi alma es de pueblo. Me encanta desplazarme a los sitios en bicicleta, tomar de la huerta los productos del día, vivir sin cobertura a ese ritmo cansino al que allí pasan las horas, compartir la cotidianidad con sus gentes. Recuerdo con cariño los veranos en tantos municipios de esa familia mía dispersa por la provincia de Soria, los inviernos en aquel zaragozano Osera de Ebro donde mis padres tenían una finca, las mil escapadas que seguimos realizando a la caza de algún tesoro rural... De hecho, lo tengo claro: el día que me retire, que me busquen en un pueblo.
Por ahora y si bien aún falta tiempo, uno de los que tiene más posibilidades para ello es Toral de los Guzmanes, en la provincia de León. De esta villa cargada de historia, patrimonio, tradiciones y mantecadas, proviene mi familia; en ella tenemos casa, he estado empadronado e incluso ejercí mi derecho al voto en las últimas elecciones autonómicas. 
El pasado sábado ascendí un peldaño más en esa relación, al haber tenido el placer de ser miembro del jurado de carrozas en el certamen que -con motivo de sus fiestas patronales en honor del Cristo de la Vega- llenó cada una de sus calles de color, sonrisas y alegría. 
Aunque los festejos terminan hoy, Toral de los Guzmanes es un pueblo que merece la pena visitar. Así que, cualquier día de estos, ¡nos seguiremos contando por allí! 

lunes, 21 de septiembre de 2015

En el Día Mundial del Alzheimer

Auspiciado por la Organización Mundial de la Salud, hoy celebramos el Día Mundial del Alzheimer con la intención de dar a conocer esta despiadada enfermedad y difundir la información existente al respecto, solicitando el apoyo y la solidaridad de la población en general, de instituciones y de organismos oficiales. Se estima que solo en España puede afectar a cerca de 500.000 personas.
En mis primeros años de ejercicio profesional fui médico de una residencia geriátrica en la que una parte significativa de sus internos padecían dicha patología. Allí aprendí mucho de estas personas, e incluso redacté distintos artículos científicos (¡mis primeros artículos!) que luego acabarían publicándose en revistas médicas: "Aproximación al estado actual del tratamiento de la demencia senil tipo Alzheimer" (Ciencia Médica, 1992), "Aspectos médicos y sociales en el familiar cuidador del demente tipo Alzheimer" (Geriátrika, 1993), "A propósito de la conducción de automóviles en la vejez" (Revista Española de Salud Pública, 1995), "Problemas del familiar cuidador del paciente con demencia senil" (Medicina Integral, 1995)... Y así hasta casi una treintena de títulos.
Admito que con el tiempo mi vida profesional discurrió por otros caminos y dejé de trabajar con estos pacientes. No obstante los sigo sintiendo cerca, haciendo míos los objetivos de las instituciones y asociaciones que les representan, y sumándome en esta fecha al compromiso de seguir luchando sin tregua contra tan terrible enfermedad.

martes, 8 de septiembre de 2015

"El amor azul marino" en Lecturafilia

Como compartir significa partir con, hoy parto con vosotros esta amable reseña publicada en el portal literario Lecturafilia, a propósito de la que fuera mi ópera prima y -sin duda- mi obra más intimista: El amor azul marino.

Manuel Cortés Blanco es amor. Lo digo con la base certera de sus libros, que son bonitas historias donde se mezclan lo mejor de la vida con los cuentos que nos enseñan las incógnitas de la vida. A través de él estoy teniendo conciencia de lo que significan los cuentos en todas las edades. Pero también lo digo porque tengo ya la sensación de conocerle personalmente.
Este autor zaragozano es ya un asiduo en este blog, porque nunca defrauda y te ofrece unas ganas enormes de tomarte la vida con humor y con amor, y eso siempre viene bien. La esperanza es la vara de medir de todo lo que nos cuenta de nuevo en El amor azul marino, su ópera prima, con la que ganó el Premio Amares 2005, y que constituye su obra más personal, ya que parte de la muerte de sus padres, y se lo dedica precisamente a ellos. Pero no se trata de un libro de lloreras, sino que Manuel recupera todo lo que la vida tiene de bueno y lo comparte con nosotros. Detrás de cada reunión con sus amigos, de cada evento importante, de su infancia, de sus primeros pasos en la universidad, y hasta en el conocimiento de su mujer, el cuentista zaragozano construye bonitas parábolas que llevan inevitablemente al amor, azul marino o del color que sea.
El ser humano es un conjunto de sentimientos, y en este libro se nos explican posibles sentidos de estos, su procedencia a través de cuentos que nos enseñan el valor de los mismos. Al leer El amor azul marino fui consciente de que es un libro muy íntimo, pero al repasar los cuentos incluidos (un total de 35) saco la conclusión de que son historias que contaría sin dudar a mis futuros hijos.
Esta es la obra más intimista de Manuel, aunque se podría decir que sus libros son uno solo, ya que tiene una misma forma de escribir: contar cosas cotidianas y por el medio ir aderezándolas con cuentos, infinitos cuentos.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Soy Argonauta

Soy Argonauta, lo tengo claro. Atendiendo a los objetivos establecidos por el Proyecto Solidario Los Argonautas, dirigidos a la atención de las personas mayores que más lo necesitan a través del acompañamiento, las manifestaciones artísticas y la cultura, me confieso uno de ellos. De hecho, procuro colaborar con su equipo directivo -en especial con mi amigo Fernando Fernández Gil- en el diseño de tales actividades, desde mi condición de médico/psicólogo asesor.
Y en esa tarea de difusión, quisiera compartir un vídeo promocional al respecto, en el que en poco más de un minuto se resume cuanto hacemos en este Proyecto. Adjunto su link:
https://www.youtube.com/watch?v=8P7Du3fFRc0
Significar que el Proyecto Solidario Los Argonautas fue finalista en la I Edición de los Premios Compromiso de Clece, en la categoría de Mejor Proyecto Social para Personas Mayores, si bien todos sus miembros tenemos claro que el mejor galardón que nos llevamos a casa son las mil y una sonrisas que despertamos con cada iniciativa.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Apagón en Facebook

Hasta la fecha estaba satisfecho con el servicio de Facebook, reconociendo que lo he usado con regularidad. Esta web de redes sociales me ha permitido compartir vivencias, contactar con amigos lejanos -ya sea en la distancia o en el tiempo-, difundir mi obra literaria o alguna actividad solidaria, anunciar cualquier evento -en especial, esas sesiones de cuentacuentos que tanto me gustan-, mostrar reseñas de libros... Sin embargo, coincidiendo con un parón en dicho uso motivado por las vacaciones y la utilización de wifis de libre acceso, he tenido la sospecha de que alguien ha podido suplantar mi personalidad por unos días y realizar actividades al margen de mí. Sé que estas cosas son como los achaques de la salud: ves que le pasa a otro, pero nunca piensas que te pueda pasar a ti.
Por suerte, ya está todo controlado: nuevas contraseñas, alguna disculpa explícita... No obstante y por todo ello, prefiero prolongar por un tiempo mis "vacaciones" en Facebook; de manera que -como siempre decimos los cuentistas- nos seguiremos contando... aunque sea más adelante, aunque por un tiempo sea solo en este blog.

martes, 1 de septiembre de 2015

Entrevista en Lecturafilia

Alguien dijo que nadie necesita más unas vacaciones que aquellos que, precisamente, regresan de vacaciones... Probablemente tuviera razón. 
Compartir que las mías han sido dos semanas de descanso en un pequeño pueblo leonés, donde espero haber recargado pilas para este próximo curso. Y compartir también que en ellas he recibido con alegría la publicación de una entrevista que me hicieron para el portal literario Lecturafilia, la cual reproduzco y cuyo enlace adjunto por si pudiera interesaros: http://lecturafilia.com/2015/08/15/entrevista-manuel-cortes-blanco-si-no-fuese-escritor-me-habria-gustado-ser-mago/

Pregunta (P): Sorprende que un médico sea a la vez mago de las palabras, ¿cómo combinas estas dos profesiones de tu vida? ¿La una te llama más que la otra?
Respuesta (R): Me gusta definirme como “medico” de vocación y “escritor” de afición, si bien últimamente ambos conceptos se confunden demasiado. Ciertamente, la Medicina es una ciencia muy humana –probablemente la que más-, y eso hace que esté muy cerca de la Literatura. Gracias a mi especialidad (Medicina Preventiva y Salud Pública) he tenido la suerte de poder ejercitar mi labor en cuatro de los cinco continentes, a veces incluso en situaciones extremas. Esas vivencias que he ido recogiendo puntualmente en una libreta, me han enriquecido como persona hasta llevarme a declarar una máxima de vida que entremezcla a partes iguales ambas disciplinas: “Escribir lo vivido (como médico) para compartirlo (como escritor)”.
(P): En tus libros Mi planeta de chocolate, Cartas para un país sin magia y Siete paraguas al sol subyace una idea clara de que la esperanza es el motor que debe guiar el mundo. ¿Cómo tener esperanza  con la crisis que atravesamos?
(R): Ciertamente y a pesar de lo que nos digan, siguen sonando tambores de crisis. Sé que corren malos tiempos para muchos, y más si cabe en un sector tan sensible como el literario. Pero sé también que sin creer en nosotros no tendríamos salida. No pretendo banalizar, ni dar falsas ilusiones, ni desviar la atención de los problemas. ¡Todo lo contrario! Como me han enseñado muchos de mis cuentos, sin Esperanza, sin fe en nosotros mismos, no hay nada. Más allá solo queda el fin del mundo.
(P): Los derechos de autor de tus libros son destinados a Aldeas Infantiles SOS, un símbolo de ayuda desinteresada y de que la literatura aún puede ayudar más. ¿Tienes datos y constancia de a cuántas personas has ayudado con este gesto?
(R): Desde la experiencia de que los niños son siempre uno de los colectivos más vulnerables y desde el conocimiento de la labor que realiza a favor de ellos “Aldeas Infantiles SOS”, no tuve ninguna duda en esa aportación. También colaboro activamente con otras ONG y he participado en distintas antologías solidarias. Tristemente y salvo raras excepciones, escribiendo hoy en día no se gana mucho y el dinero recaudado tampoco ha sido tanto. Eso sí: tengo la certeza de que se ha empleado bien.
(P): ¿Eres de un pensamiento tan mágico como se deduce de tus historias? ¿Cómo definirías tu personalidad?
(R): Creo que sí. Si no fuera escritor, me habría gustado ser mago (curiosa y casualmente, en este detalle coincido con el genial García Márquez). Soy tremendamente imaginativo, y creo que eso se transmite en mis historias… También procuro ser positivo antes que optimista, desde la certeza de que la suerte no está en lo que nos pasa, sino en cómo lo vivimos. Por lo demás, me considero una persona de lo más normal, familiar, afable, risueña (siendo médico, prescribo cada día mil sonrisas por sus múltiples beneficios)… Y como dice un amigo que me conoce desde niño, quizá “demasiado alemán” con mi trabajo y “demasiado griego” en mi afición por el fútbol.
(P): Tus libros están plagados de frases hechas, de aforismos. ¿No tienes miedo de caer en el ‘adoctrinamiento’?
(R): No lo pretendo en absoluto, aunque haya sido una de las críticas mayores que se le ha hecho a lo que escribo. Se trata básicamente de un recurso para invitar a los lectores a la reflexión, pero sin imposiciones… Que sean ellos desde sus vivencias quienes obtengan sus propias conclusiones.
(P): Está claro que tus libros cuentan buenas historias, y transmiten positivismo, pero ¿qué buscas tú en la literatura?
(R): Sinceramente, escribo porque lo paso bien escribiendo. La Literatura me ha dado momentos gratísimos: amigos, experiencias, posibilidad de conocer distintos espacios y personas… De hecho, el día que me aburra lo dejaré. No obstante, mi objetivo añadido es compartir, plasmar en un folio lo que siento (sea a través mío o de cualquiera de mis personajes) mediante una historia, abrirme a quien me lea con generosidad… Y es que, como diría Benito Expósito Expósito (el pequeño protagonista de “Mi planeta de chocolate”), a quien es generoso con la vida, la vida acaba siendo generosa con él.
(P): ¿Cuáles son tus referentes literarios?
(R): He tenido muchos porque he leído mucho (confieso que ahora, con dos hijos pequeños, menos que antes). Admito que me encandila la obra de Gabriel García Márquez, pero no es la única. No obstante, ante esta pregunta me permito la licencia de incluir a la persona que más cuentos me contó en mi vida y que, sin duda, más me condicionó a la hora de redactar: mi abuelo Ildefonso. Él fue un escritor humilde pero lleno de magia; tristemente, la mayor parte de su obra acabó marchándose con él.
(P): Y ahora viene una pregunta compleja, pero si tuvieses que escoger un libro de los que llevas escrito, ¿cuál sería y por qué?
(R): Aun cuando me quedo con todos, si tuviera que elegir solo uno tomaría “El amor azul marino”, mi ópera prima. Primero, porque es mi libro más personal (no en vano, en él hablo de mí, de mi familia, de nuestras relaciones); después, porque permitió que rompiera los miedos a hacer público lo que sentía. Sé que sin ese primer paso no habrían venido los demás.
(P): ¿Quién fue tu primer lector o lectora y que te aportó en tu carrera?
(R): Antes incluso de introducirme en este universo literario, mi lectora principal y primera fue mi madre. Desde su sencillez, siempre decía que yo escribía muy bien. Me aporto seguridad y confianza para hacerlo; pero sobre todo, me aporto el amor necesario para hacerlo con corazón.
(P): ¿Estás inmerso en algún proyecto literario que nos puedas comentar?
(R): Siendo fiel a esa máxima de vida “escribir para compartir”, estoy metido de lleno en un libro de cuentos que dedicaré a mi hija Amalia. Será una obra ilustrada en la que vuelvo a trabajar desde el relato esos valores positivos en los que tanto creo. Puedo adelantar su título en exclusiva: “La vuelta al mundo en catorce lunas”. Eso sí: lo siguiente que escriba será otra novela.
(P): A los lectores nos encanta conocer lo que leen otros, y por eso termino preguntándote justamente eso. ¿Qué lees actualmente?
(R): De entre los autores, me gusta leer a los que empiezan. De entre los géneros, me quedo con el cuento. Sin embargo, el libro que me ocupa en estos días es de un autor que –aunque joven- ya considero consagrado por sus premios y su trayectoria: “Cien años de perdón”, de Claudio Cerdán. Lo conocí por casualidad compartiendo stand en la Feria del Libro de Madrid del año pasado. En mi opinión, el futuro de la novela negra en España pasa irremediablemente por él.