miércoles, 26 de enero de 2011

A bordo del Mexique

El marinero (Pancho) tropieza con unas redes, su aliento destila el aire, se traba en la oratoria. Ni siquiera se cree su personaje. Hay fracasos que no cura el orujo.
- ¡Así que Benito!... No suena a nombre de niño.
Puede que esté en lo cierto pero al chaval no le importa: se lo pusieron para cuando sea mayor. Al tiempo, recordando la fechoría en que bebió el tinto del monasterio, recomienda un remedio casero.
- Si le duele la cabeza pruebe un trago de amoniaco... Y váyase a la cama, que en ella se cura todo.
Pancho ríe ante tanto desparpajo. La sonrisa eclipsa lo malo.
Entonces una especie de gaviota se posa en el travesaño.
- ¿Ves esa ballena? -dice señalando al ave.
- Se equivoca, señor. No es una ballena, sino un pájaro. ¿No se da cuenta de que está muy delgado?
- Se trata de una ballena que adelgazó -insiste el marino en su argumento.
- No tiene la boca grande -rebate el menor apuntando con el dedo a la suya.
- ¡Qué caramba! La cambió por un pico.
- Las ballenas no vuelan -aletea con sus brazos.
- Esta sí. Se compró unas alas.
Benito ordena y reordena sus ideas. ¿Cómo puede confundir ese animal con un cetáceo? Quizá haya bebido más de la cuenta.
- Imposible que sea una ballena, porque no vive en el mar como las ballenas, ni tiene el color de las ballenas, ni hace el ruido de las ballenas. Además, las ballenas no pían así.
- No te quedes solo con lo que vean tus ojos. Al final será lo que tú quieras -concluye aquel marinero-. Aun pareciendo gaviota, ¿por qué su alma no puede ser de ballena? Si sueñas algo, solo tienes que pedirlo.
Para estar tan borracho quedó una frase perfecta.
A partir de este momento ambos serán amigos...

Nota: Encuentro a bordo del buque Mexique entre Pancho y Benito Expósito, incluido en mi libro Mi planeta de chocolate.

3 comentarios:

Mercedes Pinto dijo...

Es una alegría encontrarme de nuevo con Benito y sus vivencias.
Tú lo llevaste lejos sobre el papel, pero parece que sigue viajando por su cuenta.
Sigo escribiendo, cuando puedo; la casa se está llenando de niños.
Más abrazos.

Cristina dijo...

Esta parte de tu libro me gusta mucho y me recuerda al libro del principito.Pancho es muy tierno aunque parece muy rudo.Besos

Manuel Cortés Blanco dijo...

Hola Mercedes, hola Cristina:
La alegría es mía de encontrarme de nuevo con vosotras. Mil gracias por vuestros comentarios que me cargan las pilas para seguir escribiendo. Y de hecho espero presentaros pronto mi próximo trabajo... ¡Si el peque, me deja terminarlo por supuesto!
Mil sonrisas para las dos.