jueves, 16 de abril de 2009

Del síndrome de Estocolmo y otras historias

Esa reacción psicólogica en la que un secuestrado desarrolla un nexo afectivo con su secuestrador se conoce con el nombre de síndrome de Estocolmo. Dicha expresión proviene del año 1973, cuando unos ladrones atracaron el banco Kreditbanken de la capital sueca. En el asalto mantuvieron retenidos a un grupo de rehenes que paradójicamente, al ser liberados casi una semana después, defendieron a los delincuentes negándose a colaborar en el proceso judicial posterior.
Gracias a mi amiga Ingrid, he descubierto también lo que significa por ahí arriba hacerse el español. Esta expresión, más propia de Noruega, significa optar por la opción más fácil aunque no sea la correcta. Su equivalente en nuestro idioma sería hacer la pirula y proviene del ámbito marítimo, cuando los navegantes amarraban sus velas con un nudo especial, más práctico pero menos resistente que los otros, llamado nudo español.
Y allí, desde la Capital Verde Europea para el año 2010 he soñado con la posibilidad de que Zaragoza sea Capital Cultural Europea en el 2016.
En ese sentido, esta misma mañana en la Plaza del Pilar, el Ayuntamiento ha realizado un acto de apertura de la campaña "Da tu palabra por Zaragoza" a fin de promocionar su candidatura. Desde ese momento y durante dos años se llevará a cabo la entrega ciudadana de libros para crear bibliotecas populares en distintos lugares del mundo. En este acto inicial diferentes personalidades de la vida pública de la ciudad han donado los primeros ejemplares. La Asociación Aragonesa de Escritores, a la que pertenezco, lo hizo a través de su presidente.
Y así, entre Estocolmo, Noruega y Zaragoza las cosas siguen pasando.
Entre tanto, nosotros, nos seguiremos leyendo.

2 comentarios:

Soledad Sánchez Mulas dijo...

Muy curioso, Manuel, eso de hacerse el español.
Espero que Zaragoza lo consiga.

Un beso.

Soledad.

Manuel Cortés Blanco dijo...

Hola de nuevo, Soledad:
En efecto, el lenguaje y el mundo están llenos de curiosidades. Y la verdad es que viajando y escribiendo se descubren muchas de ellas.
A mí también me encantaría que Zaragoza consiguiera ser Capital Europea de la Cultura.
Como siempre, mil gracias, mil y una sonrisas.

Manuel.