Tras un trabajo exhaustivo en el que nos embarcamos hace ahora diez años mi colega y amigo Antonio Piñeyroa y yo a propósito del uso problemático de Internet, ya alertábamos sobre los riesgos que entrañaba para los adolescentes el abuso de las nuevas tecnologías. Por aquel estudio ambos fuimos reconocidos con un Premio Nacional Ulysses a la Investigación.
Últimamente ando metido en el análisis de los fakes o noticias falsas que circulan por la red. Cada vez son más frecuentes, cada vez se utilizan más: manipulando la opinión pública, siendo un elemento político subversivo, generando tendencias... desinformando en general. Con un riesgo añadido: esos bulos nos atraen y se comparten con una frecuencia significativamente mayor que las noticias verdaderas.
En estos últimos días, leíamos que en una aldea mexicana dos hombres habían sido linchados y quemados vivos por una multitud que les había confundido con secuestradores de niños. El rumor se extendió como la pólvora a través de las redes sociales, atenazando su sentido común y haciendo que se tomaran la Justicia por su mano. Murieron dos inocentes.
Quizá sea un caso extremo, pero es que las consecuencias de esas noticias sin contrastar que a menudo se llenan de "Me gusta" y "Compartido" pueden llegar a ser tremendas. ¡Advertidos quedamos!
martes, 20 de noviembre de 2018
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