Si no fuera porque lo he olvidado, aseguraría que planificaron acercarse al huerto para regar sus frutales; que esa mermelada tan rica que luego hiciera mamá dependía de detalles como este. En principio, yo iría con ellos si bien -estando tan próximo el final de curso- lo decidiría justo antes de partir. Creo que así pasó.
Si no fuera porque a veces fantaseo, rubricaría que bajamos los tres al coche. Mientras metíamos bolsas en su maletero, decidí quedarme y pasar esa mañana en alguna biblioteca estudiando algún examen. Mamá insistió en que les acompañara; papá seguía teniendo prisa. Antes de que le diera cuerda al motor, besé a cada uno en sus mejillas... Y aunque luego parasen a comprar pan, no creo que la tendera hiciese lo mismo, por lo que sé que aquellos besos fueron los últimos que recibieron. Creo que así ocurrió.
Si no fuera porque igual no fue, afirmaría que durante esas horas en la biblioteca estuve especialmente inquieto sin motivo aparente. Sentía como si algo quisiera gritarme algo. De hecho, entre tantos apuntes y silencios, apenas estudié. Al volver a casa, hacia las dos de la tarde, aquel mensaje en el contestador con tres horas de retraso nos cambió la vida. Era un oficial de mando de la Guardia Civil: Lo siento mucho, tengo que darle una mala noticia. Creo que así lo anunció.
Si no fuera porque lo sé, compartiría que aquel sábado fatídico perdí a mis padres... si bien con el tiempo he acabado descubriendo que ganamos de por vida dos ángeles que nos protegen. Entre cuentos, principitos, epidemias y otras cotidianidades, uno anda con prisas a todas partes; al otro le encantan las infusiones. Ambos deambulan siempre a nuestro lado, sencillamente siendo y estando. Porque a pesar de mis lapsus de memoria, si así lo sentimos es porque así sucedió.
1 comentario:
Manuel me has emocionado. Yo que sé cómo fue lo cuentas como un cuento. Tus padres estén donde estén os están cuidando. No cambies que ellos te quieren feliz. Muchas gracias. Cris.
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