Hace dos semanas, con motivo de la presentación de otro escritor en la Biblioteca Pública de León, me realizaron una entrevista en la radio. En ella repasaron mi currículo personal y literario, destacando de él tres detalles: que en mi próxima vida me pido ser mago, que en su día -junto a mi colega y amigo Antonio Piñeyroa- obtuve uno de los Premios Nacionales Ulysses a la Investigación por nuestra labor científica... Y la tercera y más sorprendente, que tenía un club de fans.
- Yo, ¿un club de qué? -pregunté algo incrédulo.
- De fans -respondió contundente la locutora-. Me lo ha dicho un pajarito llamado Internet.
Picado por la curiosidad, lo segundo que hice al llegar a casa -lo primero, dar los besicos correspondientes- fue encender mi ordenador y buscar ese dato. Tardé en encontrarlo, pero al fin lo hallé en Facebook. Allí estaba; allí está casi todo.
En efecto, desde hace cerca de diez años y fundado por mi amigo Anchel, existe en la red un Club de Fans de los Libros de Manuel Cortés Blanco. Probablemente sea el más modesto del mundo. Somos solo cuatro miembros, lleva siglos sin entradas e incluso admito que yo mismo me había olvidado de él. Ni siquiera tenemos logo que nos identifique.
Quizá sea vanidad, pero me hizo ilusión reconocerlo. Sonreí.
Quizá solo sea eso, ilusión, pero me ha apetecido compartirla. Sonrío.
jueves, 1 de febrero de 2018
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