En apenas tres días se inaugura la Expo 2008 en Zaragoza, mi ciudad. Hoy estuve allí, en la prueba de carga (es el nombre que se han inventado para llamar a lo que siempre ha sido un ensayo general), como voluntario del centro de prensa. Ha llovido; no sé si mucho o poco, pero ha llovido mal. Todavía hay prisas, andamios, albañiles de mono y casco... mas el señor que nos atiende asegura sin vacilación que para este viernes todo estará terminado. Siempre ha sido así.
En el Pabellón de Zaragoza han hecho un guiño a la literatura en forma de vídeo. Se titula Zaragoza poética, y en él casi un centenar de maños plasman en apenas un minuto alguno de esos poemas que se quedan a vivir en la memoria. Yo soy uno de esos poetas, uno de esos mañicos. Me enteré, me inscribí y antes de que la duda hiciera que lo pensase, recité unos versos de mi abuelo. Si pasáis por allí me reconoceréis fácilmente: soy el de la bata blanca, pues fueron a grabarme al hospital.
Sólo quedan tres días y sigue lloviendo. Agua, sonetos y andamios por igual. Estáis invitados.
¡Cómo pasa el tiempo! Parece que fue ayer cuando escribí esta reseña y hoy la Expo alcanza ya su fin. Fueron 93 días de muchas cosas. Quizá sobraron colas, calor, empujones... Pero no ha faltado un ápice de ilusión.
En mi memoria queda la aventura de haber sido voluntario, el embrujo de El hombre vertiente, la primera ascensión a la Torre del Agua, los acordes en El iceberg. Me encantó el Pabellón de Marruecos, la originalidad de Kazakhastan, ese audiovisual de los japoneses, el corto de Saura. Y una vez más la fantasía del Circo del Sol que, como siempre, estuvo genial.
Esta noche será el fin de fiesta. Anuncian nubes y claros, mucha gente, fuegos de artificio.
Me da que esta Expo nos ha divertido. Ojalá sirva también para concienciarnos sobre un mejor empleo de los recursos de nuestra Tierra.
1 comentario:
Hola de nuevo, Manuel.
Quedas también enlazado.
Un saludo.
Juan Piñera.
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