jueves, 11 de noviembre de 2010

El alquimista de las emociones III

...Hoy en día, la tienda de ese alquimista es la más frecuentada de cuantas existen. Muchos querubines acuden a ella para esparcir sus fragancias entre los humanos.
A veces, el mismísimo Cupido impregna sus flechas de colonia repartiendo ilusiones a su antojo. Al igual que sus clientes, tiene predilección por las pócimas de amor. Él es quien dispara a los amantes, el que une a las parejas, el que desata tal aluvión de pasiones. Pero, también a veces, sus fórmulas escapan a la razón creando combinaciones difíciles de entender. Es por eso que no todas los atracciones resultan correspondidas, que hay compromisos tan desiguales, que algunos afectos acaban a destiempo, que no siempre dos sentimientos desembocan en acuerdo.
El Hombre toca a Dios cuando imagina. Viajar al paraíso a través de unas pupilas, hacer de la nada un mundo, perderme en el laberinto que lleva hasta ti.
No hay caminos para el amor, el amor es el camino. Y la creatividad, en cualquiera de sus formas, se erige en fonda para ese caminante.
Lo saben las jirafas, los elefantes, el ciempiés, el pez espada, los verdes y los violetas, el amar con amargura, la alquimia de la emoción. Tal vez por eso necesitemos imaginar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo, como Cupido, también tengo predilección por las pociones de amor. Cada día estoy más convencida de que es contagioso y que a poco que dejas que su olor se esparza, recibes más y más. Además, creo que es el mejor antídoto contra el miedo, la tristeza, la inseguridad y tantas otras cosas...
Un abrazo. Anabel

Manuel Cortés Blanco dijo...

Hola de nuevo Anabel:
Sin duda son unas pócimas especiales... Y es que el amor es único porque todos nosotros somos diferentes.
Otro abrazo, mil sonrisas.

Ángeles Hernández dijo...

Abundo en lo comentado en el relato previo y me quedo con tu maravillosa frase:"no hay caminos para el amor, el amor es el camino".

Un abrazo un poco diferido Á