martes, 9 de noviembre de 2010

El alquimista de las emociones II

... Un día, harto de vagar de puesto en puesto, Cupido decidió crear su propia empresa:
- Se llamará La alquimia de las Emociones y en ella mezclaré todo tipo de afectos, valores y sentimientos.
Era un proyecto arriesgado: su clientela incierta, la inversión cuantiosa, el horario exigente. Le sirvió de capital lo cobrado en el último finiquito.
No tardó en desarrollar su primera patente: medio litro de amabilidad, una pizca de indulgencia y 200 gramos de empatía hacen un frasco de Afabilidad. Tuvo mucha aceptación.
Luego combinó la obediencia desmedida con unas gotas de docilidad obteniendo la Sumisión. Podrá parecer extraño, pero fue un remedio muy cotizado.
Encantado con el discurrir de su farmacia, siguió mezclando rasgos en cientos de fórmulas magistrales: generosidad y confianza, prudencia y extroversión, empatía con sociabilidad… La imaginación aguarda en la antesala de todo descubrimiento. Aunque, sin duda, sus productos estrella eran aquellos que combinaban la esencia del Amor: hechizos para el que surge a primera vista, mejunjes contra el mal que ruboriza, cataplasmas ante el desamor...

3 comentarios:

Ángeles Hernández dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ángeles Hernández dijo...

"La obediencia desmedida con unas gotas de docilidad dan como resultado la Sumisión".

Ahí no ha estado fino el amigo Cupido, la sumisión es la responsable de que haya pueblos que no reivindican sus derechos, mujeres que se dejan pegar, niños explotados...

Anda Manuel, dile que de eso venda poco, y que haga mucha publicidad y ponga un preciso asequible a: la afabilidad, generosidad, prudencia, amor, respeto...

Ay este niño travieso, a veces juega fuerte sin prever consecuencias.

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Como siempre encantador, gracias Manuel. Un abrazo Á

Manuel Cortés Blanco dijo...

Hola Ángeles:
En efecto, Cupido no es un dios perfecto. De ahí que haya amores valientes, divertidos... y algunos que parezcan lo contrario. Comparto una a una tus palabras, habiendo utilizado ese término básicamente para invitar a la reflexión en el ámbito de los sentimientos. Eso sí: ojala nuestro Cupido no venda nada de eso.
Como siempre mil gracias, un abrazo y mil y una sonrisas.