El pasado jueves estuve de visita relámpago en Madrid. De 8:30 a 14:30 horas. El tiempo justo para asistir en el Hospital Universitario La Paz a la primera jornada del XIV Curso Pediatría en Atención Primaria organizado por el Grupo Pediátrico Madrileño de Formación Continuada. Allí se habló -mucho y en profundidad- de la valoración integral del dolor en el niño. Resultó una sesión extraordinaria. Como lo fue reencontrarme con algunos compañeros de promoción, quienes manifestaron su sorpresa por mi actividad literaria.
- En mi libro Cartas para un país sin magia describo la primera vez que vine a la capital -les dije. Y como prueba, antes de que acabe la semana os cuelgo esas líneas en mi blog.
Nos jugamos en ello los cafés de la segunda jornada, en la que se abordarán las novedades en vacunas.
Así que dicho y hecho. Por ello, habiendo ganado el envite, les adelanto con simpatía mis preferencias para ese próximo desayuno: descafeinado con leche y porra.
De Madrid al cielo... ¡Qué lejos se ve desde mi pueblo!, ¡qué cerca desde mi televisor!
La primera vez que estuve allí fue en una excursión con el colegio durante el último curso de EGB. Aun cuando desde el plan de infraestructuras aseguraron que la autovía estaría inaugurada a principios de año, cae septiembre y sigue sin asfaltar. Las cosas de palacio discurren despacio; las mundanas, más.
Vamos por la vieja carretera; esa de categoría nacional que atraviesa un millón de municipios convirtiendo el trayecto en una sucesión interminable de gentilicios.
Haremos el viaje de un tirón. Esas son las previsiones. El conductor está descansado y la normativa del momento no obliga a parar cada dos horas. Él se detiene cuando le parece, que por algo manda en el autocar. Sin embargo, hay chavales que piden ir al baño. Y aunque al principio se muestra inflexible, acaba cediendo ante la amenaza de los que no pueden aguantar…
sábado, 18 de febrero de 2012
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