Después de una semana como epidemiólogo de guardia de mi Área Sanitaria, y aun a sabiendas de que estoy sometido a determinado secreto profesional, quisiera alertar sobre una de las actitudes que más problemas nos ha generado en estos últimos siete días: la de aquellas personas con síntomas o no que estando en un municipio deciden hacerse alguna prueba diagnóstica frente a Coronavirus inmediatamente después de haberse desplazado a otro. Sirva de ejemplo supuesto el de ese estudiante en Belfast que se hace una prueba cuando llega a su pueblo "porque aquí es más sencillo que allí", después de haber tomado un avión, dos trenes y varios taxis en su travesía... el de esa profesora en Barcelona que viaja mil kilómetros en coche por algún sistema de vehículo compartido, con distintos jóvenes que suben y bajan sin apenas conocerse, y al día siguiente solicita un estudio serológico "para ver cómo afronto mis vacaciones"... o el de aquella señora que viene desde Galicia a atender a sus padres, haciéndose su PCR "por si acaso" cuando ya convive con ellos...
Si hay síntomas compatibles, no cabe ninguna duda: mejor quedarse en casa. Si están asintomáticos y, como aseguran, realmente solicitan esas pruebas para su tranquilidad, rogaría que se la hiciesen antes de viajar -por supuesto, siempre que estuviera indicada-, a sabiendas de la cantidad de contactos estrechos que ocasionan durante tales desplazamientos. Sirva de ejemplo real que, al margen de otros positivos secundarios, uno solo de esos casos confirmados ha generado en los últimos días una veintena de contactos de riesgo, con el correspondiente coste personal -ese es intangible-, sanitario -incluyendo una alerta internacional y su notificación a tres Comunidades Autónomas- y económico -con todo el trabajo que nos da, prefiero no hacer más cuentas-.
lunes, 20 de julio de 2020
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