domingo, 21 de junio de 2015

Mi pasión zaragocista

Sé que en la vida todo o casi todo es más importante que el fútbol, pero sé también que hay sentimientos relacionados con este deporte que nadie o casi nadie puede explicar. Es el caso de mi pasión zaragocista, forjada desde niño junto a mi familia, aireada allá donde he estado y que de seguro me acompañará mientras viva.
Hace unos días un amigo me preguntaba: "¿Cómo es posible que alguien como tú, tan "alemán" en su trabajo, sea tan "griego" en su afición por un club?". Y hoy, precisamente el día en que mi Real Zaragoza no ha podido ascender a primera división, le respondo de la manera más racional que conozco: con un trocito de mi literatura.
¡Aupa Zaragoza!, a pesar de los pesares; porque estés donde estés, sabes que estaré contigo.

"Nunca olvidaré el primer domingo que presencié en directo un encuentro de mi Real Zaragoza. Eran las cinco de una tarde de invierno. Llevaba jersey de lana, guantes de lana, bufanda de lana, calcetines de lana. ¡Se notaba demasiado que mi abuelo era pastor y mi madre costurera! Una insignia con su escudo y una elástica plagada de ilusiones rebelaban el color de mis colores. Perdimos por un gol a dos.
A pesar del frío, del picor por tanta hebra, del mal juego que siempre ceba a los críticos y de la derrota, rememoro aquella tarde con satisfacción. Y es que estaba ante unos mitos a los que solo atisbaba en los cromos de colegio.
Desde entonces he sentido muy dentro esa pasión, disfrutando como el que más sus alegrías y llorando como el que más en sus penas.
Es un sentimiento que siempre he vivido con mi hermano. Anteponiendo el respeto a la afición rival y conscientes de nuestras posibilidades, animamos hasta la afonía en el fondo sur del campo, nos pintamos de azul ante las grandes citas, entonamos estribillos para que ese delantero afine su puntería.
¡Sí, me encanta ir a la cancha los domingos! Mi hermano dice que en la grada me transformo, que soy un exagerado, que cuando marcamos un gol me abrazo a la hinchada entera, incluido el que vende los refrescos.
Puede que en verdad yo sea así, y no el Manuel tranquilo que todos conocen. Quizá viva mi destino desde la exageración, y el fútbol -precisamente el de mi Real Zaragoza- sea el estrado en el cual la manifiesto".

1 comentario:

Manuel Cortés Blanco dijo...

Y como buen deportista, felicitar al equipo de la U. D. Las Palmas y su afición por el ascenso conseguido. Sin duda, han realizado una gran campaña. ¡Qué tengan mucha suerte en Primera!