Resulta evidente que en los últimos años las compañías tabaqueras han desembarcado en el séptimo arte. Así, por ejemplo, la hispano-francesa
Altadis ha sido patrocinador, entre otros, de los festivales internacionales de cine de San Sebastián (incluyendo actividades complementarias, como su exposición fotográfica itinerante), Cannes y Marrakech. Ha colaborado con la
Sociedad Estatal España Nuevo Milenio (mediante la organización de ciclos sobre Cine Español del Siglo XXI) y con
Unifrance (institución encargada de la promoción del cine galo en el extranjero), ha convocado la
Semana de Cine Hispano-francés y el
Premio Altadis para Nuevos Directores, financia películas y cortometrajes (desde la oscarizada “Belle Epoque” hasta “La kedada”, una de las primeras experiencias de rodaje en formato digital del cine español) y se ha congratulado en sus páginas web de ese “compromiso en el ámbito cultural, en el que desarrolla una política de mecenazgo activa, diversa y original”.
En esa estrategia teñida de altruismo y aireada en todos sus medios, las empresas tabaqueras atisban una manera eficiente con la que promocionar sus productos (particularmente entre los más jóvenes), eludiendo de paso muchas de las restricciones legales vigentes al respecto.
Quizá por ello la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre otras instituciones, propone un cine libre de tabaquismo, primera causa de muerte evitable en el mundo y que sólo en España es responsable de más de 55.000 defunciones anuales.
Para pensar...
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