martes, 24 de junio de 2014

Un mundo peor

Siguiendo la costumbre de cada año, tras firmar los ejemplares de mis obras en la última Feria del Libro de Madrid, me perdí entre sus casetas en busca de nuevas lecturas. Era un domingo de lujo para un Retiro majestuoso. Había sol, buen tiempo, mucho público, decenas de actividades, cientos de autores… De entre ellos, descubrí a ese genio del humor llamado Forges, a ese tal Joaquín Sabina que hace magia con su música, a Almudena Grandes, a Lorenzo Silva, a un ingenioso Carlos Salem… Y también a otro escritor que hasta entonces desconocía: Claudio Cerdán.
Al llegar a casa con dos bolsas repletas de aventuras, decidí empezar precisamente por la que me ofrecía este último autor: su obra Un mundo peor (Ediciones Versátil), nominada a “Mejor Novela” en el certamen “Valencia Negra 2014”. Admito que a priori –con una trama cruda y unos personajes que se aventuraban desalmados- parecía estar en las antípodas de mi Literatura. Sin embargo, ya adelanto que no me equivoqué en aquella decisión.
La historia comienza cuando un expolicía metido a detective, obsesionado por la desaparición no resuelta de su hijo de seis años, acepta el encargo de buscar a otra joven desaparecida. Su vida personal y familiar resulta un desastre que apenas encuentra alivio en el alcohol. Poco a poco la trama se va enredando, manteniendo una tensión propia de las mejores secuencias del género. Así derrocha intrigas, sobresaltos, dureza en las acciones y en las palabras. Pieza a pieza.
La fluidez de su lenguaje –lleno además de sabias reflexiones- y la agilidad de su estilo mantienen al lector permanentemente con ganas de saber qué pasará. Para terminar, ese puzle cuadra magistralmente con un final que sorprende y convierte en esperanza; quizás incluso en guiño para todos cuantos merecen/merecemos una segunda oportunidad.
Como lector, confieso que he disfrutado muchísimo con Un mundo peor. Me ha entretenido, me ha robado el sueño, e incluso desde los planteamientos de sus protagonistas, me ha prestado argumentos para reflexionar. Hacía tiempo que una novela no me enganchaba tanto. Por ello, solo me queda dar las gracias a su autor, desearle el mayor de los éxitos –si bien estoy absolutamente convencido de que llegarán-, recomendarlo de corazón y anunciarle que, aunque nuestros estilos literarios sean tan dispares, ya me incluyo en su lista de seguidores. No en vano, como decía al principio, las personas también somos animales de costumbres.

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