Manolo, mi padre, cada vez que salía de un coche acostumbraba a golpear la ventanilla con tres toquecicos suaves, como queriendo advertir al conductor de que ya estaba fuera. Curiosamente, ese mismo gesto lo acabé adquiriendo yo... Y en los últimos meses constato que nuestro Principito también lo realiza con cotidianidad.
Aquel mismo Manolo cultivaba la manía de jugar habitualmente al entonces llamado cupón pro-ciegos. Cuando el vendedor le decía qué número prefiere, él siempre respondió lo mismo: el que más rabia le dé. Casual o causamente, yo he acabado repitiendo idéntica cita cada vez que adquiero algún décimo de lotería... Y esta mañana, cuando nuestra Sirenita compraba junto a su madre otro cupón de la ONCE para el sorteo extraordinario del Día del Padre, el vendedor les preguntó con simpatía que cuál número quería, a lo que ella contestó: el que más rabia le dé.
Y es que en sus nietos reconozco muchos detalles de aquel Manolo bueno... Está claro que el ejemplo transmite tanto como los genes. Por eso en esta celebración, como también aprendimos de él, le seguiremos queriendo -nos seguiremos queriendo- conforme a su coletilla favorita: de aquí a la Luna y volver.
4 comentarios:
Se empieza a valorar los padres cuando uno lo es y les añora siempre.
Qué grande eres Manuel
Precioso tu comentario Manuel, cuando vamos siendo mayores repetimos sus dichos y valoramos mucho más todo lo que nos enseñaron y nos dieron. Un abrazo para esa familia que tanto quiero
Me encanta Manuel. como todo lo que escribes. Conociéndote seguro que eres un padrazo. Besos. Cris.
Mil gracias a todos por asomaros a mi blog, por cada comentario. Los agradezco y valoro de corazón. La verdad es que con el tiempo valoramos mucho más aquello que nuestros padres nos enseñaron. Del mío aprendí muchas cosas, que aún hoy sigo descubriendo.
Nos seguiremos cuidando para seguirnos contando.
Mil sonrisas.
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