Hubo un día, solo uno, en el que estuve convencido de que mi novela Mi planeta de chocolate acabaría llevada al cine. Por aquel entonces estaba siendo considerada por una productora y francamente cabía dicha posibilidad. La víspera a su respuesta no pude dormir de tanto darle vueltas a mi sueño. Ciertamente, no estaba preparado para tanta ilusión. Sin embargo, la contestación fue negativa; "la obra tiene trama, personajes, argumento y final... pero se desarrolla en un contexto histórico -la Guerra Civil Española- y geográfico -desde nuestra querida Galicia a la apasionante Cahuita del Caribe- que la harían demasiado costosa".
Asumí tal veredicto, agradecí el detalle de esa valoración y acabé asumiendo que la vida fluye, porque quizá sencillamente no era su momento.
Cinco años después, una persona entrañable para mí y vinculada al mundo de los medios audiovisuales ha retomado la apuesta, reconvirtiendo mi novela en un guion adaptado. En breve estará finalizado, con intención de poder presentarlo a otras productoras. En este proceso cuento con el apoyo de mi editor, quien siempre ha creído en semejante proyecto. Y por supuesto, con el de mi familia, con el de mis amigos. Como decía uno de ellos, "el mito del niño cargado de inocencia ante la vorágine de una desgracia resulta muy atractivo... Y si en los cincuenta triunfó Marcelino pan y vino, y en los noventa el pequeño Giosué nos emocionó con La vida es bella, por qué en otro momento no puede ser Benito Expósito Expósito desde su planeta de chocolate".
Así que en ello estamos, si bien en cualquiera de los casos -como resolví hace un lustro- seguiré permitiendo que la vida fluya. Lo que tenga que venir, vendrá. Eso sí: procurando que no me deje otra noche sin dormir.
viernes, 6 de septiembre de 2019
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