martes, 30 de octubre de 2012

Mi felicitación a Mara Torres


Fue en Almuñecar, en julio de 2005. El Centro del Mediterráneo, la Universidad de Granada y Aldeas Infantiles SOS –ONG a la que siempre me he sentido muy cercano- organizaron en su Casa de la Cultura un seminario que bajo el título “Desde el ruido al silencio. Intervención en trastornos de la infancia y adolescencia” abordaba los problemas emocionales que pudieran tener los más pequeños. En él participé como ponente, impartiendo una charla sobre los niños en distintos rincones del mundo… Y como moderador de una mesa a propósito de la risoterapia.
El nivel de aquel curso fue extraordinario. Pero lo mejor es que me permitió conocer a muchas personas famosas que desde su condición se implican abiertamente en la defensa de la infancia. Valentín Villagrasa –director de Los Lunnis-, la cantante Lucrecia –con quien me hice una foto para mis sobrinos-, el Mago Migué –de quien presumo de amigo, habiendo disfrutado luego de sus actuaciones y del privilegio de que prologara mis Cartas para un país sin magia-, el dibujante Idígoras –¡qué genial la dedicatoria que me hizo de su libro!-… Y la periodista Mara Torres. Ella fue la encargada de clausurar el evento con una conferencia, tan interesante como amena, sobre su experiencia a ese respecto desde el puesto de directora del programa radiofónico “Hablar por hablar”.
En la cena que a pie de playa cerró la reunión, tuve ocasión de saludarle y felicitarle por su exposición. También hablamos de mis cuentos, e incluso quedé en enviarle cuando saliera un ejemplar de El amor azul marino que por entonces divagaba buscando editorial. Así lo hice en cuanto pude, aunque en verdad nunca supe si aquel libro acabó llegando a su destinataria.
El pasado 15 de octubre, Mara Torres conseguía ser finalista de la 61ª edición de los Premios Planeta con su novela La vida imaginaria. Sinceramente, me alegré por ella y porque –después de haberle escuchado- me consta que tiene mucho que contar. Esa vida imaginaria lucirá pronto entre los libros de mi biblioteca pero, hasta entonces, vaya por delante esta felicitación.

domingo, 28 de octubre de 2012

En Puerto Nuevo de las Cerezas

Sol, moreno de piel, mercadillo los jueves y domingos, alguna tormenta a media tarde, calor, mucho calor. Mil y una normas cumplidas a rajatabla: las cosas del suelo no se cogen, hacer la digestión dos horas antes del baño, no interrumpir nunca cuando hablen los mayores... En frente tantos amigos de vacaciones, tantos juegos por jugar. Y detrás la ilusión por repetir lo irrepetible, disfrutando hasta el límite de estos parajes como lo hicimos el año pasado... Como lo haremos al año que viene.
Hay pájaros en los cables, setas comestibles, caracoles cuando llueve, mermelada de mora en septiembre, un espejo donde todos los ojos se miran. Y esa leyenda que cuenta que la primera casa del lugar fue construida por un caballero templario que sobrevivió a una noche de borrasca tras refugiarse debajo de sus chamizos. Es posible que si hubiese portado un paraguas hubiera seguido andando y este municipio, tristemente, no estaría donde está. Porque aquí tenemos lo que vivimos, lo que disfrutamos, lo que amamos.  
Estamos en Puerto Nuevo de las Cerezas, el pueblo de las tres mentiras: ni es puerto, ni es nuevo, ni sus frutales predominantes son los cerezos Sino ese mar de manzanos que le envuelven, dotándole de una sidra famosa en la comarca. No se trata de un caso único dentro de nuestra geografía, repleta de toponimias que desbordan engaños. Tampoco se conoce propósito de enmienda, pues nunca hubo intención de arreglar el desatino. Pese a ello, estamos en un contexto plagado de erratas. En el pico del loro solo hay buitres leonados, su puente romano corresponde al periodo medieval, aquella vecina de nombre Alegría se encuentra siempre triste, y desde ese lugar llamado el Miradero apenas se ve nada. Cierto que en este caso existe un atenuante: su denominación anterior era el Miriadero -extensión donde sestean los ganados-, siendo la tradición popular la que cambió la fonética del sitio. Mas aun así, tales apelativos pueden confundir -y mucho- al visitante que no esté debidamente avisado...

Nota: Primeros párrafos de mi libro Siete paraguas al sol, correspondientes al capítulo titulado Cuando callan las campanas

miércoles, 24 de octubre de 2012

Escribiendo bajo la lluvia

Hoy, con la lluvia, ha llegado una noticia excelente. Mi libro Siete paraguas al sol se ha subido a los bibliobuses de León, gracias a la coordinación de bibliotecas del Instituto Leonés de la Cultura. Es -sin duda- una gran iniciativa que permitirá que sean más los lectores que conozcan la historia de Bernardino y sus hijas, viajando con ellas desde la imaginación a lugares tan distantes como Kigali, Bagdag o Nueva York.
También me alegra saber y compartir otras primicias amigas: que la novela La sombra del faraón del escritor Santiago Morata va a ser traducida al ruso con una tirada inicial de 10.000 ejemplares, que el libro Pretérito imperfecto de Mercedes Pinto sigue estando en el Top-10 de ventas de la plataforma digital Amazon, que la nueva obra El guardián invisible de Dolores Redondo Meira saldrá al mercado a partir de enero traducida a diferentes idiomas, que el poeta Rafael Sanz Sierra presentará este viernes en Zaragoza su opera prima Gotas de ácido...
Me alegro por todos ellos y de paso por mí. Y es que, ciertamente, hoy la lluvia ha venido cargada de buenas noticias.

viernes, 19 de octubre de 2012

Ilusionistas, de Noam Chomsky

Ediciones Irreverentes acaba de publicar en primicia mundial Ilusionistas, el último libro del filósofo y activista Noam Chomsky, una de las figuras más destacadas de la Lingüística del último siglo.
Bajo la traducción del escritor uruguayo Jorge Maifud, en Ilusionistas encontramos las actuales preocupaciones del autor: la crisis económica como arma de enriquecimiento rápido y vergonzante de los más poderosos, el sentido de la democracia y los obstáculos de la lobbycracia, las imposiciones y las representaciones de la realidad, las verdades oficiales y la manipulación de la historia, las diferentes expresiones de la libertad, la tiranía del dinero acumulado y el secuestro de las democracias, las formas de dictadura, y su sentido de un anarquismo progresivo -a lo cual se ha agregado una creciente preocupación por el problema ecológico y la probabilidad de un final anticipado de la humanidad.
Ante la sociedad que nos imponen, Chomsky ofrece una alternativa.
Sin duda, un libro recomendable. Y es que, en palabras del editor Miguel Ángel de Rus, "para cambiar el mundo, primero tenemos que recuperar el significado de las palabras. Chomsky nos explica cómo hacerlo".

lunes, 15 de octubre de 2012

elamorazulmarino.blogspot.com

En este 15 de octubre –día de mi cumpleaños- quisiera hacerme un regalo especial. Como muchos de vosotros ya sabéis, El amor azul marino es mi opera prima. Quizá por ello será siempre la más entrañable, desde la convicción de que sin ese primer paso no hubiera habido ninguno más. Con esta obra obtuve el Premio Literario Amares 2005, siendo publicada en diciembre de ese mismo año por la Editorial Amares. Se emitieron dos ediciones con un éxito notable de público y crítica, no habiendo prácticamente en la actualidad existencias a la venta en formato papel.
Por ese motivo y animado por numerosos amigos, en los próximos días vamos a colgar el libro en la plataforma digital Amazon. Estamos ultimando los detalles y os informaremos de ello con la suficiente antelación. Así, todo aquel que quiera podrá descargárselo a un precio reducido, disfrutando de la colección de cuentos que lo componen. De hecho, mi regalo tiene mucho que ver con tal iniciativa, pues hoy precisamente inauguramos este nuevo blog: http://elamorazulmarino.blogspot.com
No quisiera cerrar esta entrada sin dar mil gracias a Mercedes Pinto por su apoyo, a Jara Baena por la nueva portada, a Emilio Domínguez por su gestión… Y por supuesto, mil gracias a vosotros mis lectores por haber conseguido que pintara de azul otro regalo cargado de ilusión: el de tener disponible en la red el más entrañable de mis libros.

sábado, 6 de octubre de 2012

Compartiendo una palabra


Cada mañana, como cada mañana desde que la conoció, mi abuelo daba a mi abuela los buenos días regalándole una palabra. Y así, en cada despertar, le dedicaba un nuevo diccionario interpretado a su libre albedrío:
Adulto: Persona a la que los niños tratan de usted.
Amanecer: Primer milagro del día.
Amor: Aliño, aglutinante, levadura. Especia que hace posible ese menú extraordinario llamado vida.
Circo: Lugar donde suceden los milagros.
Conciencia: Voz interior que nos recuerda qué hicimos mal y lo que es mucho peor qué hicimos bien.
Desierto: Kilómetros y kilómetros sin un árbol. No confundir con desamor: kilómetros y kilómetros sin una ilusión.
Discreción: Virtud consistente en no hablar demasiado, pues puede que a tu enemigo le interese lo que digas.
Éxito: Vivir de lo que te gusta.
Honestidad: Anteponer los ideales a los intereses.
Humildad: Don por el que no me siento más que nadie ni menos que ninguno.
Inteligencia: Vivir donde te va bien.
Odio: Sentimiento más alejado de la ley natural porque nace, crece y se reproduce, pero le cuesta mucho morir.
Pasión: Epidemia de cariño.
Pacer: Forma verbal de la palabra paz.
Perfección: Estado que solo alcanzas cuando alguien se enamora perdidamente de ti.
Previsión: Tenerlo todo pensado para cuando no haya nada que pensar.
Suerte: Querer ser lo que soy… y si es posible, contigo.
Sufrimiento: Padecimiento carente de humildad. Siempre somos nosotros quienes más sufrimos en el mundo.
Vida: Periodo de tiempo entre nacer y morir que llenamos a base de casualidades.
Cierta tarde de invierno, mi abuelo marchó. Su corazón, cargado de verbo y emociones, prefirió detenerse antes que dejar de amar. Sucedió entre los blancos de algún hospital, justo cuando la abuela reposaba en casa tras otra noche a su vera. Un médico informó a mis padres, a mis tíos, al resto de la familia. Pero, ¿quién se lo dirá a ella?
Quizá por ser su nieta mayor o por esos caprichos que tiene el destino, dicha tarea me acabó tocando a mí. Ni siquiera hizo falta hablar. Su instinto se anticipó a mi llanto y con voz templada, después de consolarme con un beso, afirmó:
-     Se ha ido mi compañero.
Entonces fui yo quien descubrió el verdadero significado de aquel vocablo: compartir.
Mis abuelos pasaron toda una vida contándose amaneceres, desiertos, pasiones... Construyendo día a día los pilares de su propio diccionario. Y cómo no, compartiendo con cada despertar la magia de una palabra. 

Nota: Relato perteneciente al capítulo Cruce de caminos, incluido en mi libro Siete paraguas al sol.