En un orfanato las vacaciones se convierten en época de hibernar.
Trota a galope el verano de 1936, año de la rata en el calendario chino. Las lecciones reposan a la sombra, descansa la pizarra mientras dure el secarral.
Benito mece su infancia en aquel recinto; es feliz con él y en él. Del exterior apenas conoce nada. Acaso a Venancio con su furgoneta, repartiendo género al punto de la mañana, y algún que otro peregrino en busca de confesión. También lo que Simón cuenta después de su escapada, aunque fantasea tanto que esas referencias no son de fiar.
Trota a galope el verano de 1936, año de la rata en el calendario chino. Las lecciones reposan a la sombra, descansa la pizarra mientras dure el secarral.
Benito mece su infancia en aquel recinto; es feliz con él y en él. Del exterior apenas conoce nada. Acaso a Venancio con su furgoneta, repartiendo género al punto de la mañana, y algún que otro peregrino en busca de confesión. También lo que Simón cuenta después de su escapada, aunque fantasea tanto que esas referencias no son de fiar.
Nunca te acostarás sin saber una cosa más. ¡Cuánta sapiencia en la frase de ese día! Y es que no hay un solo instante que no deje de aprender. Las corcheas en clase de música, la amalgama de especias en su repostería, los relatos en la biblioteca y la ilusión en cada uno de sus verbos: jugar, correr, cantar, mirar el cielo, vivir, revivir, saltar.
Si no fuese porque hay poco y pusieron doble candado en la despensa, sería adicto a los postres con cacao. A veces, en el reposo de la noche, se sorprende rompiendo su silencio:
- ¡Tarta de chocolate… tarta de chocolate…!
Maese Quirino ampara esa conducta: otra manera de orar.
Si volviese a preguntarle por el orden de la creación, su alumno lo tendría claro: siete días seguidos haciendo pasteles. Mejor aún: haciendo pasteles y contando cuentos, con el fondo de unas notas musicales. Lo demás vendría por añadidura.
Lejos de aquellas verjas, Benito imagina otro paraíso. Allende de los muros habrá más esperanza, mejores desayunos, nuevas rimas, menos murmullos. ¡Y América, el país del chocolate! Dios siempre cumple lo que se jura en su nombre. Por eso, cuando sea mayor la visitará.
Sin embargo, esa mayoría de edad irrumpirá mucho antes de lo que piensa.
- ¿Crees en tus sueños? -le pregunta su amigo Simón.
- ¡Qué remedio!
A menudo la vida sorprende con otra vida.
Si no fuese porque hay poco y pusieron doble candado en la despensa, sería adicto a los postres con cacao. A veces, en el reposo de la noche, se sorprende rompiendo su silencio:
- ¡Tarta de chocolate… tarta de chocolate…!
Maese Quirino ampara esa conducta: otra manera de orar.
Si volviese a preguntarle por el orden de la creación, su alumno lo tendría claro: siete días seguidos haciendo pasteles. Mejor aún: haciendo pasteles y contando cuentos, con el fondo de unas notas musicales. Lo demás vendría por añadidura.
Lejos de aquellas verjas, Benito imagina otro paraíso. Allende de los muros habrá más esperanza, mejores desayunos, nuevas rimas, menos murmullos. ¡Y América, el país del chocolate! Dios siempre cumple lo que se jura en su nombre. Por eso, cuando sea mayor la visitará.
Sin embargo, esa mayoría de edad irrumpirá mucho antes de lo que piensa.
- ¿Crees en tus sueños? -le pregunta su amigo Simón.
- ¡Qué remedio!
A menudo la vida sorprende con otra vida.
2 comentarios:
¡Mecachis la mar! qué me enterado tarde, son las 17:56 del jueves 25 de Noviembre... ya no me da tiempo de llegar a Vía Universitas... ¡Mecachis la mar!
De verdad que lo siento y ya verás cuando se lo diga a Anabel...
A ver si la próxima vez.
Un saludo.
Ana
Hola Ana.
La verdad es que fue una visita relámpago a Zaragoza por lo que tampoco tuve mucho tiempo para avisar.
La sesión impartida ante las alumnas del curso de iniciación a la lectura de ese Centro Cívico resultó muy amena e interesante. Lo pasé francamente bien.
Mil sonrisas y a ver si nos vemos la próxima vez.
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