sábado, 29 de noviembre de 2008

Más chocolate

El jueves 11 de diciembre. Así lo ha confirmado el editor en su web. Ese día saldrá de la imprenta Mi planeta de chocolate, comenzará su distribución y antes incluso de que sea Navidad empezaremos la rueda de las presentaciones.
Ideando las aventuras de Benito Expósito Expósito, el pequeño protagonista de esta trama, he disfrutado muchísimo. De su mano conocí una parte de nuestra historia, proyecté en su personaje mi gusto por los cuentos, los bombones, los amigos... y, lo mejor, redescubrí el niño que siempre llevaré en mí.
Habrá a quien le guste y a quien no. Así ha sido siempre y así seguirá siendo. Pero eso es lo de menos; lo de más es que creo en lo que he escrito, hasta el punto de hacer propia la máxima de mi protagonista:
- Cuando debas elegir entre dos opciones, toma siempre la que tiene chocolate.
¡Que nadie nos amargue el dulce porque seguro, seguro, que la vamos a tomar!

domingo, 16 de noviembre de 2008

Mi planeta de chocolate

Publicar lo que has escrito es una de las cosas más bonitas que le pueden pasar a un escritor. Hace un año ideé una historia en 200 páginas que presenté a un concurso literario. Cuando se falló en febrero me alegré muchísimo al saber que había sido finalista. Durante el verano iniciamos el proceso de edición. Y mañana lunes, tras mil revisiones a las galeradas, el manuscrito entrará en la imprenta.
Según mi editor, en dos o tres semanas estará en las librerías y antes de la Navidad comenzaremos las presentaciones. Se trata de mi tercera obra, "Mi planeta de chocolate". Os dejo la referencia.
Por cierto, para un escritor todavía hay algo mejor que publicar: conseguir que quien te lea disfrute con lo que escribes.
Estáis todos invitados.

Manuel Cortés Blanco.
Mi planeta de chocolate.
Ediciones Irreverentes. Madrid, 2008.

Miércoles, 26 de mayo de 1937. No hay frase del día.
El buque Mexique, perteneciente a la Compañía Trasatlántica Francesa, se hace a la mar desde el puerto de Burdeos con 455 menores a bordo, rumbo al nuevo continente. Son niños españoles que huyen de los bombardeos, en busca de una paz que les acoja.
De entre ellos, Benito Expósito Expósito. Ese pequeño abandonado a las puertas de un hospicio, que superó combates, la condición de refugiado, el exilio, y mil vicisitudes amparado por una máxima.
Manuel Cortés Blanco vuelve a encandilarnos con una historia entrañable que apunta al corazón: Mi planeta de chocolate, con la que ha sido finalista del II Premio Internacional Vivendia de Relato. En palabras del Jurado, la obra aglutina “extraordinarias descripciones del alma infantil, la intrahistoria del pueblo o de la guerra, muerte y espíritus conturbados por la violencia del mundo. Todo a través de la vivencias de un huérfano, que podría ser cualquiera de nosotros o cualquiera de la generación de nuestros padres, y una forma de ver la vida: ante cualquier dilema, tomar siempre la opción que tenga chocolate”.
Siete relatos convertidos en novela. Un homenaje al cuento sin ser cuento. Una historia dulce dentro de la Historia más amarga.
Desde ese estilo “realista y directo, matizado por un aliento espiritual que le lleva a indagar en las esencias de la vida”, Manuel nos invita en sus renglones a muchos verbos: pensar, sentir, sonreír, reflexionar... A tantos, como cosas podrían citarse de este libro. No obstante, diremos sólo una, la más sincera: léanlo. Seguro que les sabe a chocolate.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Y mi tío Gonzalo

No quisiera cerrar este repaso a los "cuentistas" de mi familia sin nombrar al tío Gonzalo, mi padrino. De su voz aprendí todos, absolutamente todos los cuentos infantiles, se hubieran o no inventado. Saqué billete en los viajes de Gulliver, compartí desayuno con la familia de Pulgarcito, buceé entre corales junto a la Sirenita y aprendí, colorín colorado, que sólo al final de la historia sabremos cómo termina.
Cierta tarde de invierno (recuerdo que era invierno porque hacía mucho frío) pregunté a mi tío por la principal diferencia entre las personas y los animales.
- Eso depende de a quién se lo plantees -contestó frunciendo su entrecejo-. Un cocinero siempre responderá que los animales no hacen ningún guiso. Un pintor, que son incapaces de dibujar sobre el lienzo. Un matemático, que no saben sumar... Pero si le preguntas a un cuentista como yo, te dirá la verdad: nosotros contamos mejor los cuentos.
¡Qué cierto!; porque mi tío los narraba de maravilla.
Por eso, lo confieso: creo y creeré en el cuento. Un género para todos que, como sostiene Jorge Bucay, “duerme a los niños y despierta a los adultos”. Creo en ellos, con o sin moraleja, pero siempre reflexivos. Con amor y con humor. Para leer y releer, para encontrar sin buscar. Para los que leen mucho y quienes leen poco. Para los que leen a cualquier hora o reservan su lectura a la antesala de tantos sueños.
Y cuando mi editor defiende que una novela es más importante que un cuento, ya no le creo. Como afirma Abelardo Castillo, he descubierto que sólo es más larga.