Sé que soy un escritor atípico al que para bien o para mal nunca le ha importado demasiado la cantidad de libros que vendía. Viviendo del ejercicio de la Medicina, siempre he reconocido que escribo porque constituye mi válvula de escape, un hobby, la meditación nuestra de cada día, mi Mindfulness particular. Todo lo que venga a partir de ahí será siempre un regalo.
Y es que hablando de regalos, me consta que este año Papá Noel ha repartido en su saca muchos ejemplares de mis Catorce lunas menguantes (MAR Editor). Lo sé, porque empiezan a llegarme las opiniones de sus lectores. Entre ellas la de nuestros amigos Ana (León) -quien se declarase fan de mi Literatura, junto a una foto con su ejemplar en plena Naturaleza-, Sergio (Madrid) -como profesor de Secundaria lo incluirá como lectura altamente recomendada para sus alumnos- o Manuel, de Librería Albareda (Zaragoza), quien esta misma tarde compartía conmigo: Acabo de terminar tu maravillosa obra. Si por mí fuera, te daría el Premio Nobel. Que sepas que ayudado por Fortaleza, Bondad, Humildad y Entusiasmo daré a conocer tu obra. Me encantaría que estuviera en todas las bibliotecas.
No lo niego: el niño que sigue habiendo dentro de mí continúa sorprendiéndose cuando desenvuelve cualquiera de estos presentes. Será que, parafraseando a otro de mis maestros llamado Julio Cortázar, no te regalan un libro, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del libro.
2 comentarios:
A mí me han obsequiado con uno estas navidades y he empezado hoy a leerlo. No puedo dejarlo, me está encantando!!
Ya tengo mi ejemplar aunque pendiente de dedicatoria. Esta noche comienzo a dar la vuelta a tus lunas menguantes. Cuando vengas por tu tierrica nos avisas. Gracias otra vez. Cris.
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