sábado, 9 de marzo de 2013

Los amantes pasajeros

Nunca he negado que soy admirador de la obra de Pedro Almodóvar. De siempre le he considerado un genio en el arte de la dirección, capaz de llevar al límite sus guiones y personajes hasta acabar sorprendiendo a cualquier espectador. Quizá por ello, coincidiendo con su estreno en mi ciudad y sobre todo con la oportunidad de tener una canguro para nuestro Principito, ayer por la noche acudimos junto a unos amigos a ver Los amantes pasajeros, la última película del manchego.
He de reconocer que, en general, a ninguno nos gustó. En mi opinión -y dado que es opinión, asumo que pueda estar completamente equivocado- la trama que se desarrolla en un avión averiado en pleno vuelo y que está a la espera de aterrizar, resulta cansina, nada creíble -aunque refiriéndome a Almodóvar, esto no sea ningún defecto-, se desarrolla a un ritmo sumamente lento y sus personajes se recrean en exceso en diálogos desorbitados sobre la importancia de sus relaciones (homo, hetero y bi) sexuales. Como comedia hay pinceladas de humor en un ambiente que recrea la estética pop de los años ochenta, si bien muchas de ellas resultan forzadas. En cuanto a las interpretaciones, me quedo de puntillas con las de Lola Dueñas o Javier Cámara; a sabiendas de su categoría, era seguro que aun en un vuelo tan disparatado estarían a la altura.
En definitiva, creo que hay demasiado Almodóvar en esta cinta de Almodóvar, y su espontaneidad ha acabado cayendo en la sobredosis. Por fortuna, nos queda su inmensa cinematografía, y la ocasión de resarcirnos se antoja cercana. Mañana mismo, Televisión Española emite su penúltima película: La piel que habito; una nueva oportunidad para dejarse seducir por el arte de nuestro director más internacional.

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