Me dice cierta amiga que echa de menos aquellas entradas que sobre esta pandemia publicaba a diario en mi blog. Según ella, cada una de esas notas le aportaba rigor, confianza y una pizca de optimismo necesaria para seguir.
En efecto, hace tiempo que he dejado de escribirlas... Y es que, aun cuando a esa amiga y a otros muchos les gustaban, hay también alguno que al leerlas se ha enfadado conmigo.
Así, si después de haber estudiado la literatura científica al respecto, aseguras que este virus responsable de la pandemia es consecuencia del daño que le estamos causando a la Naturaleza al invadir espacios que pertenecen a otras especies -tal y como afirma la mismísima Organización Mundial de la Salud-, de repente recibes un mail de alguien que probablemente no ha leído mucho acusándote de manipular, pues resulta evidente que este Coronavirus salió de un laboratorio.
Si tras haber revisado muchos de los artículos sobre las vacunas existentes, comparto que son seguras y eficaces -tal y como afirman todas las instituciones y agencias sanitarias-, siempre aparece alguien sin fuente de datos conocida para quien, en su opinión, con ellas solo queremos experimentar.
Si anticipo que, atendiendo a los criterios de los mejores epidemiólogos, la próxima pandemia surgirá en no mucho tiempo y será más agresiva mientras nos sigamos cargando ecosistemas como los de la Amazonia o los bosques primarios de la República Democrática del Congo -los dos principales pulmones de nuestro planeta, tal y como asegura el Panel de Expertos de Naciones Unidas-, mi propio amigo Nicasio me acusa de alarmista.
Y cuando le digo que esas estufas de gas que prenden en las terrazas liberando kilos y kilos de dióxido de carbono, responsable del calentamiento global de la Tierra, constituyen una aberración desde el punto de vista de la eficiencia energética -por ello, desde mi consumo responsable, opto por aquellos establecimientos que disponen de otros sistemas, como los calefactores de pellet-, alguno de sus clientes me reprocha que tenemos derecho a estar calentitos; a fin de cuentas, esto del cambio climático es un camelo. En fin...
El caso es que últimamente ando demasiado cansado de escribir de manera documentada, para que luego más de uno nos rebata sin argumentos. De ahí que, aun reconociendo por supuesto su derecho a discrepar y el mío a volver, prefiera parar por un tiempo. Negar el futuro al que estamos abocados mientras sigamos tratando así a nuestro medioambiente, no hará que lo evitemos. De hecho, cada vez queda menos para revertirlo... Aunque, tristemente, siempre quepa la opción de pensar como Nicasio: el que venga detrás, que arree.
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