Capitaneado por Francisco López, presidente de la Fundación organizadora, el acto se desarrolló en un marco tan incomparable como la Fundación Antonio Gala -a quien quiero mostrar expresamente mi agradecimiento por su hospitalidad-, contando con la asistencia de tres de los autores premiados y con la práctica totalidad de sus ilustradores -alumnos de la Escuela Mateo Inurria-.
Además de establecer numerosos contactos literarios e idear nuevos proyectos, esta aventura ha permitido que volviera a quedar maravillado por una ciudad tan encantadora como Córdoba... Y es que de seguro que nos seguiremos contando en ella.
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