martes, 30 de marzo de 2021

En Toral de los Guzmanes

Desde mañana y por unos días, sin teléfono de guardia y sin saltarnos ningún cierre perimetral, estaré en ese municipio leonés que he convertido en nuestro refugio de cabecera: Toral de los Guzmanes. Allí iré con la familia, mi independencia profesional y esa lumbalgia que se vino como okupa a vivir conmigo. 
Volverán los paseos por cada uno de sus parajes, alguna visita a cualquiera de sus granjas, esos trayectos en bicicleta si la espalda los permite... Sin llamadas urgentes, sin tener que tomar decisiones; sin aplausos a las ocho de la tarde, pero también sin que nadie te juzgue.
Toral de los Guzmanes: pueblo de gente noble, de iglesia sin torre y de torre sin iglesia. Allá donde perderse ante esa reliquia a modo de palacio de la arquitectura tradicional de adobe, allá donde encontrar frescor en su célebre Museo del Botijo. Escenario de alguno de mis cuentos y del último relato de esas Catorce lunas menguantes (MAR Editor), ilustradas por Raquel Ordóñez Lanza, todavía nos quedan muchas historias por dedicarle.

domingo, 28 de marzo de 2021

No es país para peces chicos

Son muchos los docentes que aseguran en privado que mi libro Catorce lunas menguantes (MAR Editor), con ilustraciones de Raquel Ordóñez Lanza, sería un texto ideal para hacer educación medioambiental en las aulas, especialmente entre sus chavales a partir de 12 años. Además de presentar en primera persona un problema ecológico real, esas lunas invitan a reflexionar con algún cuento al respecto, seguido de unas conclusiones a base de datos actualizados. Así piensa también más de un librero, más de una bibliotecaria, más de uno de sus lectores. 
Tal vez por ello, en aquella estrategia de promoción apostamos por dirigirnos a tantos directores de institutos, presentándoles su potencial pedagógico e incluso enviándoles algún ejemplar. No obstante, hemos de reconocer que su respuesta hasta ahora ha sido más bien pobre. Apenas dos mails de vuelta y ambos de disculpa. En la última, recibida esta misma semana, a pesar de habernos dicho en principio que sí, indican expresamente que el libro nos ha encantado, pero el Departamento ha decidido confiar en otro autor y en otra editorial. Además, algo opinable y por tanto totalmente respetable, en estos momentos preferimos apostar por trabajar la gestión de los duelos antes que la defensa de nuestra Naturaleza. Causal o casualmente, la obra que han escogido pertenece al mismo grupo editor al que pertenecen sus libros de texto. Y encima, sin coste alguno para el centro, pues ellos se hacen cargo de todos los gastos del escritor. Curiosamente, nosotros tampoco les habríamos generado ninguno. En fin... Como dice mi amigo Nicasio, hay que seguir luchando... pero, ¡qué difícil sentirse pez chico en un mar en el que nadan tantos grandes!

sábado, 27 de marzo de 2021

En el Día Mundial del Teatro

Hoy celebramos también el Día Mundial del Teatro. En nuestra familia, nos encanta... Y hasta cada cual posee su favorito: el del Principito es el Teatro Arbolé, en Zaragoza; el de la Sirenita, el Teatro San Francisco, de León. En ellos prende la magia, pues de magos es dibujar sonrisas y lograr conmover el alma.
Quisiera en este día compartir que hubo un tiempo en el que fui aprendiz de actor. Sucedió en aquellos meses que siguieron al percance de mis padres, apuntándome a aquella escuela de interpretación como válvula de distracción. Sin embargo, aquel proyecto no acabó de resultar. Quizá por las circunstancias, yo estaba demasiado serio como para darle vida a según qué papeles y acabé sustituyéndolo por la intimidad de mi Literatura. De manera que cambié los escenarios por la pluma y el papel. En cualquiera de los casos, sé que ambas actividades me ayudarían a ser y estar sencillamente mejor.
Vaya por eso desde aquí mi felicitación a todos cuantos componen esta gran familia llamada Teatro; en cualquiera de sus formas, de sus géneros, de sus escuelas. A fin de cuentas, como sentenciara Federico García Lorca, ese Teatro es poesía que se sale del libro para hacerse simplemente humana.

viernes, 26 de marzo de 2021

En el Día de la Escucha

Mañana 27 de marzo celebramos el Día de la Escucha; de ese ejercicio tan humano, tan necesario, en un mundo en el que tanto nos gusta hablar. Saber escuchar es un don con multitud de propiedades terapéuticas. Sin juicios, sin prejuicios. Quien es escuchado se siente acogido; sin ejercerlo no hay comunicación... Y eso lo sabe de sobras el personal de ese Teléfono de la Esperanza que ha hecho de la Escucha su señera. 
Esta semana he estado aquejado por una lumbalgia que me ha recordado algo que aprendí de cierto profesor: el dolor de espalda es el precio que pagamos por nuestra osadía de ponernos de pie. En uno de mis trayectos al fisioterapeuta me crucé con un mendigo que, sentado ante un cartel, pedía trabajo o algo para comer. Aunque iba justo de tiempo, entré al supermercado más próximo y compré una empanada con un refresco. Al salir se los di y le pregunté por él. Se llamaba Venancio, tenía más o menos mi edad y era de Ciudad Real. Casual o causalmente, justo de al lado de Miguelturra, ese municipio entrañable para mí, residencia de una familia querida, donde obtuve aquel premio literario. Me dijo que esta vida ladrona le había traído a mi ciudad, que estaba alojado en el albergue municipal, pero que no tenía ni dinero ni destino a dónde ir.
Tras unos minutos de conversación, le entregué aquella comida junto a una ayuda, deseándole de corazón la mejor de las suertes. Tal vez el destino vuelva a cruzarnos en otras circunstancias. En aquella despedida improvisada, él me dio las gracias. Como aseguró, no tanto por la empanada o esa naranjada, como por haberle dedicado un tiempo... ¡por haberle escuchado! Según me confesó, hacía mucho que nadie lo hace... y mucho menos desde que vamos con mascarilla.
- ¡Hasta otra, Venancio!
Entre tanto, llegué tarde a mi cita. Traté de explicarle al fisio los motivos de tal retraso, pero no me atendió. Ya da igual, tendremos que acortar la sesión... Me habría gustado que me hubiese escuchado. Porque he de reconocer que sus estiramientos alivian mis dolores, pero ¿cuánto alivio sin efectos secundarios genera cualquier Escucha?
Admito que, al volver a casa, me encontré mucho mejor tanto de la lumbalgia -ciertamente, esos masajes resultan efectivos- como de mí mismo -sin duda, también influyó el bálsamo de aquella conversación-. Y es que, parafraseando al cineasta William George Ward, saber escuchar es el mejor remedio contra la soledad, la locuacidad, la faringitis y -con su permiso- contra mi dolor de espalda.

jueves, 25 de marzo de 2021

Camaleones en Carnaval

Hace muchos años, al principio del principio, los animales recién creados decidieron organizar una fiesta de disfraces para así conocerse mejor. ¡Que por algo todos somos lo que vestimos!
A la Madre Naturaleza le encantó tal idea, proponiendo que se celebrase cuarenta días antes del primer plenilunio de aquella primera primavera.
Muchas especies decidieron preparar con tiempo su asistencia a la misma, a fin de deslumbrar durante el acto ante el resto de la fauna. ¡No en vano, la luz de aquella Luna resaltaría aún más su esplendor! De modo que algunas como las Cebras, optaron por los tintes del tizón, pintando su cuerpo con rayas sombrías; todas de manera diferente para que no hubiese dos exactamente igual… Como los Osos Panda, alternando en el suyo manchas oscuras y blancas, que incluso podían cambiar de tamaño… O como el mismísimo Cuervo, quien quiso teñirse tanto que acabó luciendo de negro.
Otras acudieron a los matices que ofrece el nacimiento del arcoíris. Y así, la Garza Azul se dio un baño entre añiles, mientras que el Canario lo hacía con amarillos, el Cardenal Norteño en rojos y la Mariposa Monarca entre naranjas.
Alguna de aquellas alimañas llegó incluso a mezclar pigmentos a su antojo, convirtiendo su cuerpo en el boceto de algún pintor. Fue el caso del Papagayo, de la Grulla Coronada, de la Carraca Lila o del Pato Mandarín.
Sin embargo, hubo un animal de entre todos que adoptó una estrategia distinta: la de cambiar de color según le fuese en cada ocasión. Se trataba del Camaleón. De manera que si se aburría hablando con la Avutarda se ponía de matiz grisáceo, mientras que si moría de risa ante los chistes del Pez Payaso adquiría una gama bermellón. Morado cuando se siente en apuros, ambarino si se muere de vergüenza, colorado al pedir un baile a su amiga la Salamandra.
Este atributo le convirtió en el protagonista indiscutible de aquella fiesta. Aún más cuando empezó a hacer mil gracias sacando su larga lengua o moviendo ambos ojos disonantes al ritmo de los compases que entonara el Ruiseñor... Y aún muchísimo más al vestirse de rosa ante aquellas cortinas magenta para pasar desapercibido, o al lucir su modelo granate suplantando la figura de algún Mono Aullador. Desde luego, nadie como él en simpatía, nadie con tanta originalidad.
Al margen de estos detalles, la gala resultó tan exitosa que la Tierra permitió a cada criatura que mantuviera de por vida las pintas con las que había acudido a la misma. Además, en muchos casos, encontrarían en ello miles de ventajas: cuando están en grupo, las rayas de las Cebras dificultan a sus cazadores saber dónde empieza y termina un ejemplar… Sus manchas en el cuerpo permiten a los Pandas camuflarse entre la nieve y la vegetación, mientras que con las faciales pueden reconocerse entre sí… Y muchas aves utilizan desde entonces el color de su plumaje para atraer parejas, repeler competidores, discriminar a individuos de especies próximas o amedrentar a posibles depredadores.
La Madre Naturaleza mantuvo aquel festejo cuarenta días antes del primer plenilunio de cada primavera. ¡Que la luz de nuestra Luna siga resaltando su esplendor! Y decidió llamarle Carnaval, al combinar los vocablos latinos “carne” –carne- y “vale” –adiós-, para significar que tras ella habría una tregua entre animales en su cadena de alimentación.
Finalmente y sin aviso –así acostumbra a llegar lo sorprendente-, eligió a aquel reptil escamoso que podía cambiar su coloración como rey de esta fiesta. De ahí que, en su hábitat natural, el Camaleón sea un ser tan admirado… De ahí que sea otro actor principal en carnavales… De ahí que en tantas culturas sea un ser sagrado, que nunca muere, que siempre está mutando, que a deshoras anda sonriendo en busca del disfraz más apropiado para la próxima celebración. Porque a veces, quizá demasiadas veces, todos somos lo que vestimos.
Y colorete, colorado, colorín… Esta historia que es bien cierta ha llegado a su fin.

Nota: Cuento incluido en mi libro Catorce lunas menguantes (MAR Editor), galardonado con el II Premio Liliput de Narrativa Joven.

miércoles, 24 de marzo de 2021

Calentamiento global y estufas de terrazas

Según el último análisis del panel de expertos de Naciones Unidas relativo al calentamiento global de la Tierra, estamos a nada de entrar en un punto de no retorno si no reducimos drásticamente la emisión de gases causantes del llamado efecto invernadero -principalmente CO2-, lo que conllevará más desastres climáticos.
Según el último informe científico relativo al deshielo de la Antártida, publicado este mismo mes, el derretimiento de su plataforma avanza a un ritmo mucho más rápido del que se creía, lo que anticipará una elevación del nivel del mar.
En el año 2020, la propia Antártida -casi 20º en febrero-, Alaska o Siberia -más de 40º en julio- batieron sus registros históricos de temperaturas máximas, previéndose ya que los últimos glaciares que quedan en España desaparecerán por ese calentamiento en los próximos 30 años. Y todo sin olvidar que, según la Organización Mundial de la Salud, en el origen de la actual pandemia estaría el salto de un microorganismo al Hombre como consecuencia de su invasión de espacios naturales pertenecientes a otras especies. 
Por eso, ante tales evidencias y aun sabiendo de sus múltiples factores, lamento que en una tarde como hoy, con el sol luciendo, con casi 20º y sobrando como sobra la chaqueta, siga habiendo terrazas con estufas encendidas. Algunas incluso todas, algunas incluso sin clientes. Como me dice Nicasio en esos paseos por la ribera, con todo lo que han pasado, no les podemos pedir a los hosteleros más sentido de sacrificio... No lo haré. Pero sabiendo que cada una de esas estufas libera a la atmósfera en cada jornada unos 14 kilos de CO2 -de hay que su empleo se haya regulado en tantas ciudades europeas, llegando incluso a su prohibición en la francesa Rennes-, lo que sí me atrevo a rogarles -dando las gracias de paso a quienes hagan un uso y un consumo responsable- es más sentido ecológico.

martes, 23 de marzo de 2021

Palíndromos en La Nueva Crónica

Una vez más quisiera agradecer a Joaquín Revuelta, como responsable de la Sección Cultural del diario La Nueva Crónica de León, su labor en favor de la Cultura y que se haga eco de tantas de las actividades literarias que realizamos. La última, mediante esa reseña publicada en su periódico esta mañana recogiendo mi mención especial en el XI Premio Internacional de Literatura Palindrómica REVER
Y es que, como afirmo en ella, el Palíndromo -esos textos capicúas que se leen igual de izquierda a derecha que en sentido inverso- es intuitivo, creativo y, desde luego, de lo más divertido. Introduce las Matemáticas en la palabra, entrando por la vista antes que por el oído. Enfrenta mi lado emocional al racional. Quizá por eso, mientras el primero dice Soñad sol, aroma. Sedle oído... el segundo, mirándose en su espejo, le replica con firmeza: Odio el desamor a los daños.

viernes, 19 de marzo de 2021

En este Día del Padre

Manolo, mi padre, cada vez que salía de un coche acostumbraba a golpear la ventanilla con tres toquecicos suaves, como queriendo advertir al conductor de que ya estaba fuera. Curiosamente, ese mismo gesto lo acabé adquiriendo yo... Y en los últimos meses constato que nuestro Principito también lo realiza con cotidianidad. 
Aquel mismo Manolo cultivaba la manía de jugar habitualmente al entonces llamado cupón pro-ciegos. Cuando el vendedor le decía qué número prefiere, él siempre respondió lo mismo: el que más rabia le dé. Casual o causamente, yo he acabado repitiendo idéntica cita cada vez que adquiero algún décimo de lotería... Y esta mañana, cuando nuestra Sirenita compraba junto a su madre otro cupón de la ONCE para el sorteo extraordinario del Día del Padre, el vendedor les preguntó con simpatía que cuál número quería, a lo que ella contestó: el que más rabia le dé.
Y es que en sus nietos reconozco muchos detalles de aquel Manolo bueno... Está claro que el ejemplo transmite tanto como los genes. Por eso en esta celebración, como también aprendimos de él, le seguiremos queriendo -nos seguiremos queriendo- conforme a su coletilla favorita: de aquí a la Luna y volver.

domingo, 14 de marzo de 2021

A todas las librerías

Con la segunda edición de mis Catorce lunas menguantes (MAR Editor) ya distribuida por todas las librerías que le han dado la oportunidad de exponerse en sus estantes, quisiera dedicársela precisamente a ellas: a cada librero y librera que lo ha pedido, que lo recomienda a sus clientes, que ha creído en su mensaje. Y en especial a Joaquina, esa apasionada de la Literatura que regenta un café con libros, y ayer mismo se disculpaba ante mí porque aún no ha vendido ningún ejemplar. Recordando una cita del genial Ruiz Zafón, me decía: En este negocio de los libros no te puedes fiar ni del índice.
Desde luego que nos encantaría que se hubieran llevado todos, mas en lo que a mí respecta que no se preocupe: sé de las circunstancias generales y que no soy autor demasiado conocido. Por eso, lo que valoro muchísimo -de ella, de todos- es su detalle, su confianza. Porque, parafraseando al escritor Neil Gaiman, cualquier ciudad no es ciudad sin una librería. Podrá llamarse así, pero a menos que tenga libros nunca tendrá alma.
Ante tal agradecimiento, adjunto enlace al vídeo promocional de esta segunda edición de esas Catorce lunas menguantes, cuentos en modo Verde para salvar un planeta Azul, con ilustraciones de Raquel Ordóñez Lanza. https://youtu.be/R6cY2pgA8j0

sábado, 13 de marzo de 2021

50 Aniversario del Teléfono de la Esperanza

Creo en ellos, en cómo son, en lo que construyen. Por eso soy socio de base y estaré a su lado en cuanto pueda ayudarles. El Teléfono de la Esperanza hace buena cada día esa frase de uno de mis personajes: la Esperanza no es nunca lo último que se pierde; es siempre lo primero que se encuentra.
De ahí que hoy quiera manifestar mi agradecimiento por todo eso y por haberme permitido participar en el vídeo conmemorativo de su 50 Aniversario, junto a personalidades tan célebres como Irene Villa, Rozalén, David Bisbal, Antonio Llompart, Rosario Pardo, Sergio Scariolo, Luis Rojas Marcos, Isabel Jiménez, Enrique García Asensio y un largo etcétera de apoyos extraordinarios. Adjunto enlace (minuto 25:44): https://www.youtube.com/watch?v=GfITXc5nybA
50 años escuchándote. ¡Felicidades de corazón! Me siento honrado por tal detalle, me siento pequeño a su lado... pero sobre todo siento un orgullo muy grande por ese, nuestro Teléfono, que seguirá sembrando Esperanzas en este mundo que tanto las necesita.

viernes, 5 de marzo de 2021

Mis razones para parar

Me dice cierta amiga que echa de menos aquellas entradas que sobre esta pandemia publicaba a diario en mi blog. Según ella, cada una de esas notas le aportaba rigor, confianza y una pizca de optimismo necesaria para seguir.
En efecto, hace tiempo que he dejado de escribirlas... Y es que, aun cuando a esa amiga y a otros muchos les gustaban, hay también alguno que al leerlas se ha enfadado conmigo.
Así, si después de haber estudiado la literatura científica al respecto, aseguras que este virus responsable de la pandemia es consecuencia del daño que le estamos causando a la Naturaleza al invadir espacios que pertenecen a otras especies -tal y como afirma la mismísima Organización Mundial de la Salud-, de repente recibes un mail de alguien que probablemente no ha leído mucho acusándote de manipular, pues resulta evidente que este Coronavirus salió de un laboratorio
Si tras haber revisado muchos de los artículos sobre las vacunas existentes, comparto que son seguras y eficaces -tal y como afirman todas las instituciones y agencias sanitarias-, siempre aparece alguien sin fuente de datos conocida para quien, en su opinión, con ellas solo queremos experimentar.
Si anticipo que, atendiendo a los criterios de los mejores epidemiólogos, la próxima pandemia surgirá en no mucho tiempo y será más agresiva mientras nos sigamos cargando ecosistemas como los de la Amazonia o los bosques primarios de la República Democrática del Congo -los dos principales pulmones de nuestro planeta, tal y como asegura el Panel de Expertos de Naciones Unidas-, mi propio amigo Nicasio me acusa de alarmista
Y cuando le digo que esas estufas de gas que prenden en las terrazas liberando kilos y kilos de dióxido de carbono, responsable del calentamiento global de la Tierra, constituyen una aberración desde el punto de vista de la eficiencia energética -por ello, desde mi consumo responsable, opto por aquellos establecimientos que disponen de otros sistemas, como los calefactores de pellet-, alguno de sus clientes me reprocha que tenemos derecho a estar calentitos; a fin de cuentas, esto del cambio climático es un camelo. En fin...
El caso es que últimamente ando demasiado cansado de escribir de manera documentada, para que luego más de uno nos rebata sin argumentos. De ahí que, aun reconociendo por supuesto su derecho a discrepar y el mío a volver, prefiera parar por un tiempo. Negar el futuro al que estamos abocados mientras sigamos tratando así a nuestro medioambiente, no hará que lo evitemos. De hecho, cada vez queda menos para revertirlo... Aunque, tristemente, siempre quepa la opción de pensar como Nicasio: el que venga detrás, que arree

lunes, 1 de marzo de 2021

Mención especial en el XI Premio Internacional de Literatura Palindrómica REVER

Mi amigo Tomás, desde Zaragoza, siempre me dice lo mismo: Si a mí no me da tiempo a leer, ¿de dónde sacas tú el tiempo para escribir? Quizá la respuesta esté en lo poco que duermo. En que aún estando en la cama, relajado y descansando, a menudo me pierdo ideando algún cuento o combinando vocablos que crean un anagrama -palabras con las mismas letras-. 
Sin embargo, últimamente muestro especial predilección por los palíndromos; esas frases capicúas que podrían leerse igual en un sentido que en otro. De hecho, participé en la III Copa del Mundo de Palíndromos REVER, hice protagonista de uno de mis libros pendiente de publicar a una pareja de hermanos que cultivan esta pericia y, recientemente, envié mi propuesta al XI Premio Internacional de Literatura Palindrómica REVER -consistente en esta edición en presentar dos composiciones, una con las letras del alfabeto de la A a la N, y otra de la Ñ a la Z-, sin duda uno de los más importantes que en nuestro idioma se celebran en el mundo.
Hoy se ha producido su fallo, habiendo obtenido en él una Mención especial. Realmente estoy contento, por el nivel habido y porque al mismo han concurrido algunos de los mejores especialistas del género. Entre ellos, su ganador, el genial Carlos Felipe Martell, a quien -junto a la organización del certamen- felicito sinceramente desde aquí. 
Y así, antes de intentar dormir -hoy prometo dejar mi mente en blanco-, comparto mis dos propuestas con ese alfabeto a medias. Nos seguiremos cuidando para seguirnos contando.

"Amada mamá: A cada bala, el día daba la nada. La lámina allá camina, amad el alba helada. Dale, háblale dama. Anima, calla animal al Adán. Alabada, idle. Alabad acá a mamá dama".
"¡SOS oso, ñu! Yo voto, roto voy. ¿Rusos o suyos...? Yo soporto otro poso y soy usos o sur... Yo voto roto, voy uñoso. ¡SOS!".