sábado, 29 de septiembre de 2012

Proyectos a plazo fijo

Aunque por distintas circunstancias no disponga del tiempo que desearía para actualizar con más frecuencia este blog, tampoco quisiera dejar de compartir los proyectos literarios en los que ando embarcado.
A corto plazo estoy pendiente de que salgan publicados dos relatos míos en otras tantas antologías: uno sobre Praga titulado Donde duermen las leyendas -Mar Editor- y otro sobre la discapacidad bajo el título de El guepardo y la tortuga -Libros del Innombrable-. A medio plazo, seguiré promocionando mi novela Siete paraguas al sol -creo sinceramente que todavía le queda muchísimo recorrido- y realizando cuantas sesiones de cuentacuentos podamos organizar en torno a ella. También pretendo difundir mi primera obra, El amor azul marino, en la plataforma de publicación digital Amazon. Y retomar ese reto de editar en italiano Mi planeta de chocolate, gracias a la colaboración de mi amiga Raffaella. Por último, a más largo plazo, me encantaría concluir ese nuevo libro que ahora me ocupa y que -lleno de cuentos- estará dedicado a mi hijo Manuel. De momento solo puedo adelantaros su título: Nanas para un Principito.
Mil sonrisas y, a pesar de las distintas circunstancias, seguiremos compartiendo.

lunes, 17 de septiembre de 2012

...Y de la sabiduría

¡Qué hermosa es la Argentina! ¡Y qué sabia! Amparo aprendió en ella que nada tiene el poder de la palabra: puede herir, ensalzar, ser ejemplo o estar perseguida. Nada tiene más fuerza que un diccionario: desde él construimos un lenguaje que nos permite comunicar. Y nada tiene más sabiduría que el refranero, pues como dicen aquí: No debe cambiarse de caballo cuando estás cruzando el río.
También aprendió que al conocimiento solo se llega a través de la ignorancia; pero, ¡a cuánta ignorancia llegamos a través del conocimiento! Y desde luego, que si comunicar es un deber, la elección de la forma será siempre un derecho.

Nota: Texto perteneciente al relato El bosque de los arrayanes, incluido en mi libro Siete paraguas al sol.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

A propósito de la ignorancia...

La vida le ha enseñado a Adelaida que la suerte es caprichosa, el amor ciego, la risa contagiosa... Y la ignorancia atrevida. Cuánto cuesta decir yo no sé nada y qué poco dar cualquier opinión. Impresiones subjetivas sin otro aval que nuestra creencia, acostumbradas a estar equivocadas. Desde esa ignorancia solemos ser osados, mostrándonos seguros de nosotros mismos. Sin embargo, nada peor que la contundencia con la que a menudo defendemos tales opiniones, enfadándonos si son rebatidas aunque sea frente a la razón. Porque el mayor drama de la ignorancia no se queda en su atrevimiento; es que además tiende a ser dogmática.

Nota: Texto perteneciente al relato Cruce de caminos, incluido en mi libro Siete paraguas al sol.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Al sur de tu sonrisa

Ahora sí, de vuelta a mi rutina, comparto con vosotros el poema Al sur de tu sonrisa que ha escrito Marian Carracedo -editora y excelente escritora- a propósito del relato homónimo incluido en mi libro Siete paraguas al sol. Mil gracias, amiga Marian. Y como siempre decimos los cuentistas, nos seguiremos contando.

Por algún extraño motivo
es tu horizonte de palabras
mi destino
y con cualquier pretexto
con un único objetivo
recorro tu universo
y me pierdo
entre los pliegues de tus sueños.
Y escribo tus rincones.
Y habito tus mañanas.
Y encierro tus susurros.
Y entonces...
el color de tu piel
se vuelve
fascinante aventura, 
infinita locura
"al sur de tu sonrisa".

jueves, 6 de septiembre de 2012

Adiós a Horacio Vázquez-Rial

De vuelta a casa, y aunque no tuviera la intención de reabrir este blog hasta el próximo lunes, he decidido plasmar unas líneas al saber del fallecimiento de Horacio Vázquez-Rial, escritor argentino a quien tuve el honor de conocer personal y literariamente a través de mi editorial. Periodista, historiador y novelista, finalista del Premio Nadal entre otros galardones, Vázquez-Rial no dejó nunca de transmitir. Y así lo hizo conmigo cuando compartimos autoría en aquella Microantología del Microrrelato II en la que ambos coincidimos.
Sea la lectura de su texto Aquel otoño del doctor Bovary, incluido en ese libro, mi sencillo homenaje para un gran maestro. Descanse en paz.

No es abril el mes más cruel. Es octubre. La existencia se agazapa como antes lo ha hecho la nada. Hay un pacto entre ellas, se turnan, se justifican mutuamente, pero no establecen pacto alguno con los hombres, que pueden morir en medio de la vida más espléndida o en el momento más triste de la ciudad. Mamá empezó a irse en octubre, aunque no se despidió hasta enero, cuando la miseria es más dura.
A Jeanne la enterramos en otoño. El doctor Bovary no era un gran médico. No voy a negar su buena voluntad, aunque hubiese preferido que la atendiese otro. Pero Jeanne siempre había querido que fuese él, ese hombre solitario del que, con el tiempo y por esos misterios de la comunicación, supimos que había vivido una tragedia con su mujer, que se quitó ola vida. Tal vez Jeanne abrigase alguna esperanza de recobrar la salud a su lado y ocupar su existencia. Hasta hacerse cargo de la niña, la pequeña Berta, a la que su padre cuidaba como buenamente podía.
Y algo debía de sentir Charles Bovary por Jeanne, porque veló toda la noche en la casa y después fue con nosotras al cementerio y lloró desconsoladamente. Quizá por ella, quizá por su propio fracaso como médico, quizá porque él también hubiese imaginado una madre para Berta. El corazón de los hombres no siempre es trasparente. El de Bovary no lo era. Supongo que lo oscurecía el dolor. 
Cuando dejamos a Jeanne en la tierra, él se marchó con su hija en un carruaje y nosotras elegimos regresar andando. Vinimos bordeando el bosque, por el paseo exterior. Aunque parezca insólito, nuestro grupo de mujeres de luto caminando en el anochecer no llamaba la atención. Había mucha gente y toda parecía tristísima, un tanto fantasmal a la luz pobre de las farolas de gas en la niebla.
Me asombra que hayan pasado casi veinte años de aquello. Ayer encontré en la calle a Berta Bovary, toda una mujer. Desde luego, me reconoció ella. Su padre murió hace tiempo, ella se ha casado con un hombre de Barcelona y piensan marchar a América, al sur, donde en octubre es primavera.