
Hoy domingo 21 de septiembre la Organización Mundial de la Salud celebra el
Día Mundial del Alzheimer, una enfermedad terrible que priva a quien lo padece de una parte esencial de su personalidad: sus recuerdos. Dado que mi primer trabajo como médico fue precisamente en una residencia de mayores afectados por este tipo de demencia, conozco muy de cerca esta patología y los problemas que conlleva. No en vano, allá por los años noventa fui autor de distintos artículos sobre ella, mostrando algunas de las medidas de apoyo no farmacológico para los pacientes que entonces sugería, y que hoy siguen teniendo plena vigencia:
* Identificación y corrección de conductas peligrosas. Es el caso del hábito de fumar de manera descuidada, la conducción temeraria, el uso inseguro de instrumentos de cocina, la combatividad, el descuido de la salud y del bienestar personal, el abandono del hogar…
* Conseguir un hábitat idóneo: poner espejos suficientes para permitir que el paciente compruebe su identidad, colocar calendarios y relojes de fácil visibilidad para ayudar a mantener o rehabilitar la orientación temporal, tener pequeños animales domésticos que animen el ambiente… Y, en caso de institucionalización, evitar la masificación de esos centros preservando siempre nuestro carisma más humano.
* Procurar una dieta adecuada para cada caso. Los problemas de tipo nutricional parecen formar parte de la evolución natural de la enfermedad. De hecho, se ha estimado que estos pacientes pesan casi diez kilos menos que su población sana de referencia, lo que justificaría en parte sus mayores tasas de morbimortalidad.
* Procurar una correcta higiene personal. Con particular atención sobre los casos más graves que sean totalmente dependientes. Deberemos atender su limpieza corporal, el corte de uñas, la limpieza del cabello, la ropa que lleven, etc. En este sentido se recomienda evitar tanto vestidos impropios de su edad o situación como prendas colectivas comunes o similares. Y es que, aún en estos enfermos, estimular lo que les resta de narcisismo ayuda a mantener su identidad y favorecer sus relaciones con los demás.
* Promover la realización de actividades colectivas. De especial utilidad para los pacientes institucionalizados. De entre ellas destacaremos –siempre en función de sus posibilidades- los coloquios dirigidos, la música, la danza… A fin de enriquecer y estimular su lenguaje, consentir una mayor relación con los otros, favorecer la movilidad de su cuerpo… Precisamente, la realización de actividades de gimnasia en este colectivo genera –además de los producidos sobre la propia salud individual- una serie de notables beneficios: disminución de la atención médica y el consumo de fármacos, posibilidad de hacer rehabilitación concomitante, aporte de un enfoque asistencial al centro… En determinados casos, muy seleccionados y siempre bajo control, podrán realizarse paseos, viajes o excursiones programadas que permitan una distracción para esa persona y el contacto con el mundo exterior.
* Educar en esta línea a sus familiares y/o cuidadores, valorando y preservando su salud.