Me llamaron con insistencia a lo largo de la mañana del sábado. Alguien había leído en mi blog ese comentario como epidemiólogo en el que ante tanta inconsciencia en estos tiempos del Coronavirus me planteaba abandonar... ¡Y consideró que podría ser noticia! Mi teléfono particular y el teléfono de guardia compitieron por unas horas en ver cuál recibía más avisos. Se trataba de otra cadena de televisión, poniendo todo tipo de facilidades para hacerme una entrevista en cierto programa de máxima audiencia, bien en persona o por videoconferencia. Les dije que no.
Al enterarse de que coincidí con Fernando Simón en nuestra etapa de universitarios, que los dos trabajamos en África y que compartíamos especialidad, percibí que mi cotización subió como la espuma. Incluso llegaron a tantearme sobre qué me parecía su gestión. A pesar de tal ofrecimiento, volví a contestarles con un rotundo no.
Ayer realizaron su penúltimo intento, quedando abiertos a cualquiera de mis condiciones... Y mi respuesta ha vuelto a ser la misma.
Como asegurase su persona de contacto, puede que desde esa ventana que constituye mi Sección de Epidemiología yo tenga muchas cosas que contar a propósito de cuanto estamos viviendo... pero también sé que ni estoy formalmente autorizado para ello -a fin de cuentas, no dejo de ser su último técnico- ni me atrae para nada ese mundo de la comunicación.
Mi espacio es mucho más pequeño. Se encuentra en este blog -por cierto, la entrada de aquel viernes tuvo más de tres mil visitas-, en mi muro de Facebook, en cada tertulia con tantos allegados. Aunque eso sí: sin renunciar a esa pasión literaria, desde él seguiré proclamando mi visión sobre distintos aspectos de una pandemia que está poniendo en jaque nuestro sentido común.
martes, 21 de julio de 2020
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