En esos paseos por la ribera del Bernesga junto a mi amigo Nicasio repasamos los distintos avatares de nuestra vida. A diferencia de a mí, a él no le sorprende que una mayoría de las gestiones que debemos hacer con la Administración tengamos que realizarlas obligatoriamente vía telemática, que para obtener los descuentos de algunos supermercados debamos instalarnos su app en nuestro móvil, que todas las comunicaciones que llegan de los colegios de nuestros hijos sean a través de plataformas digitales... A diferencia de mí, quien me siento saturado con tanta tecnología, él se muestra encantado. No en vano, asegura que los triunfadores del futuro serán los que dominen la informática en el presente.
Ayer por la tarde quedamos a dar uno de esos paseos. Le sentí nervioso, como perdido... "No me funciona wasap, justo hoy que he de enviar varios mensajes". Miró su teléfono; lo remiró. Estuvo así durante veinte minutos, hasta que hizo una llamada a su compañía y en ella le dijeron que la red había caído.
A pesar de todas las ventajas que ofrecen esas nuevas tecnologías, personalmente doy las gracias por haber vivido una época en la que las gestiones administrativas las hacías ante el funcionario de turno, el precio final de tu compra lo cerrabas con el tendero o mis padres charlaban de lo que fuera con mis maestros sin pantallas de por medio. No sé si por entonces éramos más humanos ni si contábamos menos adicciones, pero al menos existía ese lenguaje gestual que difícilmente se transmite a través de las ondas wifi.
Aun a riesgo de ser catalogado de carca, en mi opinión vivimos una época de excesos... Y uno de ellos, sería el tecnológico. De hecho, le rebato a mi amigo Nicasio que no tenemos ni idea de cómo será nuestro futuro; solo intuyo que sus triunfadores estarán más cercas de las personas que de los ordenadores. Así ha sucedido siempre a lo largo de la Historia. Y desde luego, no lo pasarán tan mal en caso de que ocurra otra caída sin red.
1 comentario:
Estoy de acuerdo contigo. Las relaciones "sociales" son virtuales. Las reales son más difíciles e incómodas. Es impensable vivir sin el dichoso móvil. También tengo nostalgia de tiempos pasados. Pero pienso que es pérdida de tiempo...
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