Siempre he dicho que el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León -MUSAC, ubicado en la ciudad de León- es uno de mis preferidos porque, al margen de actividades y exposiciones, constituye un espacio vivo. La interacción con el público acostumbra a estar presente tanto en muchas de sus performances como en muchísimas de sus propuestas. Entre ellas, el programa Pequeamigos dirigido a los más pequeños y en el que participan asiduamente nuestros Principito y Sirenita.
Esta mañana de sábado, coincidiendo con la llamada Semana de los Museos, anduvimos por allí. Además de disfrutar de esa lección de Vida que imparte siempre nuestra amiga Julia y de la amabilidad infinita del personal del MUSAC, tuvimos la suerte de coincidir con otro artista excepcional que -causal o casualmente- presentaba parte de sus creaciones: Isidoro Valcárcel Medina, quien fuera Premio Nacional de Artes Plásticas de España, entre otros reconocimientos merecidísimos.
Realmente, ha sido un placer disfrutar de su obra y un honor conocerle en persona, sentirle tan cercano, saberle tan inmenso y a la vez tan sencillo. En este salón idóneo con dibujos tan exclusivos, a su lado tuve la impresión de que mi reloj se detenía. Y es que parafraseando a ese otro genio llamado Orhan Pamuk, los museos de verdad son los sitios en los que el tiempo se transforma en espacio.
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