Resulta inevitable recordar en estos días a cada ser querido que se fue.
En mi caso, y aun cuando siempre los tenga presentes, me ha ocurrido con Dorita y Manolo, mis padres. Cierto es que acostumbro a acordarme de ellos con una sonrisa; de sus anécdotas, de sus gracias, de su lado más positivo... Y cierto es también que desde que partieron juntos siento que dos ángeles me acompañan, procurando allanarme el camino de esta vida para que todo nos salga bien.
Ayer compartía con mis hijos cómo eran sus abuelos. Ciertamente, no entienden que ahora no estén, pero han comprendido a la perfección que allá donde se encuentren les cuidarán. Amalia incluso pregunta cómo podría decirles lo mucho que les queremos.
Les comentaba también que otro tres de noviembre de hace muchos años, se conocieron en un baile de domingo. Era el día de libranza de mamá y acudió junto a una amiga a pasar aquella tarde. Papá, quien estaba allí por casualidad -o más bien por causalidad-, le anduvo rondando durante varias canciones y puede que hasta al final se marcaran un pasodoble. A partir de ahí, crearon su propia historia por la que hoy les felicitamos.
Feliz aniversario, Dorita y Manolo. Y como responde Manuel pequeño a su hermana, esas cosas no hace falta decirlas, sencillamente porque ellos ya lo saben.
domingo, 3 de noviembre de 2019
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