El pasado mayo, puntual y con cita previa, acudí a una oficina de expedición para renovar mi pasaporte. Llevé la documentación requerida -incluida una foto tipo carnet-, pagué las tasas correspondientes y realizamos el trámite sin ningún tipo de problema.
Un mes después fui de nuevo a esa misma oficina para renovar mi DNI. Según lo establecido, aporté los impresos y una fotografía idéntica a la anterior, si bien en esta ocasión la funcionaria de turno no la admitió bajo el pretexto de que "no era reciente". Yo le aseguré que me la había hecho a principios de año, que se me identificaba perfectamente y que cumplía con todos los requisitos exigidos -tanto de tamaño como de forma-. Sin embargo, ella no atendió a tal explicación alegando que "queda claro que no es actual solo con ver su vestimenta: estamos a finales de junio y en la foto sale con ropa de invierno".
De manera que no me quedó otro remedio que irme, pedir una nueva cita, hacerme otras fotos y volver, dejando para la anécdota el hecho de que una misma imagen sirviera para un documento -o mejor, para un funcionario- y no para el segundo.
De aquella vivencia podría extraer alguna enseñanza. Quizá debiera aprender que en la vida, como en las Oficinas de Expedición de DNI, Pasaporte y Extranjería, las cosas salen o no según quién te valore... Quizá deba conocer que hay personas que olvidan que la flexibilidad es una virtud que engrandece... O quizá simplemente, que la próxima vez que me haga fotos para un documento oficial, debería vestir con ropa de entretiempo.
martes, 10 de septiembre de 2019
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