sábado, 29 de junio de 2013

En aquella EGB...

En aquella Educación General Básica (EGB) de tiza sin colores, pupitre carcomido y aula de adobe, todo se aprendía cantando. La tabla de multiplicar:
- ¡Cinco por una cinco, cinco por dos diez, cinco por tres quince…!
Las excelencias de nuestra geografía:
- ¡España limita al norte con los Pirineos, al este con el Mediterráneo, al oeste con Portugal…!
Los deberes que reza el catecismo:
- ¿Eres cristiano? ¡Sí, soy cristiano por la gracia de Dios!
Éramos tan pocos los niños del colegio que, además de pentagrama, compartimos infancia entera: izado de estandarte los lunes a las nueve, señorita en los buenos días, quina con yema a la hora del recreo, mapamundi en la orla, enciclopedia de espíritu nacional... Y sobre todo canciones, muchas canciones. Las de enero dedicadas al nuevo año, para que traiga buenos caldos, nidos al campanario, jarabe contra la tisis. Las de marzo por la primavera; ¡que ninguna tormenta quiebre más espigas! En mayo para la Virgen, a la que colmábamos de flores y rosarios. En septiembre la vendimia, noviembre a la matanza del cochino, diciembre por Navidad…

Nota: Párrafo perteneciente al relato titulado Soñando a Dulcinea, incluido en mi libro El amor azul marino.

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