jueves, 16 de octubre de 2014

Después de soplar las velas

Ayer celebré mi cumpleaños. Hubiera sido uno más si no llega a ser por ese Principito mío, que no deja de crecer en longitud y sonrisas. Y también, cómo no, por tantos familiares, amigos y lectores que de distinta manera me enviaron sus mejores deseos en forma de felicitación.
Confieso que me sentí muy querido y acompañado. Mil gracias a todos... De corazón y de la mejor manera que sé: dedicándoos mi literatura, con la esperanza de pintaros esa sonrisa que ayer vosotros me regalasteis a mí.

¡Qué prisa tienen los padres para que hablemos, cuando lo mejor es saber estar callado! ¡Qué ganas de que nos mantengamos de pie, cuando las noticias realmente importantes hay que escucharlas sentado! ¡Qué ansias para que hagamos las cosas solos, con lo a gusto que lo hacemos todos juntos! 
Los mayores deberían reconocer que viven muy estresados. Apenas tienen tiempo. ¡Les quedan tantos objetivos por cumplir! Y es que ellos son grandes buscadores. Se pasan la vida buscando, depositando sobre ese gerundio demasiadas ilusiones. El problema es que a veces exploran cosas sin importancia o –lo que es peor- se agobian cuando las encuentran.
Asumir lo que tenemos no puede ser unas veces virtud y otras veces defecto. Si como detalla el diccionario de verdad –no el de mi papá-, paciencia es la facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho, a la mayoría de las personas les falta paciencia. Y más en el universo de los niños, donde cada cual marca sus propios tiempos. Porque puede que, en efecto, los demás chiquillos hayan aprendido antes alguna de esas habilidades... Pero, ¿quién les enseñará a ellos a ser tan simpático? Y es que los que salimos risueños, salimos de por vida.

Nota: Párrafo perteneciente al relato El último dragón bueno, incluido en mi libro Nanas para un Principito.

2 comentarios:

Cristina dijo...

Feliz cumpleaños Manuel.Que seas muy feliz y que nosotras te leamos que nos gusta.Que pases un feliz día con el Principito y su reina madre. Besos.

Manuel Cortés Blanco dijo...

Mil gracias, amiga Cristina, por tu felicitación y por estar siempre ahí. A pesar de la lluvia y los asuntos del trabajo, pasé un día muy bonito. Me encanta lo del Principito, pero me hace más gracia lo de la "reina madre". Lo compartiré con ella. Nos seguiremos contando... Mil sonrisas.