domingo, 12 de octubre de 2014

En el Día del Pilar

Como mañico que ha vivido muchas Ofrendas de flores, os deseo un feliz Día del Pilar de la mejor manera que sé: compartiendo unos renglones de mi literatura. 
Pasadlo muy bien los que estéis en Zaragoza, felicidades a mis amigas Pilares, tened buena lectura cuantos me leáis... Y feliz domingo para todos.

Definitivamente, el pueblo de mi abuela Rosita está lleno de carteles. En la calle de la escuela, justo debajo de la señal de tráfico que advierte del paso de sus alumnos, alguien escribió sobre un cartón: "Circulando despacio también se les enseña". Ante la sala principal de aquella biblioteca, una cartulina reza: "Prohibido perder el conocimiento". Sobre la puerta de la farmacia, pintaron esta frase: "Venimos aquí porque no tenemos más remedio". Y en la marquesina donde paran sus autobuses, un grabado avisa a las mozas casaderas: "No te enamores del conductor; será un amor pasajero".
También es un lugar repleto de paradojas: el sol que más deslumbra es aquel que va a morir, no es ningún cumplido recordarle a una señora los años que ha cumplido, las gallinas que más cacarean acostumbran a ser las que menos huevos ponen, los que miran continuamente al cielo deben tener cuidado con las piedras del suelo, y el peluquero –aunque se esmere en disimularlo- lleva peluquín. Como él mismo asegura, lo importante no es que se sepa sino que no se note.
Siempre fuimos muy sensibles a los pequeños detalles. Y es que en la vida, al igual que en nuestro pueblo, tampoco cabe esperar demasiadas lógicas.

Nota: Párrafo perteneciente al relato La luna y el lobo, incluido en mi libro Nanas para un Principito.

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