Querida Mª José:
Sin contar la de mi propia familia, la primera casa a la que entré cuando llegué a León fue vuestra casa. Aquella tarde de sábado, habías organizado una reunión en la que conocería a muchos de los que hoy sois mis amigos. Recuerdo que el recibimiento fue exquisito; incluso, a sabiendas de que me gustaban, dispusisteis unas bandejas con orejas de Carnaval. Ese día me presentaste también a tus padres. Desde el principio me parecisteis una familia sencilla, acogedora, de lo más hospitalaria.
A tu hermano Jesús lo conocí poco después, con motivo de la presentación de uno de mis libros. Aun sin haber coincidido antes, nos ayudó generosamente a la hora de dar difusión al acto.
Desde entonces, siempre habéis estado ahí, compartiendo con nosotros las distintas vicisitudes que nos ha traído la vida.
Ayer, cuando Jesús Vidal obtenía con todo merecimiento el Premio Goya al Mejor Actor Revelación, la alegría nos desbordó. Y aún más cuando se refirió a ti con tantísimo amor y pudimos verte igual que otras muchas veces: a su lado. ¡Qué emoción! Como indicó de una manera genial -no solo fue un discurso diferente, sino que fue el mejor con diferencia-, ese Goya también es tuyo, de vuestra familia, de todos cuantos os han acompañado en la consecución de este sueño.
Además de Inclusión, Diversidad y Visibilidad, me vienen a la mente otras tres palabras para referirme a todo lo compartido: Gracias, Gracias, Gracias. Y si me permites un añadido, felicidades de corazón; ese órgano vital desde el que vuestros padres os enseñaron a mirar las cosas.
lunes, 4 de febrero de 2019
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