Y esa noche vino una semana después. Traen ropa, mucha ropa, aunque sabemos por las bolsas que la han adquirido en las rebajas. No importa que administren mejor su dinero si con ello visitan más hogares.
Sin embargo, otro año se acercaron mucho antes. Al bajar a la leñera en busca de una escoba encuentro un montón de paquetes envueltos entre plásticos.
- Esto, ¿para quién?
Mamá no sabe, no contesta; deducimos que los Reyes lo han escondido allí para recogerlos cuando puedan y depositarlos luego en el sofá. Así van más deprisa. ¡Qué gracia haberles descubierto! Prometo no decir nada a mis hermanos.
A veces nos ponen carbón por haber sido malos. Un carbón lleno de dulzura que deleita el paladar más exquisito. El mejor regalo es el que te harta. Quizá por ello no quiero ser bueno al cien por cien. Una pizca de malicia transforma lo corriente en lo mejor.
Otras veces prefiero la caja al contenido. Desde un bosquejo de imaginación transformarla en algún barco, aquella isla, ese castillo. ¡Mira que si los molinos eran en verdad gigantes! Con el juguete ya se entretendrá papá.
Y es que ante mis padres demuestran poca originalidad pues sus detalles se replican cada año. Para él, un frasco de colonia; a ella, algún utensilio para la cocina. Nunca protestan. No importa qué si es sincero. Tendrán que esperar a que seamos mayores para recibir otro tipo de presentes. Hay un momento de la vida en el que los interlocutores de los pajes pasamos a ser los hijos.
A veces nos ponen carbón por haber sido malos. Un carbón lleno de dulzura que deleita el paladar más exquisito. El mejor regalo es el que te harta. Quizá por ello no quiero ser bueno al cien por cien. Una pizca de malicia transforma lo corriente en lo mejor.
Otras veces prefiero la caja al contenido. Desde un bosquejo de imaginación transformarla en algún barco, aquella isla, ese castillo. ¡Mira que si los molinos eran en verdad gigantes! Con el juguete ya se entretendrá papá.
Y es que ante mis padres demuestran poca originalidad pues sus detalles se replican cada año. Para él, un frasco de colonia; a ella, algún utensilio para la cocina. Nunca protestan. No importa qué si es sincero. Tendrán que esperar a que seamos mayores para recibir otro tipo de presentes. Hay un momento de la vida en el que los interlocutores de los pajes pasamos a ser los hijos.
Mi abuela recuerda que sigue habiendo casas a las que su magia no puede entrar. ¿Se acordaron de escribirles una carta? No creo que sea por eso, sino por algo llamado presupuesto.
¡Qué complicado este mundo de los adultos!
¡Qué complicado este mundo de los adultos!
Nota: Fragmento del relato Un regalo para Lida incluido en mi libro Cartas para un país sin magia.
4 comentarios:
Yo creo que los Reyes siempre tienen algún presente para cada niño, lo que ocurre es que los mayores se los roban; pasa igual que con los sueños.
Un placer volver por estos lares y encontrar tus relatos.
Un abrazo enorme.
El placer es mío de reencontrarte por aquí, amiga Mercedes. Espero que tu tiempo de trabajo haya resultado fructífero y deseo un año nuevo en el que nos sigamos leyendo, nos sigamos compartiendo.
Otro abrazo grande de parte de los tres.
Je, je. Me encanta estos relatos. Feliz comienzo de año y de década.
Hola José Ángel:
¡Qué alegría reencontrarnos por aquí! ¡y qué bien que te haya gustado mi relato! A mi me pasa lo mismo con lo que leo en tu blog.
A ver si es verdad y tenemos un año 2011 con muchos motivos para felicitarnos. Y que como dice la canción no nos falte salud, dinero, amor y buena literatura. Un abrazo.
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