Mis Catorce lunas menguantes (MAR Editor) ya lucen en nuestra casa junto al árbol de Navidad. Han llegado a última hora de esta tarde y me da que a partir de mañana lo harán en todas las librerías. O al menos, en esas que las hayan solicitado.
Atendiendo al listado de pedidos, su distribuidor me ha dicho que se nota que mis plazas más fuertes son Zaragoza -tierra natal-, Madrid -tierra de siempre-, Soria -tierra materna- y León -tierra de Vida-... si bien yo le he respondido que mi verdadera fortaleza estará siempre allá donde esté un amigo.
A fin de cuentas, ellos son nuestros principales valedores. Porque como en cierta ocasión nos diría un librero en aquella feria literaria, cuando tus lectores se acercan al stand no preguntan por tus libros... ¡preguntan por ti!
Si mi maestro García Márquez aseguraba que escribía para que sus amigos le quisieran más, yo he descubierto que lo hago para querer más a mis amigos. Y creedme cuando comparto que con estas nuevas lunas -que no Lunas nuevas ya que en verdad son menguantes- también lo hemos conseguido.
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