Me encanta la lectura de un buen libro, ya sea de ensayo, novela histórica, colección de cuentos o de poemas. Y desde esa afición estoy convencido de que quien no lee, no sabe lo que se pierde. A veces cae en mis manos algún ejemplar que recoge aspectos de nuestra cultura, con los que siempre acabo sorprendiéndome, sonriendo y -por supuesto- aprendiendo. Este ha sido el caso de Vamos juntos a jugar (SisTemasEditoriales), en el que Mercedes G. Rojo nos invita a un paseo intergeneracional por cuarenta juegos infantiles tradicionales, combinando la información obtenida de un grupo de mujeres mayores con los dibujos relacionados de alumnos de segundo de primaria.
Desde una perspectiva pedagógica, la autora clasifica esos juegos por categorías, según dónde, cómo y con qué se realicen, detallándose en cada uno los elementos necesarios para su práctica, el número de participantes, los espacios y tiempos establecidos, sus normas de desarrollo, los años y los lugares de localización. Muchos de ellos se completan con propuestas didácticas desde la Educación Ambiental, letras acompañantes, variantes o antecedentes. El escondite inglés, Tres en raya, las Tabas, la Pita ciega, los cromos de palmar… Juegos en muchos casos rescatados del olvido, que se desmenuzan entre ilustraciones y apuntes teóricos con una cercanía singular.
Me encanta la práctica de un buen juego, ya sea en la calle, con un juguete o aprovechando cualquier elemento natural. Y después de la lectura de este libro, me reafirmo en otra convicción: quien no juega, tampoco sabe lo que se pierde.
lunes, 26 de marzo de 2012
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