Les voy a ser sincero. Yo, hasta que no leí el primer libro de Manuel, no sabía lo que eran los relatos cortos, salvo algún clásico y por supuesto mi admiradísimo Edgar Allan Poe, pero me limitaba a la novela y a algunos ensayos que leía por obligación. Leí el libro, pensando que iba a ser aburrido, pero me equivoqué, pues me descubrí habiendo acabado el libro y psicoanalizándome, y me encontré totalmente relajado, me di cuenta de que me había olvidado del mundo de una manera que jamás conseguí con una novela.
Así pues, todos sabemos juzgar una novela, pero, ¿en qué parámetros podemos medir la calidad de un relato corto? Pues sin duda el entretenimiento y el aislamiento del stress, y si a eso añadimos que los relatos de Manuel nos conmueven y nos hacen filosofar, que hoy en día es cualidad muy importante en estos tiempos en los que nos dan todo hecho, pues concluyo que nos encontramos ante un autor que va a dar mucho que hablar. Por eso les animo a leer relatos cortos y otros géneros aparte de la novela. Sean valientes y huyan de los formatos masivos y encontrarán pequeñas joyas, como esta y su primer libro, "El amor azul marino", ambos parte de una trilogía.
Buen medico, lo dice su currículum. Buen psicólogo debe serlo para escribir como escribe y de lo que escribe. Buen escritor, espero que lo comprueben por ustedes mismos, y buena persona, porque el hecho de dar los beneficios de sus libros a Aldeas Infantiles, entidad con la que colabora además por otras vías, lo requiere. Por eso, cuando compran este libro, hacen algo más que aumentar su cultura, y en los tiempos que corren es muy, muy loable.
Buen viajero, porque absorbe las vivencias y los escenarios y los interpreta más tarde desde la magia del recuerdo y el sentimiento, enmarcados en cuentos de pequeño formato y dulce digestión, en vez de fotocopiarnos las postales.
Asusta hasta qué punto Manuel se desnuda, y esta manera de abrir su intimidad en tan pocas letras me hace pensar que tiene unas cualidades extraordinarias. Para empezar, para hablar así de uno mismo (y de los demás) se necesita una humildad fuera de serie, y algo poco común: Saber escuchar.
Libro de viajes y sentimientos a partes iguales. Combina la sencillez de un ser sin maldad con la complejidad de los sentimientos que describe. Pienso que resulta difícil describir sentimientos tan profundos con tan pocas palabras y sin caer en tópicos, y Manuel lo logra, lo que requiere un dominio absoluto del lenguaje y una madurez literaria y personal. A mí, que escribo en formatos muy amplios, la literatura de Manuel me resulta casi poética.
Hay un tópico que se suele cumplir: Dice que los escritores estamos locos (será verdad porque a mi me lo dicen todos los días) pero en el caso de Manuel no se cumple, pues su escritura denota una cordura y una sencilla humanidad que nos pone en evidencia a los locos. Le califican como el nuevo Paulo Coelho. No es descabellado.
Así pues, todos sabemos juzgar una novela, pero, ¿en qué parámetros podemos medir la calidad de un relato corto? Pues sin duda el entretenimiento y el aislamiento del stress, y si a eso añadimos que los relatos de Manuel nos conmueven y nos hacen filosofar, que hoy en día es cualidad muy importante en estos tiempos en los que nos dan todo hecho, pues concluyo que nos encontramos ante un autor que va a dar mucho que hablar. Por eso les animo a leer relatos cortos y otros géneros aparte de la novela. Sean valientes y huyan de los formatos masivos y encontrarán pequeñas joyas, como esta y su primer libro, "El amor azul marino", ambos parte de una trilogía.
Buen medico, lo dice su currículum. Buen psicólogo debe serlo para escribir como escribe y de lo que escribe. Buen escritor, espero que lo comprueben por ustedes mismos, y buena persona, porque el hecho de dar los beneficios de sus libros a Aldeas Infantiles, entidad con la que colabora además por otras vías, lo requiere. Por eso, cuando compran este libro, hacen algo más que aumentar su cultura, y en los tiempos que corren es muy, muy loable.
Buen viajero, porque absorbe las vivencias y los escenarios y los interpreta más tarde desde la magia del recuerdo y el sentimiento, enmarcados en cuentos de pequeño formato y dulce digestión, en vez de fotocopiarnos las postales.
Asusta hasta qué punto Manuel se desnuda, y esta manera de abrir su intimidad en tan pocas letras me hace pensar que tiene unas cualidades extraordinarias. Para empezar, para hablar así de uno mismo (y de los demás) se necesita una humildad fuera de serie, y algo poco común: Saber escuchar.
Libro de viajes y sentimientos a partes iguales. Combina la sencillez de un ser sin maldad con la complejidad de los sentimientos que describe. Pienso que resulta difícil describir sentimientos tan profundos con tan pocas palabras y sin caer en tópicos, y Manuel lo logra, lo que requiere un dominio absoluto del lenguaje y una madurez literaria y personal. A mí, que escribo en formatos muy amplios, la literatura de Manuel me resulta casi poética.
Hay un tópico que se suele cumplir: Dice que los escritores estamos locos (será verdad porque a mi me lo dicen todos los días) pero en el caso de Manuel no se cumple, pues su escritura denota una cordura y una sencilla humanidad que nos pone en evidencia a los locos. Le califican como el nuevo Paulo Coelho. No es descabellado.
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