¡Cómo cambia la vida! Hace unos años me perdía en seminarios relacionados con la Medicina Preventiva y Salud Pública, mi especialidad. Y ahora, me encuentro entre jornadas literarias con el objetivo de intentar escribir mejor.
Si ayer presentaba ponencias a congresos sobre enfermedades infecciosas, drogodependencias u otros temas de interés epidemiológico -de hecho, llegamos a llevarnos más de un premio a la mejor comunicación-, hoy propongo mis relatos en los cursos de escritura a los que asisto. Si antes me alegraba publicar artículos médicos en revistas científicas de primera línea, ahora disfruto presentando alguno de mis cuentos a la última antología.
En este sentido, acabo de participar en un taller sobre técnicas creativas -"Tirar del hilo"-, dirigido por el escritor Raúl Vacas Polo. De entrada, diré que ha estado fantástico. En él abordamos la literatura como herramienta de aprendizaje y comunicación, descubrimos la poesía como recurso para el aprendizaje, trabajamos el juego como elemento dinamizador... Francamente interesante.
Ante tal entusiasmo, alguien podría pensar que he pasado de ser un médico que de vez en cuando escribe a un escritor que en sus ratos libres se pone la bata blanca... Pero no. Ambas disciplinas, Medicina y Literatura, forman parte de mi vida. La primera es mi vocación; la segunda, mi afición. Las dos conviven juntas, sin celos ni tensiones. Y las dos, de uno u otro modo, contribuyen a que sea la persona que quiero ser.
sábado, 30 de noviembre de 2013
jueves, 28 de noviembre de 2013
Cuentos del Mundo en el "Juan del Enzina"
lunes, 25 de noviembre de 2013
Chocolate para la Feria de Guadalajara

Sé por mi editor que uno de sus objetivos es negociar in situ los derechos de sus autores con editoriales y agencias internacionales... Y sé también que mi persona como escritor y Mi planeta de chocolate como libro de cabecera ocupan un lugar preferente en ese catálogo que ha elaborado y que, además de buena literatura, rebosa de ilusión.
Mucho ánimo ante tal iniciativa y, por supuesto, toda la suerte del mundo... A ver si, además de difundir las aventuras de Benito Expósito Expósito -el pequeño protagonista de mi novela-, conseguís llenar la Feria de ese estupendo chocolate que de una u otra manera le acompañó por la vida.
viernes, 22 de noviembre de 2013
En el Día de la Música
Érase
una vez un trío de músicos ambulantes que viajaban de pueblo en pueblo: Lera al
clarinete, Lali con el violín y Lino desde el trombón. Cada día su furgoneta
destartalada llegaba a una plaza nueva. Aparcaban muy cerca de la iglesia,
almorzaban huevos fritos en el bar de los huevos fritos y empezaban a tocar. La
recaudación del platillo, sin ser exagerada, permitía ese nivel de vida.
Alguna
vez la guardia urbana solicitó sus permisos pero nunca tuvieron mayores
problemas; ¿o sí...? En una ocasión acabaron declarando en el cuartelillo
delante del sargento.
Aquella
mañana de febrero hacía mucho frío: apenas dos grados al sol y un viento
lacerante caído de las montañas. Era una aldea perdida, de esas que ignoran las
guías de viajes. Su plaza estaba vacía, sin ropa en los tendederos ni caños en
su fuente. No había jardines, chatos de orujo, perros en los vertederos. Lera
comentó algo sobre aquel lugar:
- Aquí
viven dos hermanas. Una reside al norte, en pleno bosque, y la otra al sur,
junto al río. No hay nadie más. Si queremos que alguien nos escuche debemos ir
a verlas...
Nota: Párrafo perteneciente a mi cuento titulado Que se llama Soledad, incluido en mi libro El amor azul marino. Está dedicado a todos esos amigos músicos con los que últimamente comparto vida. ¡Feliz Día de Santa Cecilia, Patrona de la Música!
martes, 19 de noviembre de 2013
Las personas garnachas
Nota: Párrafo perteneciente al capítulo titulado Cien paraguas al sol, incluido en mi libro Siete paraguas al sol.
domingo, 17 de noviembre de 2013
El color del cielo
Santiago Morata es otro de
esos amigos que me ha proporcionado la Literatura. El hecho de que empezáramos
a escribir casi al mismo tiempo ha permitido que coincidiéramos en distintos
foros, presentaciones, firmas de ejemplares y alguna que otra feria. Asimismo
hemos compartido proyectos, pudiendo presumir de haber leído los cinco libros
que hasta la fecha lleva publicados.
Santiago es un hombre
polifacético: viajero empedernido, apasionado de la fotografía, diseñador,
pintor de óleo, escritor… Y en todas esas actividades cultiva una innegable
capacidad de sorprender. Sus cuatro primeras obras pertenecen al género de la
novela histórica, habiéndose sumido con acierto en los orígenes del Reino de
Aragón o en los entresijos del Antiguo Egipto.
Con estos antecedentes,
llega a mis manos su último libro: El color del cielo (Ediciones Nowtilus).
Un texto que mantiene muchos de los indicativos del sello de Morata: la
intención clara de entretener, un ritmo fluido desde el principio, unos
personajes tan cercanos como elaborados, esa fina e inteligente ironía, el
factor sorpresa para su final… Pero sin embargo, resulta diferente a los demás.
No en vano, el propio autor se ha referido a él como un “divertimento propio”,
una “fábula”, un “desahogo”.
Para empezar, El color del
cielo es una novela de ficción protagonizada por dos personajes distantes en
el tiempo –Pol en el pasado y Peter en el futuro-pero próximos en sus vivencias,
capaces de comunicarse e interactuar a través de los sueños. El de Peter es un
mundo caótico, en el que las grandes ciudades han ido desapareciendo a
consecuencia de las guerras, los desastres naturales, la contaminación. El de
Pol es un mundo anterior que sobrevivió a un cataclismo similar. Ambas
historias paralelas que acabarán convergiendo se narran en primera persona,
alternando episodios de vigilia y sueño. En ellas, el color de sus cielos
respectivos juega un papel fundamental.
La trama incluye referencias
a la novela negra –desde secuestros a asesinatos, que ayudan a mantener su
tensión argumental-, elementos apocalípticos –describiéndose con crudeza una
Tierra al borde de su fin-, apuntes ecológicos, licencias sensuales tratadas
siempre con delicadeza e incluso un guiño probablemente intencionado al mito de
la cueva de Platón –dado que es ese el refugio al que recurren ambos
protagonistas. Contiene además una aguda crítica a la intolerancia social –como
ocurre con la tribu de Pol- y un claro mensaje de concienciación medioambiental
–a caballo entre el terror y la esperanza- sobre el trato que estamos
dispensando a nuestro planeta.
En definitiva y en mi
opinión, El color del cielo es una novela interesante, ágil, entretenida, fiel
al estilo de su autor que –si bien resulta especialmente recomendable para los
amantes del género de ficción- sorprenderá a cualquiera de sus lectores,
invitándoles de paso a esas mismas reflexiones.
viernes, 15 de noviembre de 2013
Encuentro con la Literatura y Música Aragonesa

miércoles, 13 de noviembre de 2013
"Aldeas Infantiles" con Filipinas
Cedo el espacio de esta entrada al mensaje que Aldeas Infantiles SOS ha colgado en su muro de facebook con motivo de la calamidad que en estos días está viviendo Filipinas:
"Emergencia en Filipinas, ¡necesitamos tu ayuda!
Desde que el pasado 8 de noviembre el tifón Haiyán arrasara con todo, millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente. Medio millón han sido desplazadas y miles de niños se encuentran en una situación especialmente vulnerable. Una de nuestras aldeas en Filipinas ha sido gravemente dañada aunque, afortunadamente, los niños, jóvenes, madres SOS y equipo de Aldeas se encuentran a salvo.
Ante esta devastadora situación, hemos puesto en marcha un plan de emergencia y todos nuestros equipos están trabajando para proporcionar agua, alimentos y refugios en Tacloban y otras zonas afectadas. ¡Colabora! ¡Ayúdanos en esta terrible situación!".
http://www.aldeasinfantiles.es/Conocenos/actualidad/Emergencia-en-Filipinas/Pages/default.aspx
"Emergencia en Filipinas, ¡necesitamos tu ayuda!
Desde que el pasado 8 de noviembre el tifón Haiyán arrasara con todo, millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente. Medio millón han sido desplazadas y miles de niños se encuentran en una situación especialmente vulnerable. Una de nuestras aldeas en Filipinas ha sido gravemente dañada aunque, afortunadamente, los niños, jóvenes, madres SOS y equipo de Aldeas se encuentran a salvo.
Ante esta devastadora situación, hemos puesto en marcha un plan de emergencia y todos nuestros equipos están trabajando para proporcionar agua, alimentos y refugios en Tacloban y otras zonas afectadas. ¡Colabora! ¡Ayúdanos en esta terrible situación!".
http://www.aldeasinfantiles.es/Conocenos/actualidad/Emergencia-en-Filipinas/Pages/default.aspx
domingo, 10 de noviembre de 2013
Tardes de compañía

El proyecto cuenta para ello con un cuerpo sólido, motivado y bastante heterogéneo de voluntarios, lo que avala su desarrollo. Por eso no es de extrañar que Los Argonautas fueran finalistas de los V Premio Jóvenes Emprendedores Sociales, convocados por la Universidad Europea, destacando el jurado técnico "su seriedad, alta dedicación y alto poder de movilización".
Tardes de compañía, una actividad solidaria y entrañable que -junto a mi más sincero reconocimiento para estos voluntarios- me apetecía mucho compartir.
jueves, 7 de noviembre de 2013
Luces en el canal

A
leer libros se aprende desde niño. Por eso resulta tan importante hacerlo a
edades tempranas y con los textos adecuados: tramas sencillas pero cercanas, un
escenario atractivo, personajes que transmitan valores con los que sea fácil empatizar, ilustraciones favoreciendo su comprensión… Todas esas características
las cumple sobradamente Luces en el canal, una obra recomendada para lectores
a partir de los ocho años, con los que David Fernández Sifres ha obtenido el Premio El Barco de Vapor 2013.
Luces
en el canal cuenta la historia de una amistad: la entablada por Frits –un niño
que perdió su pierna izquierda en un accidente de bicicleta- y Jaap Dussel –un
viejo vagabundo que vive junto a su mujer en una barca-. Una amistad cómplice, sincera
aun cuando a veces se ayuden a escondidas, y sin condiciones, a través de la
cual y utilizando otros personajes secundarios –como la madre de Frits- el autor pone en tela de
juicio alguno de nuestros prejuicios sociales. Esa historia se desarrolla en
Ámsterdam, la ciudad de los canales, las bicicletas y las cigüeñas, con el
trasfondo de ese misterio de los destellos que cada noche salen de la barca de
aquel señor con nombre y sombrero que la protagoniza.
Su lectura
resulta fluida, las ilustraciones de Puño tan oportunas como atractivas, y su
final sorprendente, imaginativo e inimaginado, si bien conociendo a David
Fernández Sifres era de prever que acabara siendo así.
En
definitiva, Luces en el canal es un libro muy recomendable para esos niños a
los que va dirigido y para aquellos mayores que nunca dejarán de serlo, desde
otra convicción que comparto al cien por cien con su autor: “En la vida las
cosas pasan y hay que aceptarlas… Aunque parezcan increíbles”.
lunes, 4 de noviembre de 2013
Presentando a David Fernández Sifres

A través de este libro, sé que a David le encanta viajar. En uno de sus últimos viajes visitó Ámsterdam -la ciudad de las bicicletas- y pensó que le gustaría escribir una historia que pasase allí, con sus canales y sus barcas. David vive en León, en un noveno, y desde la habitación en la que escribe ve un nido de cigüeña. Cada año, cuando nacen los polluelos, los observa con prismáticos. Una vez, también pensó que le gustaría escribir una historia con cigüeñas. Al final escribió esta, mezclándolo todo, como las recetas de su madre. Y doy fe de que quedó muy rico.
Amigo David: ha sido un placer leerte y será un placer acompañarte en esa presentación a la que -por supuesto- estáis todos invitados.
sábado, 2 de noviembre de 2013
Un relato en mi chistera
En ese discurrir que marca
la vida, son muchas las personas que nos van dejando huella. Aquel sabio
profesor al explicar el universo con lentejas, un tal Miguel Labordeta
que descubrí en clase de Literatura, ese primo mío con el que comparto
confidencias, la hilandera de algún barrio de Kabul. Y es que hay gente que
tiene el don de transmitirnos parte de sí mismo.
Resulta evidente que algunos
más que otros; y que hubo quien me enseñó de tal manera su lección que jamás la
olvidaré. Así ocurrió con mi primera
maestra. La señorita Charito, a pesar de la redundancia, fue quien nos detalló
el proceso de la concepción humana en aquella aula de segundo de EGB -la antigua Educación General Básica-. Solo a los pequeños, eso sí, que por
entonces las niñas iban a otro colegio:
- Imaginaos
que papá coge una semilla de melón y la pone en la tripita de mamá. Luego la
riega, le da mimos, le hace carantoñas... cada noche durante nueve meses, hasta
que nace un precioso bebé.
Reconozco que aquella
explicación me impactó de tal modo que siendo como éramos cinco de familia, sin
posibilidad de compartir más espacio en el dormitorio, cada vez que mi madre
ponía en la mesa una pieza de aquella fruta me afanaba por retirarle las
pepitas:
- ¡Que
no las vea papá –les decía a mis hermanos-, o nos veo durmiendo en el pasillo!
Nota: Párrafo perteneciente al prefacio titulado Un relato en mi chistera, incluido en mi libro Cartas para un país sin magia.
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